lunes, 13 de febrero de 2017

CRISTIANOFOBIA



Desde la llegada de Trump a la Casa Blanca, se producen todo tipo de noticias relacionadas con el Islam, y casi todas ellas, para proclamar a los cuatro vientos  el carácter racista y xenófobo de las primeras medidas tomadas por el presidente americano, fundamentalmente en lo concerniente al tratamiento de a inmigración procedente de siete países musulmanes. Una abrumadora mayoría de medios de comunicación, y muchas de las mas importantes multinacionales americanas,  así como celebres miembros del cine, de la música, de la "gente guapa" americana y europea, mandatarios socialdemócratas, asociaciones no gubernamentales, hasta el mismismo Papa Francisco, máximo representante de la Iglesia Católica,  han alzado a voz para calificar durísimamente los primeros pasos legislativos dados por el Sr. Trump.

Así las cosas, es raro el día que no nos encontramos con noticias  y opiniones editoriales, que llegan hasta el insulto del político americano, tachándole  de islamófobo. Se da la circunstancia de que paradójicamente, estas noticias en los mas media comparten espacio inmediato con otras que informan  de la desarticulación de comandos terroristas islámicos, dispuestos a segar la vida de los ciudadanos europeos y americanos, haciendo uso todos los recursos estructurales que nuestras sociedades ponen a su alcance para destruirlas. Sin embargo no quiero tratar en esta entrada la cuestión problemática del islamismo radical incrustado en las sociedades occidentales. He querido poner el acento, únicamente, en la unanimidad que parece existir a tenor de las manifestaciones y actuaciones dominantes en la sociedad europea,  para autocalificarnos  de islamofobos  y dar pábulo a las opiniones supuestamente autorizadas, desde el ámbito político, cultural y de las organizaciones sociales  que denuncian permanentemente, la escasa tolerancia que practicamos en Occidente con el islamismo en nuestro entorno, insistiendo en la necesidad de ser mas escrupulosos en todos los órdenes con las poblaciones musulmanas  asentadas o recién llegadas a nuestros países.

Quiero decir explícitamente llegado este punto, que en absoluto comparto esta opinión mayoritaria. Mas bien, al contrario, tengo la certeza de que los ciudadanos de origen extranjeros , que practican el Islam  como religión/cultura, son objeto del mas absoluto respeto institucional,  tienen acceso a las ayudas sociales sin ningún tipo de restricción de carácter racial o religiosa, (mas bien al contrario, resultan ser colectivos especialmente favorecidos en este sentido), pueden  y de hecho o hacen, practicar el culto islámico sin impedimento alguno,  son protegidos por la Ley en sus derechos humanos al igual que los nacionales, etc., etc. Otra cosa muy distinta es, que estas poblaciones, formen parte de núcleos de población desfavorecidos económicamente, que protagonicen dificultades de integración, o que puedan percibir su condición de grupo minoritario  y que tal diferenciación genere desajustes sociales cuyos efectos son, evidentemente indeseables.

En este punto quiero detenerme para adentrarme en el tema que quiero abordar. En contraposición a la consideración que los fieles musulmanes tienen en las sociedades occidentales y a la libertad y el rigor con la que el Islam se practica en el mundo occidental, los cristianos estan sufriendo una auténtica persecución religiosa. Pero veamos lo datos, que nos permiten contemplar el escenario aterrador en el que los cristianos sobreviven en una multitud de paises, la abrumadora mayoria de los mismos, de confesión islámica. La organización de carácter internacional, cuya Web recomiendo visitar por su absoluto interés, PuertasAbiertas, https://www.puertasabiertas.org/ nos aporta siguiente gráfico,



En total, 215 millones de personas en el mundo, son victimas de persecución alta, muy alta,  o extrema a causa de su fe cristiana.  Cito textualmente de la propia web:

“De los 50 países que ocupan la Lista Mundial de la Persecución habitan un total de 4.830 millones de personas y el número aproximado de cristianos en estos países es de 650 millones (13%). De estos 650 millones, Puertas Abiertas considera que 215 millones (33%) sufre un grado de persecución “alto, muy alto o extremo”, según los niveles que se establecen en la metodología de la Lista Mundial de la Persecución. En 21 de los 50 países la persecución es sufrida por el 100% de los cristianos en el país

