Dice el Ministro de la pela impositiva Sr. Montoro, que los funcionarios del Estado han renunciado a la paga de Navidad, que inmolan el turrón de casa en aras a la mejor cura del déficit patrio. Podría deducirse de sus palabras que, efectivamente, les han dicho a los Reyes Magos que este año pasen de largo, sin detenerse a depositar el regalito para los niños, que estarán encantados de ser la engordadera de las cuentas bancarias llenecitas de ceros, de la casta política metida hasta la cocina del hogar de los funcionarios. Solo queda que aconsejen en el BOE, para la cena de Navidad, la inefable sopa de ajo con la que los pobres españoles han venido dando gracias a Dios por seguir vivos y míseros durante décadas.
Yo lo de la renuncia, francamente, no lo veo por ninguna parte, más bien todo lo contrario. Lo que mis ojos ven es que los funcionarios están cabreadísimos; que por su boca no salen lindezas hacia el Gobierno sino improperios e insultos variopintos, ingeniosos y críticos eslóganes de manifa que no tienen otro objeto que mostrar el profundo aborrecimiento que sienten por este Gobierno y por sus decisiones, por los recortes, que ahora llaman eufemísticamente “ajustes”. A los funcionarios les llueve sobre mojado. El Gobierno socialista-progresista de Zapatero y Rubalcaba, ya hizo de las suyas con su salario, y les atizó una bajada salarial mayúscula. Bien es cierto que prorrateada mes a mes, para que cuando llegaran a Navidad la merma ya se hubiera producido. Es decir, los socialistas aplicaron el tajo-solidario poquito a poco, mes a mes, para que fuera más fácil de digerir, por lo suave, a la chita callando, a lo que los sindicatos de clase, como les gusta llamarse, también socialistas y comunistas protestaron al jefe Zapatero un poquito. Lo justo para que no se dijera que le hacían el caldo gordo al Gobierno socialista que les había puesto en casa con unas subvenciones sustanciosísimas, mimando a decenas de miles de millonarios entrenados en la pancarta y en el no pegar ni golpe, en fin, mamandurrias varias a tutiplé, que le daban señor Méndez para lucir los pelucos fashion de n-mil euros con los que tenía en morro de presentarse en los mítines proletas, y al señor Toxo de Comisiones para irse de vacaciones con la parienta en lujosos cruceros símil de la vieja serie de Tv, Vacaciones en el Mar, que ponía los dientes largos a los españolitos que no habiéndose quitado de todo las alpargatas ni desprendido del pelo de la dehesa, se tomaban los huevos fritos de la cena contemplando lo relimpio que estaba todo a bordo de aquel lujoso hotel flotante, en el que las chicas debían oler de un modo especial y al capitán le sentaba requetebién el siempre impoluto uniforme.
Con todo, lo del ministro Montoro es que no tiene un pase, sobre todo en lo estético. ¡Mira que calificar el birle de la paga de Navidad como renuncia¡ No se le ocurre ni al que asó la manteca.. Y, claro, el funcionario que está igual de quemado que escuálida es su nómina, le ha terminado de sacar de las casillas en las que malamente estaba contenido. Parece que por el recochineo no está dispuesto a pasar; que además de haberle convertido en …., no está dispuesto a poner la cama y, ahí le tenemos, ocupando la calle, vociferando, insultando y perdiendo los modales, que parece un minero recién llegado de Asturias patria querida, pero sin misiles que lanzar a la Guardia Civil, sin jubilación a los 45 raspando, y sin pensiones de 3000 euros. Pero, en el asunto de los malos modos callejeros, cada día se parecen mas, desgraciadamente.
El Ministro Montoro a anunciado en el mismo día, la desaparición de los días por asuntos particulares que disfrutaban los funcionarios. Dice, que quiere que la Función Pública se asemeje en su funcionamiento al sector privado, y empieza, ¡que curioso¡, con la supresión de los famosos “moscosos” para “cortar con los privilegios, como se dice en la calle. Por supuesto, no explica el ministro ni lo explica nadie, que esos días tienen su origen en la por años, lustros, de congelación salarial…, es decir, que mientras en España se firmaban sustanciosos incrementos de sueldos en “la privada” regida por convenios colectivos año a año al alza, los funcionarios veían adelgazar su nómina, a cambio de algún día libre extra, que le salía más barato al Estado. Eso si, para su disfrute, debían tener acumulados mogollón de años de antigüedad y trienios. Los funcionarios de reciente entrada, nastideplasti, esos, tiran con sus días contaditos por asuntos particulares como todo hijo de vecino.
