miércoles, 20 de junio de 2012

LA LIBERTAD DE NACER

La noticia ha dejado de tener el protagonismo candente de la rabiosa, apremiante, actualidad con la que nos atiborramos diariamente. Sucede, que lo acontecido ha tenido lugar hace ya algunos días. La semana pasada, saltaba a las páginas de los diarios digitales, no se si también a los de papel, porque no uso, la imagen de una mujer china, muy joven, tendida sobre una cama hospital. A su lado, yacía el cuerpecito inerte y ensangrentado de su hijo asesinado con siete meses de vida gestante.

La noticia escueta, dolorosamente breve,  se quedó clavada en  mi memoria como si de una daga se tratase  y hoy es el día, que no soy capaz de expulsar de mi conciencia el pensamiento intermitente de la agresión brutal sufrida por la madre, y del cruel asesinato perpetrado contra su hijo, mediante una inyección de un potente bactericida que acabó con la vida de su bebé, dando a luz a su niño muerto. Jianmei Feng era ya madre de un niño de cinco años. Este segundo hijo no vio la luz del mundo porque su familia no contaba con los 5000 euros (mas de tres años de salario) de multa con la que el estado comunista chino penaliza la paternidad del segundo hijo en las zonas urbanas, permitiendo su nacimiento solo en las zonas rurales si el primero de los hijos es una niña.

El gran monstruo comunista asesina a sus niños antes de venir al mundo, fundamentalmente  si son niñas por eso, miles de valientes madres chinas ocultan sus embarazos y se ven forzadas a abandonan a sus hijas, con inmenso sufrimiento, sencillamente porque no pueden mantenerlas a su lado. China se ha convertido en un gigantesco orfanato de niñas bebés, donde sobreviven a duras penas, hasta encontrar la que será su madre, su padre y su familia, mediante la adopción internacional, en cualquier lugar del Planeta.

Las cifras al respecto son espeluznantes. En China se perpetran, alrededor de 14 millones de abortos anualmente y el aborto es legal hasta los seis meses de embarazo. Los disidentes chinos Chai Ling y Chen Guangcheng, asilados en USA, han denunciado el holocausto que se está produciendo en su país, el terrible crimen contra la Humanidad que  es el genocidio contra las niños, particularmente, contra la niñas,  que el régimen comunista chino está llevando a cabo en pleno siglo XXI y desde hace décadas.

Vuelvo a España...

En nuestro país desde 2001 hasta la fecha se han llevado a cabo alrededor de un millón de abortos. Los datos están al alcance de cualquiera con curiosidad para conocerlos, en el Ministerio de Sanidad. Pero España no es China. Nadie obliga a las mujeres en nuestro país a tomar la decisión de abortar la vida de los hijos que han engendrado fruto, si no de su voluntad, si de su libertad, personal y sexual.

No somos China, ni India, ni Bolivia, ni Camerún…  Somos un país del Primer Mundo. Somos  usuarios habituales de las nuevas tecnologías, que permiten a cada mujer y a cada hombre, conocer a su hijo mediante una sencillísima y habitual prueba ecográfica, cuando tan solo mide unos pocos centímetros en los que se recoge la fuerza milagrosa del ser humano, de manera única e irrepetible. La ciencia se ha puesto al servicio de la vida y ofrece la oportunidad insospechada nunca antes en la Historia, de sabernos presentes, vivos y protagonistas, de la gran aventura vital iniciada en el nido humano, desde el primer instante de la concepción.

Me pregunto si no es el momento de parar en esta carrera devoradora de tiempo. No para detenernos o para retroceder. Pararnos para avanzar, para crecer, para ser. Me pregunto, si no es el momento de callar, no para amordazarnos sino para gritar desde el corazón y desde la razón, que queremos saber, conocer y cambiar, para transformar el mundo que nos ha sido dado con la humana misión de hacerlo un lugar de dignidad y de libertad. Me pregunto, si no es el momento de escuchar. No para prestarle oídos al miserable de turno que pretende seducirnos fraudulentamente con cualquier cantinela casposa políticamente correcta y pretendidamente nacida de la modernidad, sino para reivindicar la actitud rebelde y subversiva de franquear el paso  a la vida que por derecho propio ha llamado a nuestra puerta, aunque aún carezca de nombre y de apellidos, de patrimonio y de identidad.

Me pregunto...

Ahora, me lo pregunto, porque no puedo recordarlo, como sería el silencio del útero en el que permanecí durante nueve meses para llegar al mundo un 13 de diciembre; el lugar oscuro de solitaria paz en el  que aguardé la llegada de la vida consciente, el sonido del Mundo y la luz del Universo. Ahora, que me lo pregunto, me pongo de parte, sin dudarlo ni un instante, de ellos, de los sin voz, de los ocultos, de los ignorados en el vientre de sus madres.

