miércoles, 6 de abril de 2016

ACUERDOS Y PACTOS, Y OTRAS CONSIDERACIONES.

Mareando la perdiz. He perdido la cuenta del tiempo que los líderes de los principales partidos políticos llevan buscando, supuestamente, la solución que desenrede  el nudo gordiano en que se ha convertido la gobernabilidad de  Nación. La ciudadanía asiste entre bostezos y bocinazos, según el pié con el que nos hayamos levantado, a la escenificación de las negociaciones, conversaciones, citas, ruedas de prensa, declaraciones, intervenciones televisivas, twits etc, etc, que PP, PSOE, Ciudadanos y Podemos protagonizan desde que los resultados en las urnas revelaron  que los españoles, optamos por alternativas políticas  suficientemente diversas como para dificultar extremadamente una mayoría de gobierno.

Este hecho que, a  mi modo de ver,  es incontestable, evidente y claro como el agua cristalina, resulta, sin embargo, que ha llevado desde el minuto cero a las distintas  formaciones a intentar desaforadamente pactos y propuestas a troche y moche, ofreciendo y sugiriendo acuerdos a izquierda y derecha, con el resultado de nulidad absoluta, de esfuerzos baldíos y de una inconmensurable pérdida de tiempo.  Parecieran sus señorías pollos sin cabeza, aturdidos, y balbuceantes, buscando salidas a tontas y a locas, con tal de satisfacer sus muy legítimos intereses. A veces su patetismo mueve a la sonrisa y otras al gesto agrio;  las mas de las ocasiones resultan insoportablemente tediosos repitiendo como loritos bobos consignas imposibles, llamamientos a consensos desnaturalizados, y dando la impresión de que sus palabras ocultan intereses inconfesables. Se encuentran en reuniones que llaman discretas, en las que parecieran diseñarse estrategias de puñalada trapera, en cualquier dirección guiada por la oportunidad, y dirigida al socio o al adversario indistintamente, atributo este en constante cambio.

El PP se ofrece al PSOE, el PSOE  llega a acuerdos con Ciudadanos, que a su vez, busca la colaboración del PP, ¡¡ pero sin Rajoy ¡¡, mientras los socialistas avisan que de pacto con PP ni hablar,  ni con Mariano ni sin él; dice Sanchez, que él se encontraría cómodo con Podemos, , mientras Iglesias plantea un no como la catedral de Burgos al señor Rivera, socio de de Sanchez, a lo que Rivera poniéndose estupendo contesta que él con Podemos, a ninguna parte.  Mientras tanto, como mariposillas frivolonas,  los independentistas de todo pelaje y condición, desde los filoterroristas vascos de Bidu, pasando por el catolicísimo PNV, ultra-mega izquierda de las CUP, Esquerra Republicana, las “mareas diversas”, los de CIU del 3% de toda la vida,  revolotean a ver como pueden hacer valer su presencia en el Parlamento, y venden sus votos,  a cambio de dar un paso adelante, uno más, en su objetivo natural de  primero, o simultáneamente,  robar y destruir  la Nación  española. El partido de Albert y el de Mariano, por ahora, tienen claro que con independendistas, no tienen nada que decirse abiertamente. Por lo bajini,  eso ya es harina de otro costal. Ya sabemos que en política hay que hablar de todo, con todo el mundo y que  los escrúpulos tienen poco recorrido. Sabemos por desgraciada experiencia que cuando pintan bastos, no se hace ascos prácticamente a nada, ni siquiera las pistolas asesinas sobre la mesa han trazado líneas rojas moralmente infranqueables en España.  De manera que  no se trata de ser  de optimista o pesimista, o de tener neutralidad de ánimo, es que, sencillamente la aritmética se impone testaruda y ninguna de las opciones exploradas  es suficiente en términos numéricos para desembocar en una mayoría de  Gobierno.

Aun así, desde los  medios, cada uno desde su particular interes,  impele a los distintos partidos a buscar y a encontrar acuerdos. Oigo decir que los españoles hemos decidido en las  urnas que no haya mayorías claras en el Parlamento, y que en el pacto está la solución a nuestra maltrecha situación democrática. Escucho que estamos en un tiempo nuevo, abocados a la experiencia de una manera diferente de hacer política. Que los partidos llamados emergentes, nacidos de la fragmentación del voto, tienen la palabra y deben tener su merecido protagonismo. En fin, parece que deberíamos haber descubierto la panacea y sin embargo, el tiempo transcurre en una especie de calma chica que aburre a las ovejas, mientras  esperamos a que sus señorías tengan a bien convocarnos a las urnas de una maldita vez, a ver si, como si tratara de una segunda vuelta, los españoles nos decidimos por mayorías más claras que permitan una mas sencilla gobernabilidad.

