jueves, 30 de marzo de 2017

ETA SE DESARMA …. EL ESTADO SE DESNUDA

Los asesinos han puesto fecha a su puesta de largo como organización terrorista “desarmada”. Es complejo seguir los vericuetos de este proceso de descomposición  de la manada de asesinos terroristas vascos. Intervienen tantos actores, y tan cubiertos por mascaras dispares, que determinar hasta qué punto su papel en esta función infame ha sido determinante exige un esfuerzo que excede en mucho la atención que estoy dispuesta a prestarles. En mi opinión, la cuestión es mucho más sencilla, y se define con el término “complicidad”;  puesta en común de un acuerdo unas veces tácito, y otras expreso, las más de las ocasiones vergonzante y secreto, entre bambalinas, llevado a cabo con “discreción”, como eufemísticamente les gusta llamar a las fechorías que perpetran a espaldas de la ciudanía, y sobre todo de las víctimas de este aquelarre de muerte que ha protagonizado la banda terrorista ETA durante décadas, contra la ciudanía y la Nación española.

La iglesia católica, con la Conferencia Episcopal a la cabeza en la persona de monseñor Blázquez no ha tenido escrúpulo alguno en jugar al parchís con el mismísimo diablo etarra. El mismo clero que durante años negó los funerales los guardia civiles asesinados en el Pais Vasco, argumentando que las oraciones por las almas de las victimas podían interpretarse como una provocación. Monseñor Setién, cuando le pidieron explicaciones sobre su cruel conducta,  le dejo a Maria San Gil,  meridanamente claro de que calaña era su siniestro espíritu.  “Quien os ha dicho a vosotros que un padre quiere a todos sus  hijos por igual…”  le contestó a la mujer que había visto con sus propios ojos como su compañero y amigo Gregorio Ordoñez caía muerto de un disparo en la cabeza. Esta ha sido la conducta ignominiosa del clero vasco, y de la Iglesia Católica en España hasta el día de la fecha. La práctica de la equidistancia, la equiparación de víctimas y verdugos sigue siendo la tónica de sus acciones y de sus declaraciones públicas, expresadas con más o menos énfasis, con más  menos disimulo.

Actores. El PSOE con el presidente del gobierno Zapatero, artesano de los acuerdos sellados con la sangre de la T4 de Madrid, ha sido una  pieza determinante de este proceso. Mientras el inefable socialista vasco Jesús Eguiguren se tomaba unos potes  con el jefe de los criminales Josu Ternera y hablaban de sus cosas, distendidamente, con esa cercanía que unen a la gente de la misma tierra.   Me pregunto como en sus amigables charletas, abordarían entre tragos y unas risas,  la cuestión de los  tiros en la nuca a ciudadanos indefensos. Josu y Jesús, Jesús y Josu, el asesino, entre docenas, de las gemelitas de tres años del cuartel de Zaragoza, el macho alfa de la jauría etarra, el jefe, el capo, el dedo condenador de niños a la muerte, en nombre del terruño vasco. Da nauseas.

Poco a poco, como una lluvia fina, se mueven los hilos, también los de la Justicia. Lo que haga falta con tal de acabar con este marrón, que ya hiede, de tener un terrorismo domestico, con lo que desluce al progreso. Nada, como decía en frase memorable donde las haya, el Fiscal del gobierno socialista señor Conde Pumpido, si hay que mancharse las togas con el barro del camino, pues no hay inconveniente alguno. Con el barro, y con el estiércol. A Zapatero no le salió bien la jugada, se le cruzó la crisis, y se comió hasta el tuétano del hueso de la burbuja inmobiliaria y las otras burbujas aledañas, mientras intentaba contarse y contarnos la milonga de que aquello de la ruina no iba con nosotros, que eso era cosa de los americanos que ya se sabe son unos torpes. El pobre, infeliz no pasará a la historia por nada, salvo por la patética sonrisa que le adorno el rostro hasta el ultimo momento y por su infinita incompetencia para prácticamente cualquier acción de gobierno. La gloria de la “paz con Eta” será cosa de otros. Hay que ver cómo se las gasta el destino.