La persecución de los cristianos, en general, católicos, cristianos evangelistas etc., en el mundo reviste una gravedad escalofriante, desde el acoso, la marginación, el encarcelamiento, la violación de sus derechos humanos más elementales y hasta el propio asesinato. Esta realidad esta al alcance del conocimiento y la difusión de todos los medios, y sin embargo, un silencio terrible se cierne sobre las  informaciones que tienen que ver con la atroz violación de los derechos humanos, en este caso, el derecho inalienable de profesar y practicar la fe cristiana. A modo de ejemplo podemos constatar el continuo debate que existe en Occidente sobre el  uso/imposición del velo islámico en a mujeres musulmanas que viven en nuestras sociedades. De nuevo quiero no entrar en este momento en este particular, solo reseñar que los países de procedencia de estos ciudadanos, el debate de la libertad religiosa se zanja simple y sencillamente con el acoso, la cárcel o la muerte. La cristiandad sufre una terrible persecución en el mundo, y el silencio de las potencias occidentales, hace más ostensible el escándalo y la vergüenza.

Habría que preguntarse cuales son los valores y la ética que Occidente hace suyos para comprender el por qué de esta aparente sinrazón histórica. Si nos atenemos a la ideología que proyectan los medios de comunicación y que hasta este momento han llevado incorporada los partidos políticos mayoritarios en sus programas y a su actuación en el poder, la tendencia es, a todas luces, a un anticristianismo progresivamente más radical, más contundente. El relativismo cultural, el ateísmo como supuesto eje fundamental del progreso tecnológico, la ideología de genero transformadora fundamentalmente el núcleo familiar compuesto de una madre, y un padre y unos hijos, una reducción hasta el nivel de lo nuclear de la familia extensa, una valoración esencialmente materialista de la vida humana,  son los emblemas una sociedad autocalificada de progresista, que parece afirmarse por la contraposición con los valores y la ética cristianos. 

La civilización occidental evolucionada desde y en la superestructura cultural y religiosa de a fe de Cristo, ha girado sobre si misma para abandonar los postulados que le dieron la vida y que ha permitido su evolución y crecimiento durante veintiún siglos hasta el día de hoy.  No está bien visto ser cristiano en nuestros días y, la discrepancia, también en Occidente, es incluso objeto de sanción y aislamiento social. Los medios de comunicación poderosísima fuente de información/manipulación, a penas tienen interés en reflejar la vida del cristianismo en el mundo de hoy, a no ser que la noticia sea la denuncia de sacerdotes implicados en asuntos de pederastia o delitos económicos. Los delincuentes que existen en el seno de la Iglesia católica se han convertido en el escaparate al que se asoman con curiosidad y desprecio, como no podía ser de otro modo, nuestra ciudadanía, dejando en la oscuridad y el anonimato todo aquello que pudiera mostrar la cara valerosa, honesta, y pacifica de una fe que se extiende por el mundo haciendo el bien, especialmente entre los mas necesitados.

Al igual que la fe del converso esta alimentada por la emoción del descubrimiento, la pasión del apostata es incuestionable. Occidente vive con apasionamiento el desgarro de su pasada fe. Y en esta pasión, en el deseo de enterrar lo que fue, de reinventarse, es perfectamente capaz de defender el velo que cubra púdicamente la cabeza y el rostro de las mujeres al tiempo que violenta un templo católico inundando de gritos y de insultos soeces, a sus fieles a los que incluso amenaza de muerte, con total y absoluta impunidad, como ha sucedido en Madrid, con representante podemita en el Ayuntamiento. De exigir en los comedores escolares menús adaptados al credo musulmán, al tiempo que reivindica la supresión de los villancicos navideños en os colegios, o convierte Cabalgata de Reyes, en algo mas parecido a una desfile de carnaval que a una tradición religiosa. Los ejemplos son innumerables y muy ilustrativos del tiempo de transformación socio-cultural que vivimos. No participar de la conveniencia denominar matrimonio a las uniones homosexuales, la adopción de niños por parte de parejas del mismo sexo, ser pro-vida, posicionarse a favor de la mujer y en contra del aborto, denunciar los vientres de alquiler como una forma de esclavitud de la mujer inaceptable, defender la libertad económica y la propiedad privada al tiempo que se  reivindicar la caridad y la misericordia, defender la Naturaleza y a vida animal desde un ecologismo radicalmente respetuoso y esperanzador,  que ponga sin embargo al ser humano como el primer bien a proteger indisolublemente unido a una Naturaleza de la que forma parte, son cuestiones que inmediatamente sitúan al ciudadano en la periferia de lo pretendidamente progresista, de lo políticamente incorrecto, y lo convierte en un elemento a silenciar. Esto es así hasta tal punto, que en cuestiones que atañen a LGTB y la ideología de genero, la ley se ocupa ya, en este momento, con legislación perfectamente desarrollada y de aplicación, de imponer determinados postulados educativos a nivel de primera infancia al tiempo que se constituye como delito la discrepancia de opinión y de expresión.