Quiero hablar por ellos y de ellos, como seres completos en su indefinición, perfectos en su vulnerabilidad, habitantes interinos y circunstanciales de los úteros maternos; personas, al fin y al cabo, que están en proyecto, como todos y cada uno de nosotros. No somos tan distintos.  Todos nos encontramos en un continuo, permanente, ineludible e idéntico,  proceso vital. Ellos, preparados  para nacer a la vida y nosotros, cada uno de nosotros, los ya nacidos, aguardando la muerte, con la que nos encontraremos en cualquier recodo del camino, en todo caso, a un tiro de piedra en el devenir de la existencia.

En el nombre de todos y cada uno de los seres humanos asesinados en el vientre de sus madres, en el nombre de cada madre obligada a matar a su hijo, en el nombre de cada padre impotente para evitar el asesinato de su bebe engendrado, en el nombre de todos aquellos cuya existencia está ligada al mundo por el cordón umbilical, es el momento de reivindicar como el primero de todos los derechos humanos la Libertad de nacer, sin la cual, ningún hombre o mujer tendrá jamás, la Libertad de Ser.

viernes, 8 de junio de 2012

MUJERES POR LA JUSTICIA..., ESTAREMOS EN LA PLAZA DE COLON DE MADRID

Mañana por la tarde tengo una cita. Es nueve de junio, y la Asociación de Mujeres por la Justicia, nacida en el seno de la VCT me ha convocado a una concentración en la Plaza de Colón de Madrid, para reclamar al Gobierno del Partido popular que rectifique en su política antiterrorista, sobre todo, y en particular, en lo concerniente a la política penitenciaria que está lleva llevando a cabo.
Estoy citada a las 6 de la tarde, y no faltaré.

Tengo claro, a esas alturas, y con la que está cayendo, que todo el mundo conoce la repugnante actuación del máximo responsable de Gobierno socialista de Rodriguez Zapatero y su ministro de Interior, Pérez Rubalcaba en sus tratos, acuerdos, compromisos, y cambio de cromos, con los asesinos etarras encaminados a lograr eso que ellos llaman “la paz”, mediante “el proceso” en el que “ese mundo” se avenga a razones y nos perdone la vida a los españoles. Este es el lenguaje eufemístico que se ha venido utilizando durante los últimos años para ocultar la verdadera naturaleza de lo que no es otra cosa que una negociación con asesinos terroristas, en la que se ha torcido el brazo de la Juscia, se ha corrompido a los jueces, se ha manipulado a la opinión pública, se ha engañado a los incautos, y , lo que es peor, se ha estimulado lo peor de nuestra naturaleza humana, la insolidaridad con los más débiles, con los perdedores, el  olvido de las minorías, el acoso a las victimas, el aislamiento social de los que aun resisten y exigen con valentía y tenacidad, la justicia para sus muertos.

El gobierno socialista ofreció  a la ciudadanía española el peor de los pactos posibles: hacer la vista gorda con los tejes manejes que se traía con la ETA, a cambio de ir a lo nuestro que no era otra cosa que dejarnos de problemas, que ya teníamos cada uno bastante en lo que pensar, es decir, en nuestro bolsillo, y el pincho de tortilla y caña,  mientras la crisis económica nos mordía los talones. En otras palabras, se trataba de convencernos de que lo más práctico, lo que de verdad nos convenía a los españoles, es que se hiciera realidad el  vergonzoso e inmoral dicho, tan nuestro, “el muerto al hoyo y el vivo al bollo“. Después de ocho años, los españoles, hundidos en la miseria económica, y presos de nuestra mediocridad moral, parece que hemos dado por buena la recomendación de aquellos políticos, corruptos y miserables, y hemos abandonado el ideal de Justicia, si algún día lo tuvimos, y abrazados a la farola que hace ya tiempo ha dejado de lucir, aturdidos por en la resaca de una realidad frívola que da sus últimas bocanadas.

Ha llegado el tiempo del Gobierno Popular dirigido por Mariano Rajoy, con un tal Fernández como ministro de Interior. El partido político que ha visto caer asesinados por la ETA, con la complicidad de HB, Bildu, Amaiur, o como elijan llamarse,  a decenas de sus concejales vascos; el partido de Miguel Angel Blanco, de Ordoñez, del matrimonio Becerril, de Ortega Lara, de Zamarreño… ese mismo partido, está llevando a cabo de manera absolutamente insultante para las victimas, y para todo los españoles que les dieron su confianza en las urnas, una política antiterrorista continuista de la protagonizada por el PSOE. Yo, particularmente, tengo la certeza moral de que Mariano Rajoy pactó en su día con Rodríguez Zapatero, cada punto y cada coma, de lo acordado con la ETA. La prueba más evidente, es el impulso qu está dando a la Vía Nanclares, y toda esa mandanga de la reinserción de los asesinos “arrepentidos”, que solo se arrepienten para dejar las rejas y salir de copas, a lucir palmito por las mismas calles en las que arrancaron la vida a sus víctimas. Fernandez Diaz, el instrumento de Rajoy en el ministerio de Interior, se esta ocupando personalmente, de que victimas y verdugos cambien impresiones en una especie de psicodrama, repugnante y que me ofende en lo más profundo, con un trasfondo que parece formar parte de una puesta es escena morbosa y vergonzante;  una dinámica en la que el asesino dice que se arrepiente, la victima que le perdona, y el gobierno, le pone en la calle que es de lo que se trata, de cumplir lo acordado con los de la capucha. Teniendo en cuenta que la amnistía es (por ahora) inviable constitucionalmente, digamos que el Gobierno la lleva a cabo “en pildoritas”.  Gallardon, en Justicia y Fernandez en Interior, son los encargados de hacernos tragar la medicina de la reinserción, poco a poco, sin prisa pero sin pausa, y todo, todo, todo, por nuestro bien y con absoluta legalidad.