Actores.  El Partido Popular, el de Mariano Rajoy,  recoge las instrucciones detalladas de su predecesor respecto a la ruedo de molino que tiene que tragarse y sin rechistar. Las cosas no están para andarse con pamplinas después de los atentados del 11 de marzo en Madrid. Han sacado músculo y la calle es suya. Los papelitos firmados con la ETA y  con observadores internacionales en algún país extranjero,  se le ponen encima de la mesa, van a  misa, y además son lentejas. La respuesta no se hace esperar. A pies juntillas, ¡si señor, a  mandar¡. Y nos sacamos de la manga la vía Nanclares, y chapucerías judiciales todas las que haga falta. A la calle Bolinaga. Además, 60  sanguinarios criminales fueron puestos en  libertad, como consecuencias del turbio asunto de la anulación de a doctrina Parot por el Tribunal de Estrasburgo, que aclaremos no es un tribunal en sentido estricto y que además, no era en absoluto vinculante para el Gobierno. Curiosamente, sospechosamente el Gobierno de Rajoy no mueve un dedo para evitar lo que fue una especie de amnistía parcial encubierta.  
No falta alguien de confianza para las trapacerías, con un disfraz especialmente apropiado, el ministro de Interior Jorge Fernandez Diaz parece un hábito. El ministro se dice ferviente cristiano, católico para más señas. Le toca lidiar con las victimas, sin pestañear, opta por el ninguneo, y cuando osan preguntar por la justicia para sus muertos, les acusa de buscar venganza, a ellos, cuyo único papel en nuestra reciente historia ha sido sumar lagrimas, y clamar en el desierto, de una sociedad arrasada por la indiferencia.

Se vuelve cansino la enumeración de los intervinientes en el desarrollo de esa infamia nacional. El PNV ha tenido una responsabilidad y protagonismo absolutamente relevante en la historia de terrorismo etarra. Su actitud a lo largo de todos estos años, fue definida extraordinariamente bien por Javier Arzallus, historico dirigente de la formación nacionalista/independentista. ETA, decía este personaje despreciable y abyecto, sacude el árbol y nosotros recogemos las nueces. Hasta aquí hemos llegado, arrastrando con esta filosofía criminal, una herencia de mas de mil muertos, decenas de miles de exiliados, y una sociedad demasiadas veces cómplice, abotargada y enmudecid, a fuerza de construir silencios al servicio de los recogedores de frutos envenenados.

Actores. La izquierda toda, de cabo a rabo, en los últimos años, con Podemos a la cabeza, siempre ha actuado en defensa de lo inconfesable. Pablo Iglesias y su compadreo político con Otegui, terrorista vestido de domingo con buena fotogenia, es lo suficientemente elocuente, y se califica por sí mismo. Nada más que añadir. El desprecio no me permite dedicarle una sola palabra más a ese señor famoso por su coleta, y célebre, por sus amistades peligrosas en Venezuela y en Irán.

Leo en el día de hoy, que el asesino etarra Txapote obtiene permiso penitenciario para visitar a su padre enfermo. El asesino de Miguel Angel Blanco, de Fernando Buesa, de Jorge Diaz Elorza, su escolta,  de Fernando Múgica, de Gregorio Ordoñez, de Jose Luis Lopez de la Calle, de dos guardia civiles. Recuerdo perfectamente su jeta malencarada y sonriente, haciéndole ojitos en el juicio a su hembra allí  presente y también miembro de ETA. Tengo entendido que la administración de Justicia y la legislación vigente, ha puesto los medios necesarios para el apareamiento de la pareja y que tienen dos hijos fruto de estos contactos carcelarios vis a vis. El historial de ambos no puede ser más ilustrativo de la ralea de las dos fieras. Me pregunto cómo será la experiencia de ser padre y ser hijo de sanguinarios asesinos. Saber que aquel al que se dio la vida, y aquel de quien la recibiste, arrebató el presente y el futuro de personas inocentes e indefensas con un tiro un la nuca, o reventando su vida de un bombazo callejero.

Actores y máscaras, revolotean danzarinas en el baile de la ignominia. Todos sabiéndose cómplices, y todos exonerados de balde en su responsabilidad histórica. Eso se creen ellos.

La paz a cualquier precio. Es lo que toca. Todas las nueces yacen esparcidas a nuestros pies. Cada una de ella es un nombre, un rostro, una historia vital; un padre, una madre, un hijo, un bebe, una novia, un amigo. Cada una, es vida arrancada de cuajo. Un presente truncado y un futuro muerto. Una historia inacabada por siempre jamás.