España lleva lustros soportando unas Administraciones infectadas de intrusos politicastros, de asesores, consejeros, contratados, cargos de libres designación… que nutren los Departamentos Ministeriales por centenares; han crecido como setas miles de empresas públicas donde han encontrado acomodo en puestos millonarios políticos venidos a mas y venidos a menos, nutridas por personal que solo ha tenido que pasar por el dedo benefactor del partido político interesado en hacerle un hueco en el chiringuito. La Administración está horadada como un queso gruyere por ávidas termitas políticas, devoradoras del presupuestos en tarjetas oro, gastos de representación, asistencia a consejos, viajes, coches oficiales, prebendas de toda naturaleza, y por sus clientelas ciudadanas que se acercan boqueando al pesebre, estómagos dóciles y agradecidos; votos cautivos. Esta casta política que pudre las entrañas de las Administraciones, ha cultivado, promocionado y alzado a puestos de responsabilidad a los amiguetes, colaboradores comprometidos con la causa del trinque, utilizando su capacidad de actuación arbitraria, la voluntad del señorito…escudriñando hasta encontrar a los más pelotas, usualmente los mas ignorantes, ineducados advenedizos. Son sobradamente conocidos de casi todos; los vocacionales que entran en los despachos de cubito prono, además poseedores de la condición indispensable, de no haber pasado una oposición en su vida (me refiero a las “generales”, en competencia libre con ciudadanos corrientes), esas pruebas publicas y multitudinarias, que convocan a miles de opositores y seleccionan a solo unas pocas decenas para un puesto de trabajo de funcionario público. Buscan, los politicastros encumbrados en el machito, al servil, al maleable, la neutro, incoloro e inodoro, que igual sirve para un teje que para un maneje, cuyo objetivo se circunscribe al incremento en la paga de productividad siempre graciable, en manos del jefe, o incluso, del jefecillo; aquellos que la única Ley que llevan bien aprendida es la ley del silencio: ver, oir y callar y la única pregunta que formulan con claridad meridiana es ¿Qué hay de lo mio?.
En este contexto, a ver quien le pone el cascabel al gato, es decir, mucho cuidadito con irse de la lengua, que todo se sabe, y toda precaución es poca. La famosa ley de los tres monos, el sordo, el mudo, y el ciego, ha sido interiorizada hasta los tuétanos entre los funcionarios. Así, todos callando, todos tragando y todos otorgando. El campo no puede estar mejor abonado para la corrupción, la arbitrariedad y sobre todo, la impunidad. Consecuentemente también, para la estigmatización y la indefensión, del trabajador funcionario.
No se si el Ministro de Hacienda y Administraciones Públicas tendrá en la sesera alguna idea al respecto de cómo meterle mano al espinoso asunto este la Estructura de la Administración Pública en materia de personal, o si todo lo que se lo ocurre va a ser a quitar la Paga de Navidad y los días de libre disposición , que comienzan a ser significativos cuando se llevan mas de veinte años trabajando para la Administración, es decir, que disfrutan mayoritariamente los abuelos, a los que les queda, como quien dice, dos telediarios para la jubilación, y que les dedican a cuidar de los nietos en vacaciones de Navidad, precisamente, cuando los hijos están trabajando.
Oyendo lo que se oye, la pedrada en toda la crisma de los funcionarios en forma de birle de la extra, viendo lo que veo y oyendo lo que oigo a mi alrededor tiene mucho que ver con la carnaza. Quiero decir, con echar al ruedo de la opinión pública en forma de castigo ejemplarizante a los funcionarios, los higadillos que la fiera popular pueda devorar para satisfacer su depresión. Casi seis millones de personas sin empleo son cada día mas difíciles de controlar, y con este panorama, los funcionarios que detentan un trabajo estable, son para gran parte de la ciudadanía un dolor de cabeza adicional difícilmente soportable. Bien es cierto que la neuralgia que les aqueja no tiene nada que ver con los trabajadores funcionarios, sino mas bien con la envidia que siempre es de color diarrea como la hiel. Sin embargo para demasiados no hay mejor calmante que la desgracia ajena, y para eso están los funcionarios, que como chivo expiatorio no tienen precio.
Así que el mismo dia que el gobierno anuncia el rejonazo de la subida del IVA a los ciudadanos, se descuelga el Gobierno con que los funcionarios han renunciado a su paga de Navidad,;que risa tía Felisa, ¡pero que cosas tiene D.Cristobal¡.
Me decía hace un momento, un amigo funcionario, con misión, vocación y trabajo de enseñante…¿pero que podemos hacer? Bueno, en mi opinión, ninguna de las acciones que pudieran llevarse a cabo deberían tener nada que ver con las propuestas que los sindicatos llamados de clase realicen en este momento a los ciudadanos. Los sindicatos de izquierdas UGT y CC.OO, han sido participes por acción y por omisión del mantenimiento de las estructuras corruptas de la Administración del Estado, fundamentalmente durante los últimos años, sosteniendo a un Partido Socialista que ha dejado absolutamente en la quiebra a España, hipotecada, endeudada con los acreedores extranjeros, que ahora, nos exigen afrontar nuestras responsabilidades y pagar. España tiene que pagar lo que debe. Esta es la realidad y no otra.