La cristianofobia es en mi opinión una realidad incontestable. A nivel mundial se esta produciendo una durísima  persecución a  la cristiandad. El mundo Occidental es conocedor de la violencia ejercida sobre los cristianos en el mundo, y contempla la escena con indiferencia vergonzosa. Asimismo, en nuestras propias sociedades poco a poco han ido estrechando el cerco a los valores a la ética cristiana, con el propósito de que quede circunscrita al ámbito estricto de lo domestico.  El cristianismo debe quedar dentro de los muros de los templos, sin traspasar el umbral donde se desarrolla “lo social , lo publico. Esta dimensión debe ser estrictamente controlada políticamente, tutelada bajo  parámetros ideológicos perfectamente definidos e impuestos. El humanismo cristiano queda reemplazado por un antropocentrismo de  carácter global, tecnológico y telemático, en el que se hace realidad todo lo posible, en el que el ser humano es simultáneamente el centro y la derivada. La vida humana queda circunscrita a un valor que radica en la propia eficiencia para existir y fuera de este rendimiento eficaz, el sistema facilita y me atrevería a decir que  induce, los elementos necesarios para su eliminación, que se materializa en el aborto y la eutanasia. El hombre centro del universo, se ha convertido en un Dios devorador de tiempo, productor y consumidor de estímulos, insaciable acumulador de experiencias y comunicaciones virtuales. La ética de lo posible avala y justifica actuaciones biotecnológicas de dudosa rectitud, y desplaza la ética cristiana de lo humanamente deseable. El aborto de seres humanos en nivel embrionario o fetal, el alquiler  o compra de mujeres para engendrar seres humanos, la incapacidad para aceptar que el intercambio sexual entre personas del mismo sexo es necesariamente estéril e infecundo,  parece estar refrendado por una moral aséptica, neutra y yo creo que trágicamente infantiloide e inmadura, que se hace posible gracias a una ciencia en permanente y exitosa evolución, y un mercado, también global, dispuesto a mercantilizar todo susceptible de ser comprado y ser vendido. El precio a pagar es evidentemente altísimo, tanto que, en demasiadas ocasiones, se nos exige disociar nuestro ser, por la exigencia implacable de vivir proyectados fuera de nosotros mismos, enajenados de una Naturaleza que agoniza mientras la fotografiamos y adornamos con frasecitas pseudofilosoficas de autoayuda de andar por casa en los Chats donde buscamos cobijo.

El humanismo cristiano, no tiene encaje en este diseño. El mensaje de Jesús de Nazaret , esta muy alejado de estos planteamientos vitales. Es por eso por lo que se ha vuelto absolutamente insoportable a los ojos de los poderosos, de los que ansían lo imposible, de los que desvirtúan la realidad, de los que desnudan las palabras de significado para que expresen lo que las palabras no dicen, para los que pretenden dotar de naturalidad lo que sencillamente es en la Naturaleza imposible e inexistente.  El humanismo cristiano es, tremendamente incomodo en la era postmoderna en la que vive la Civilización occidental.

No es cierto que la realidad sea según  el cristal con que se mire. No. La verdad es única y eterna, esta impresa en nuestra naturaleza humana, se oculta en los rincones más profundos de nuestro mas intimo ser. La aceptación de la verdad, su reivindicación, es una tarea de los seres humanos indistintamente de su raza, su cultura o la fe que profesen. Es una labor ardua, un largo camino por recorrer, una misión sencilla y a la vez grandiosa, de carácter transversal  y  universal. Esta misión se encuentra en el ADN del humanismo cristiano.  Un humanismo acogedor, enraizado en los valores de la paz, la justicia, la libertad, y sobre todo de la verdad. Desde esta perspectiva, no todo vale. No todo lo que se puede hacer debe hacerse. No todo lo posible es lo deseable y no todo lo deseable tiene justificación ética y moral.  Por eso, y aunque perseguido, burlado, menospreciado el Cristianismo es el mundo de hoy, absolutamente indispensable, como testigo y protagonista activo de la Historia.