El precio a pagar, me temo que esta amortizado desde hace ya mucho tiempo.  Sobre la mesa de las negociaciones con los asesinos, sus pistolas, sus bombas, sus amenazas, su  terror, a cambio de la memoria, la dignidad y la justicia de sus víctimas, de los últimos héroes de nuestra nación.  Es un final, inmisericorde, y melancólico, diseñado por todos aquellos que, han echado sal y cal viva sobre la verdad histórica,  sobre las décadas de plomo que amordazaron nuestra adolescente democracia, sobre los trescientos asesinados por la banda terrorista aun sin esclarecer y que quedarán sin respuesta.

A partir del día 8 de abril, veremos como se materializan  finalmente los pactos acordados y las concesiones a los asesinos, que envolverán en celofán con un lacito rosa. La palabra mágica paz llenará los telediarios, las tertulias, y las redes sociales celebraran ruidosamente, no me cabe la menor duda, el final de la actividad sanguinaria de la ETA, sin preguntas, sin otra reflexión que priorizar la supuesta seguridad de nuestro metro cuadrado.

Creo que la paz es mucho más que  la ausencia de violencia. En absoluto es un valor suficiente en sí mismo para justificar lo injustificable, para olvidar lo inolvidable, para manipular la verdad y distorsionara la realidad, por cobardía y ambición política, disfrazadas de razón de estado.

Eta se desarma y a cambio, el Estado, la Nación se desnuda. Se queda en cueros vivos Y nos permite contemplar su decrepitud sin  maquillaje alguno. Leí en una ocasión una frase de Desmán Tutu que decía algo así como, “si te sitúas en la posición neutral, en un escenario de injusticia, te has posicionado al lado del opresor, del mal”. Imagino, que esta reflexión no tendrá el menor interés cuando de lo que se trata es de hacer realidad el innoble y popular dicho, tan desgraciadamente español, del muerto al hoyo y el vivo al bollo. No parece que seamos conscientes de que el muerto, en definitiva, el muerto somos todos, y más pronto que tarde a todos se nos quitarán las ganas de comer, incluso el bollo, cuando as alimañas tomen las calles.

martes, 14 de marzo de 2017

LA MORDAZA

Madrid se pone de gala en la semana del 23 de junio al 2 de julio para celebrar el World Pride 2017. Con entusiasmo y alborozo la alcaldesa de Podemos, Sra. Camena anuncia que el Ayuntamiento tiene preparadas “bonitas sorpresas” para celebrar el evento por todo lo alto. Por su parte la señora Cifuentes, que no quiere quedarse ni un milímetro atrás en el asunto este de la celebración de la semana del orgullo gay, informa a los madrileños y a los ciudadanos del mundo mundial que la Comunidad que ella preside no escatimará medios ni inversiones para que el Pride madrileño sea recordado por su pompa y su esplendor asombrará a las generaciones venideras. Las autoridades políticas de Madrid quieren hacer de la celebración de la semana reivindicativa de gais, lesbianas, bisexuales, y transexuales,  un evento memorable. Leo en algún medio, que se esperan mas de dos millones de visitantes a la ciudad, lo que tiene, además, un efecto absolutamente deseable desde el punto de vista económico. En Madrid con motivo la semana Pride, se va a mover muchísima pasta y ya se sabe que cualquier plato gana en sabor de manera muy notoria con un buen aderezo.

Desde la extrema izquierda a la (mal llamada) derecha,  pasando por los mediopensionistas ideológicos, todo el espectro político que habitualmente no alcanza consenso en prácticamente nada, parece haber encontrado en este caso la melodía con la que bailar en íntima sintonía y todos a una como en Fuenteovejuna, proclaman su interés de que el  evento sea todo un éxito.

La temática LGTB francamente me interesa cero. Me resulta cansino y aburridísimo la continua reivindicación de un colectivo que en mi opinión hace muchísimo que se ha convertido en un auténtico loby con enorme poder. Creo que ya lo he comentado en alguna ocasión, personalmente el uso que cada uno o cada una haga de sus bajos es algo que en absoluto tiene interés para mi. Allá cada cual y cada cuala con sus relaciones, con sus contactos y con sus órganos, y con los usos y maneras que tengan a bien ponerlos en funcionamiento. Otra cosa es que yo tenga alguna o ninguna opinión al respecto y otra cosa es, que esta opinión la pueda expresar con la libertad propia de una sociedad democrática y moderna, protegida por un estado de derecho digno de merecer tal calificativo. Doy por descontado que mi manera de entender estas u otras cosas, puede estar en abierta con coincidencia o por el contrario en franca oposición con la corriente mayoritaria pero eso, a efectos del ejercicio de mi libertad, en este caso de manifestación u opinión, debería ser irrelevante.