Al gobierno popular le corresponde administrar la ejecución de ese pago y esa responsabilidad es toda suya. Debe decidir cómo y de donde, va sacar el “dinero” que España tiene necesariamente que devolver. Francamente, no tengo la menor confianza en que el gobierno que dirige Rajoy tenga intención ni capacidad para afrontar con valentía esta tarea. Su actuación desde que está en el poder hace siete meses me induce a pensar que esta completamente sobrepasado no solo por la situación, sino sobre todo, por su incapacidad para generar ilusión y credibilidad en los ciudadanos, por la ausencia de medidas innovadoras y renovadoras tendentes a limitar el Estado hipertrófico que esta ahogando a la ciudadanía a la que debería servir.
Rajoy ha tomado medidas que mas que de recaudación podrían calificarse de rapiña, en lugar de abordar la poda de las estructuras de poder que, como sanguijuelas, se nutren de los cada de vez mas escasos recursos económicos de los ciudadanos corrientes. Apropiarse de la paga de Navidad de todos los funcionarios públicos es solo botón para una muestra del estilo que impregna su gobierno.
Los funcionarios de carrera de nuestro país, han pasado durísimas oposiciones; han dedicado muchos años de su vida a formarse primero y luego a competir en igualdad de condiciones con miles de personas, para que los principios del merito y la capacidad, marcados por nuestra Constitución como principios rectores del acceso a la función publica, fueran una realidad en el acceso limpio y digno a un puesto trabajo, cuya estabilidad está enfocada al cumplimiento de su obligación legal por encima de cualquier otro interés. Estabilidad en el puesto de trabajo que debería redundar en un servicio ejemplar al ciudadano. Todo lo que sucede en el ámbito de la Administración de Estado, que no se ajuste estrictamente a estos principios, cada uno de los abusos, de las actuaciones impropias, de los comportamientos indeseables que se producen en el ámbito laboral de la Función Pública es directa responsabilidad de aquellos que tienen la obligación de velar por el cumplimiento de los deberes y obligaciones de los empleados públicos, de hacerlo con estricta adhesión a la equidad y la legalidad. Cualquier actuación que no se ajustara a estos principios deberían ser sancionados con toda la contundencia que fuera necesaria, con mas intensidad cuanta mas responsabilidad sea la que se ostente.
El gobierno de Mariano Rajoy ha optado por machacar a los funcionarios de carrera, pero ha declinado, por ejemplo, eliminar las decenas de miles de empleos públicos nacidos del enchufe, de mangoneo, de la trampa y del cambalache, que no son funcionarios de carrera, o que se han funcionarizado mediante directrices políticas interesadas que nada tienen que ver con la igualdad, el mérito y la capacidad. Este mismo Gobierno está dejando en la indigencia a los funcionarios más humildes, mileuristas publicos, mientras mantiene las subvenciones multimillonarias a los partidos políticos, sindicatos, organizaciones patronales, altos cargos de empresas publicas, consejeros, asesores …; mientras sigue permitiendo que los políticos de las taifas autonómicas despilfarren sencillamente, como les venga en gana.
Rajoy ha decidido dejar sin el turrón este año a los funcionarios públicos, y con ello, se ha calificado a si mismo, ha quedado retratado con toda nitidez y permite aventurar cual va a ser el recorrido de este Gobierno que está dispuesto a casi todo para que todo se mantenga lo mismo. La casta es la casta. Ellos, los políticos son nuestro problema, sería ingenuo esperar de ellos la solución.
La superestructura del Estado fraccionada en una Administración General, Autonómica y Local no sirve a la Nación Española ni a sus ciudadanos, sirve a las elites políticas; a la ciudadanía la han convertido en el pretexto y el instrumento de sus desmanes y de sus abusos, fomentando en su interés el aldeanismo, falsas identidades, enfrentamientos y desafecciones al bien común, porque la casta necesita de infinitas instancias de poder ejecutivo y administrativo para perpetuarse. Cuanto mas poder tienen ellos menos libertad tenemos nosotros. Cuanta mas riqueza acumulen ellos, más pobreza habrá en los hogares españoles. Cuanto mas inamovible sea su autoridad menor será nuestra seguridad y la estabilidad de nuestro progreso. Estas son las reglas del juego en el que siempre perdemos los mismos. Bien es cierto, que nosotros elegimos a nuestros dirigentes, incluso, les renovamos nuestra confianza revalidando su poder, gratuitamente, como se le otorgó con el segundo mandato al socialista de Rodríguez, el hoy feliz contador de nubes. En el pecado tenemos nuestra penitencia.