A  mi no me parece, en absoluto, que estemos ante un escenario esperanzador. Es verdad que la realidad política es hoy en mayor medida  multipartidista, pero eso, no es necesariamente es positivo en si mismo, en términos democráticos. En primer lugar, porque si hemos llegado al nacimiento y éxito  de partidos nuevos en la esfera política con capacidad de influir y hacer progresar nuestra democracia, no se ha debido a que sus propuestas novedosas que hayan generado un entusiasmo extraordinario. Más bien ha sido el resultado de la previa degradación de  la ética política, de una corrupción insoportable, y de una crisis económica gravísima, por no hablar de los agentes externos interesados de manera inequívoca en dar voz, imagen y rios de tinta, a determinadas opciones y negárselas con igual tenacidad a otras. Por  otro lado, la sombra alargada del auge del populismo de izquierdas más peligroso, encarnado en políticos de dudosísima trayectoria democrática ha cobrado una fuerza inusitada y eso lejos de ser una alternativa que induzca al optimismo, da motivos sobrados para la inquietud. Partidos comunistas rebautizados al modo y manera de la modernidad mas inmediata, hacen uso intensivo de los medios de comunicación y de imagen poderosísimos, de las redes sociales, de internet, y de todos los medios audiovisuales en general. Aplican metódicamente y de manera ejemplar, las técnicas de propaganda y adoctrinamiento de masas que no por ser archiconocidas dejan de ser eficaces. De manera que una parte muy importante de esos movimientos autoproclamados  “regeneradores” desde la izquierda,  no son otra cosa, que  formulismos totalitarios, simples y elementales. Antiguallas casposas que se alimentan, como siempre ha sido, de lo peor de nuestras sociedades, de nosotros mismos,  de nuestras mezquindades, envidias, desgracias y frustraciones.

De manera que de novedoso, innovador  e ilusionante,  en general, el panorama tiene poco, más bien todo contrario.  Una reflexión serena nos llevaría a concluir que es momento para la precaución, y la firmeza, porque si bien es indispensable avanzar, mejor hacerlo con prudencia cuando tenemos tan cerca el abismo.  Pese a todo,  yo creo que esta situación un poco desconcertante y muy compleja era ineludible, sencillamente inevitable. Nuestros políticos, nos han mentido, nos han robado.  Nos han insultado con su despotismo, con su indiferencia, con su soberbia, con sus malas artes y con sus conductas delincuentes. Se  han comportado con una avaricia voraz, con una codicia feroz, y lo que es peor, con absoluta impunidad durante décadas. Esto ha sido así con gobiernos de diferente color, con los gobiernos del PSOE, con los gobiernos del PP, en gobiernos  autónomicos nacionalistas, en ayuntamientos o en diputaciones.  Da igual en la dirección que pongamos la mirada, siempre encontramos un político robando y riendo. Riéndose de nosotros, de los que le pagamos el sueldo, al muy miserable.

La ciudadanía española, tan dada en ir “a lo suyo”, se ha puesto de uñas cuando le han tocado las talandas, y se ha quedado sin trabajo o ha visto disminuidos sus ingresos, es decir, lo suyo: su hipoteca, sus copas del finde, sus vacaciones, sus expectativas, sus cosas de sí mismo, valga la redundancia. Ha pasado de reírle la graceta al chulo de opulencia recien estrenada, de ser condescendiente con la coima, con la practica de el truco de toco mocho, porque, “a ver quien no haría lo mismo si pudiera …”,  a descargar sobre los listos, los reyes del mambo, los espabilaos de los negocios de amiguetes,  todas sus iras, toda su rabia, toda su frustración, haciéndoles culpables directos de su inmenso fracaso, de su inestable presente, de su miedo al futuro.  Al español de a pié le ha estallado en la cara la burbuja inmobiliaria,  con sus terribles consecuencias. Se ha visto arrastrado por una  crisis económica  profundísima  producto de una economía virtual, volátil, e inconsistente, basada en el tarjetazo Visa, en el crédito fácil, en el endeudamiento irresponsable, en el consumo irracional, en la corrupción y la inmoralidad.  Hemos transitado por el invierno de la crisis provistos únicamente de la ética vital de la cigarra, y, como no podía ser de otro modo, estamos muertos de frío,  y muy, muy cabreados.