Es justamente en este punto en el que nos damos de bruces con una desoladora realidad. España es paradigmática en este sentido, pero no es una excepción en el contexto de las sociedades modernas occidentales, regidas en su mayor parte por gobiernos socialdemócratas. Vivimos en las sociedades opulentas del estado del bienestar venidas a menos, soportadas en los valores propios del relativismo cultural,  del agnosticismo, cuando no del ateísmo militante, en el plano de las creencias. La ideología de género cierra el círculo perfecto con la aplicación con sus dogmas incuestionables, modelando en gran medida las pautas sociales, las relaciones interpersonales, las estructuras familiares y las relaciones sexuales de sus individuos. Las nuestras son sociedades cohesionadas, de una uniformidad ciertamente notable en torno a unos valores que imperan prácticamente sin contestación alguna, que son ampliamente aceptados por la ciudadanía, valores incuestionados y fuera de toda discusión. Partidos políticos, representantes de la llamada cultura en sentido amplio, y sobre todo, medios de comunicación al servicio de las estructuras de poder de las que se alimentan, mantienen la doble función de creadores y propagadores eficacísimos  del abecedario de normas que constituyen el arquetipo de lo definido como políticamente correcto y que han permeado la sociedad en todas sus estructuras, fundamentalmente educativas y económicas, y es cabe señalar, también religiosas.

En  mi opinión,  la uniformidad de nuestras sociedades es más que elocuente pese a que todos los días, con reiteración hasta el hastío, se nos recuerda de un modo u otro, que la nuestra es una sociedad “diversa y plural” en la que tienen cabida las legitimas diferencias y opciones vitales, de opinión política y de expresión ideológica. Bajo el  pretexto de la defensa de esta supuesta pluralidad y su legitimo derecho de expresión, hace ya muchos años que se ha venido faltando el respeto, insultando, menospreciando y vejando a determinados valores:  de carácter patriótico, histórico, racial  o religioso. Los ejemplos son innumerables. Los dianas se colocan, fundamentalmente, sobre los símbolos de la religiosidad cristiana católica,  sobre el pueblo judío, sobre todo aquello que representan o hace alusión a la Nación Española; se hostiga y acosa a los ciudadanos castellanohablantes de en comunidades autónomas con lengua propia cooficial, incluso cuando estos son niños;  sobre las victimas del terrorismo vasco de la organización criminal Eta, sobre los historiadores cuyos criterios historiográficos no son coincidentes con la ortodoxia imperante, sobre los políticos que puntualmente ha sido necesario “ablandar” mediante el amedrantamiento de un modo u otro.

Poco a poco, como una lluvia fina, se ha ido avanzando sutil, pero implacablemente, por la senda del adoctrinamiento generalista, hasta el punto que la disidencia del sistema se ha convertido en un verdadero acto de heroísmo. Manifestarse, no ya en contra de determinada posición dominante, sino sencillamente a favor de una opción legítimamente diferente, convierte al ciudadano en objeto de agresiones  que se llevn a cabo con absoluta impunidad. La discrepancia, la sola discrepancia, se considera una provocación, que el sistema combate con la contundencia que haga falta. La eficacia de la represión se aplica como una mordaza al disidente. El silencio social y la invisibilidad de las opciones alternativas al pensamiento único, refuerzan y fortalecen el sistema instalado sobre una libertad de carácter meramente virtual.