Eso si,  la legalidad que no falte, y para que no falte, hacemos la ley que necesitemos, para un roto o para un descosido. Para ejecutarla ya tenemos adocenados a los jueces, y sobre todo, a los fiscales, y por si fuera poco, reforzamos la jugada  con el Tribunal Constitucional, dispuesto siempre a cometer la fechoría jurídica que le ordene el poder político. 
La Iglesia católica, sobre todo la vasca, siempre atenta a proteger a los asesinos e insultar a sus victimas, bendice “el proceso”; metida  hasta las trancas, ha perdido la sotana, y se ha quedado con las verguenzas al aire  mas en evidencia que nunca,  amparando las  componendas de la ETA con el Gobierno. Mientras, los demonios sonríen divertidos escuchando la  meliflua voz de Monseñor Uriarte exigiendo a las victimas que colaboren “en el proceso” como se les mande, o se callen. Da miedo reflexionar en lo que se ha convertido la Iglesia en el Pais Vasco, en cuyos seminarios ha germinado durante décadas las semilla del odio nacionalista, hacedora de monstruos asesinos, con la aquiescencia de la Conferencia Episcopal Española, y el silencio cómplice del Vaticano.

Las victimas están solas. España ha abandonado a sus victimas. Las quiere calladas. No solo calladas, las quiere aguantando y tragando, humilladas.

España, no quiere que la salpiquen sus lágrimas ni sus ausencias, ni sus recuerdos ni sus orfandades. Lo que quiere España, es que las victimas, la dejen en paz, que se vayan con sus lloros a otra parte, que no está el horno para bollos, ahora; sobre todo ahora, que no tenemos donde caernos muertos. España, cegata y cruel,  no comprende lo que es caerse muerto. Muerto de verdad, muerto para siempre, muerto derramando sangre. Los españoles, que claman por que se haga justicia con los banqueros porque  dicen que les han estafado, que se duelen porque se quedan sin trabajo, porque no pueden pagar la hipotecan su casa, porque peligra el presente y el futuro de sus hijos, estos mismos españoles, no comprenden que ninguna de estas cosas tiene la menor importancia, si ya estás muerto, porque alguien ha venido te ha pegado un tiro en la nuca, o ha fallecido tu hijita aplastada entre los escombros de tu casa destruida por una bomba asesina de la ETA.

El sufrimiento de las victimas del terrorismo va mucho mas allá de cualquier dolor que podamos imaginar, porque no tiene esperanza;  se ancla en el  pasado del asesinato de la persona  amada  y en el eterno futuro de su ausencia.  Las victimas del terrorismo solo cuentan con la Justicia, con el respeto a la Memoria de sus muertos, con el reconocimiento  de su Dignidad personal y ciudadana. Las victimas, únicamente  nos tienen a nosotros, a los ciudadanos corrientes; cada uno de nosotros somos su voz y su escudo. Nos piden ayuda para  dirigirse, con nuestro apoyo, a los gobernantes de la nación española y recordarles que nada les autoriza a utilizar la Justicia que España debe a las Victimas como moneda de cambio con terroristas asesinos, porque nos dejen de matar.  Las victimas pueden o no perdonar a sus verdugos; los asesinos pueden o no pueden arrepentirse de sus delitos, pero la Justicia, es anterior a  las posturas, actitudes o voluntades personales e individuales.

Mujeres por la Justicia me ha convocado como ciudadana para decirle al Gobierno de Mariano Rajoy lo mismo que se le dijo al Gobierno socialista de Rodriguez Zapatero, y yo, acudiré a su convocatoria, como siempre he hecho, con la certeza de que a su lado, estoy con lo mejor de mi país, defendiendo los valores de la Libertad, la Democracia y la Justicia en España, los motivos por los que fueron asesinados aquellos que hoy se quiere silenciar y olvidar. No lo harán con mi voto. No lo harán con mi indiferencia.

No lo harán con mi silencio.