Yo también estoy, francamente, muy enfadada. Pero mi malestar tiene más de desprecio que de ira.  Tengo la sensación de que no hemos sido suficientemente cuidadosos con nuestra Democracia. No les hemos  hecho saber a aquellos en los que delegamos, solo delegamos, la gestión de nuestros asuntos públicos, que no estábamos dispuestos a ser consentidores, espectadores pasivos de sus desmanes; a transigir, a hacer la vista gorda con sus comportamientos indeseables y delictivos. Ni siquiera a cambio de las migajas que se les cayeran de la mesa en forma de un ficticio bienestar que traía en si mismo la simiente de nuestra desgracia colectiva. El bollo crujiente para hoy y el hambre para mañana.

Nos hemos dejado arrastrar por un ensueño banal, ramplón, de pobretones renacidos en nuevos ricos…, y hemos descuidado la educación rigurosa y de calidad de nuestros hijos, el ejercicio de una Justicia no contaminada por estar al servicio de intereses inconfesables. No hemos protegido a nuestros jóvenes talentos, ni fomentado la inversion en I+D.  No hemos dirigido nuestro esfuerzo al desarrollo de  una  economía productiva, sostenible, y respetuosa con el medio ambiente. Hemos ignorado, incluso denostado,  los valores de la disciplina, de la voluntad, y de la excelencia, como simiente indispensable en una sociedad de progreso, que no debe entenderse necesariamente, como sinónimo de una sociedad progresista en el sentido y la acepción que a esta  palabra le atribuye la izquierda.

Nos hemos conformado los españoles, con poca cosa, y con cosas, que el tiempo se ha encargado de poner en su justo valor. Ladrillo a precio de oro, y oro a precio de ilusión, y eso, evidentemente no ha funcionado. Hemos sido poco ambiciosos porque lo importante no ha sido para nosotros lo prioritario.  Ahora buscamos culpables. Estamos de suerte, porque haberlos, claro que los hay, por todas partes. Como estamos en tiempo de derribo, las ratas salen de sus escondrijos espantadas con lo que se les viene encima. Les vemos entrar ojerosos y circunspectos,  en los Juzgados, un dia  si y otro también. Alguno incluso, está en la  cárcel y algún otro veremos cruzar la puerta de la trena. Otros, los más, se irán de rositas. Tampoco eso es una novedad, siempre ha sido así.  Ya se sabe, hay que tener amigos hasta en el Infierno, y estas gentes, tienen muchas voluntades compradas y amenazadas.

En cualquier caso, nuestro futuro sigue siendo nuestra responsabilidad. Esta es nuestra suerte y nuestro riesgo.  Es intransferible. Podemos hacer como que no nos concierne. Incidir en el error, una y otra vez, de ignorar nuestra obligación de exigir responsabilidades a quien le damos nuestra confianza de gobernabilidad. Podemos trasladar y depositar en otros, cualesquiera que estos sean, y llámense como se llamen, la culpabilidad,  que en gran medida se encuentra en nuestra toma de decisiones.

Ciertamente, la competencia sobre los asuntos de Universo Mundo, son para nosotros inalcanzables, e inasumibles, sin embargo, es fundamental tomar las riendas de nuestra inmediata vida personal y social, con determinación, con autoexigencia, y con madurez si queremos que en el infortunio tenga cabida la esperanza. Una sociedad que confía su futuro a un Estado supuestamente benefactor, paternal, tutelador, es un sociedad infantilizada, inmadura, y frágil.  Será siempre vulnerable, estará indefensa, sujeta a los  vaivenes de la voluntad discrecional de los poderosos, se muestren estos ante las cámaras con chaqueta de Armani o camisa de baratillo; se peinen con rizo engominado jerezano o coleta sobre la joroba  mal disimulada.

La dignidad, la Justicia, la Igualdad y la Libertad, no se mendigan. Se exigen y se ejercen. No vale todo, y no todo tiene un precio. Esta, creo yo, debería ser una regla un oro para los ciudadanos. Para cada uno de nosotros. Evidentemente, no podemos exigir a otros lo que  no estamos dispuestos a exigirnos a nosotros mismos. 

Mi abuela decía  que así te ven … así te tratan. A nosotros nos han tratado muy, pero que muy mal. Este es el momento de preguntarnos el por qué. Nunca es tarde para ponerse delante del espejo.