Esta semana la polémica ha estado servida con la puesta en circulación por las calles de Madrid del ya  famosísimo autobús de Hazteoir y su campaña contra el adoctrinamiento en la ideología de género, que impregna las recientes incorporaciones legislativas en el ámbito educativo, de las Comunidades Autónomas, entre ellas, y a la cabeza de las mismas, de la Comunidad de Madrid liderada por el Partido Popular en la persona de la señora Cifuentes. La leyenda que mostraba el autobús naranja, era a mi parecer, de Perogrullo. Que las niñas tienen vulva y los niños tienen pene es una evidencia tal, que la polémica suscitada me parece que no puede deberse a otra cosa que no sea haber perdido del todo la noción de la realidad. Que los  niños tienen pene, es sencilla y simplemente un hecho constatable, tan objetivo como que el órgano de la vista es el ojo,  o que las piernas tienen la función de ser los miembros inferiores de los que dispone la especie humana para caminar en posición de erguidos. Es cierto que en el cerebro humano reside el absoluto de las funcionalidades físicas, y psíquicas, pero que el cerebro, sienta, recepcione, detecte, y juzgue de determinada manera la realidad, no hace que la realidad misma sea diferente, y lo que es mas contundente, que vaya a serlo nunca. Pretender que la realidad se acomode a nuestro juicio voluntarista, a nuestro criterio subjetivo, a nuestra personalísima e íntima percepción, no añade un ápice de verdad a la existencia, ni supone, en mi opinión, otra cosa que, finalmente, un callejón sin salida, que dificulta enormemente  el análisis racional de los problemas que surgen en la casuística individual e intrasferible, de los seres humanos.

Que los niños tienen pene y las niñas tienen vulva, es una afirmación que, evidentemente, podemos filtrar por el criterio de infalibilidad. En este caso, nos vamos a encontrar con que en casos absolutamente infrecuentes, porcentajes ínfimos de individuos en la especie humana, y desconocidos prácticamente en el mundo animal, el sexo “sentido” se encuentra podríamos decir, “trapado” en un sexo biológico no correspondiente. Este es el momento de que el conocimiento científico del que disponemos, en su aplicación neuropsiquiatrica, quirúrgica, hormonal y de toda índole, se ponga al servicio, como no puede ser de otro modo, de la salud humana con un sentido integral y tienda a corregir la disfunción que afecta a la persona si ello fuera posible. Es de sentido común, que en el ámbito de lo social, estas personas deben tener idéntica protección y derechos, iguales obligaciones y oportunidades, que todos los demás ciudadanos.

Me he tomado la molestia de leer con cierta atención la Ley de protección integral contra la discriminación por la diversidad Sexual y de Género que ha aprobado la Comunidad de Madrid, impulsada y defendida por su presienta la señora Cifuentees. Esta ley, contempla la obligación de educar en la ideología de género a los niños en los colegios públicos, concertados y privados. Personalmente creo que queda muy lejos de lo que sería deseable en cuanto a un adecuado abordaje de la educación en la sexualidad humana, porque plantea una visión muy particular de la misma,  y desde luego, completamente fuera de lugar,  a edades de los niños tan  tempranas.  Este planteamiento educativo, está definido de acuerdo con una especifica y concreta “ideología”: la ideología de género. Sin entrar en este momento a valorarla positiva o negativamente, (quizá lo haga en otro momento) considero que es, a todas luces, una ingerencia indeseable, intolerable e ilegítima, en el derecho inalienable que los padres tienen de educar a sus hijos en valores morales y éticos acordes con sus creencias, siempre desde el respeto a los derechos humanos de las personas, indistintamente de su capacidad física o psíquica, su sexo, su raza, su religión o sus creencias.

Durante estos días hemos visto, un auténtico festival de desafueros con motivo de la circulación del autobús de Hazteoir. Las manifestaciones de ira, de odio, de intolerancia, de agresividad han sido abrumadras, y en mi opinión muy preocupantes.  Sin debates, sin cambio de impresiones, sin un análisis profundo de las cuestiones de fondo que se estaban dirimiendo, sin dar la oportunidad a la explicación y el argumento. Ningún medio se ha puesto al servicio de un ejercicio democrático de confrontación de las ideas en libertad,  de exposición de los distintos puntos de vista, de la defensa de los legítimos valores que cada uno considere pertinente defender. Nada de esto ha llenado los titulares, los editoriales, las entradas de noticias de las televisiones, únicamente  ha tenido lugar un festival de odio.  La ira, la amenaza, el insulto, la descalificación con el objetivo, lamentablemente conseguido, de aplastar al disidente, de silenciar la voz de los discrepantes, de condenar al ostracismo, con “sanbenitos” de fascistas, homófobos, y todo tipo de imperios e insultos, a todos aquellos que han tenido la osadía de manifestarse en contra de los dogmas de lo políticamente correcto.

La izquierda mas rancia y casposa, los representantes de la mas repugnante de las ideologías políticas totalitarias;  la misma izquierda, que ha justificado, alabado, ensalzado los sistemas criminales mas aterradores de la historia de la humanidad ha estado a la cabeza de los intentos liberticidas amenazando y coartando la libertad de expresión y de opinión, incluso la integridad física, con amenazas de muerte  a la minoría disidente de los postulados del loby LGTI y de los mecanismos económicos, sociales y políticos que lo apoyan. Pero es justo decir que en este acoso a las libertades, ha tenido un protagonismo deleznable, el PSOE y el Partido Popular a unísono, así como los medios de comunicación afines, que son prácticamente la totalidad de de los medios de comunicación en televisión, prensa escrita e Internet. Asimismo, vuelvo a referirme a las autoridades institucionales católicas que han hecho oídos sordos a los argumentos que presentaba Hazteoir y se han sumado a la corriente de descalificaciones, sin aportar ni un solo razonamiento que fuera aclaratorio de la posición que la Iglesia católica española tiene ante un tema altamente sensible y que afecta de modo tan directo al sistema de creencias y valores de los padres.

La puesta en escena de la sociedad mediática en su conjunto ha sido francamente desoladora. Mientras se rasgaban las vestiduras por una frase “los niños tienen pene….” se premiaba en Canarias un espectáculo sacrílego profundamente doloroso para los cristianos, con la felicitación expresa de la representante del Partido Popular en las islas. Son los dos exponentes que a mi juicio ilustran perfectamente el tiempo que vivimos y como lo estamos viviendo.

Personalmente no tengo nada en contra de homosexuales, bisexuales, transexuales, sexo-fuidos, intersexuales y así hasta las 32 posibles variantes, (por ahora..) de identidad de género que se ha tenido a bien reconocer. No tengo nada en contra ni tengo nada a favor. Si tengo, y mucho, en contra de los comportamientos insultantes, despóticos, intolerantes, impositivos, y fascistoides, que esgrimen con frecuencia miembros de colectivos LGTBI cuando deciden hacerse “visibles”, y desfilan por las calles protagonizando numeritos sacrílegos y soeces, asaltando los templos, y exponiendo sus supuestas reivindicaciones de modos y maneras que no quiero ni describir ni calificar para no ensuciar estas páginas.

Se acerca la Semana Santa, un tiempo extraordinariamente importante para los cristianos de todo el mundo, en el que se conmemora la muerte y resurrección de Jesús. Las calles en España se llenan de imágenes santas que procesionan entre los fieles. Todos los años, por estas fechas, feministas y partidos de izquierdas, (Podemos ha dadosu apoyo explícito) entre eslóganes e insultos a la Iglesia Católica, a sus sacerdotes, a la fe cristiana, a sus símbolos sagrados, sacan a la calle en procesión lo que han dado en llamar “procesión del coño insumiso”. Siento tener que utilizar este lenguaje, pero es así como denominan a este acto aberrante y sacrílego consistente en sacar una enorme vagina de plástico sobre una carroza, como si de la imagen de la Virgen María se tratara. Entre insultos, y blasfemias estas personas, en su mayoría mujeres, dicen ejercer su derecho de opinión y expresión, con la voluntad de transgredir valores opresores. Los tribunales, han reconocido su derecho a vejar, insultar, humillar los sentimientos religiosos de los cristianos. Me temo que este año una vez mas asistiremos a  un espectáculo semejante, con total impunidad, sencillamente porque este tipo de actos se encuentran en la órbita de lo políticamente correcto.

Nuestra sociedad, supuestamente avanzada en materia de reconocimiento de derechos y libertades, ha hecho suyos los valores del multiculturalismo, basado en el relativismo cultural,  del feminismo radical y excluyente, de un ecologismo deshumanizado y malthusiano, de la ideología de género de carácter generalista y sin límites, y de la indispensable increencia o ateísmo, para que el circulo se cierre sobre sí mismo con éxito. Se ha constituido como una sociedad implacable con el disidente, al que se condena sin paliativos al silencio, al ostracismo social, bajo la tesis de que quien no tiene voz no existe y quien no tiene existencia no tiene vida.

En plena era de las telecomunicaciones, es absolutamente innecesaria la guillotina, como manera de "solución radica", con una buena mordaza es suficiente. Es por eso que hoy, más que nunca, la disidencia tiene su fuerza, su inmensa fuerza, en la resistencia, en la razón,  y en la palabra.

Hoy más que nunca se hace necesario reivindicar frente al insulto, el argumento; frente a la propaganda, la razón; frente a la mordaza, la palabra. Frente al miedo, la resistencia. La fe frente a la desesperanza.