domingo, 21 de octubre de 2012

"... DE NUEVO EN CASA"


He vuelto. De nuevo, he abierto las ventanas de par en par de esta mi casa virtual, para que el aire fresco de la mañana inundara sus pasillos y se derramara por sus mas recónditos rincones. Los silencios, todos, han secado sus lágrimas de este tiempo incierto, y se han ido por la puerta que les he dejado también abierta, para que volaran, por fin,  libres y esperanzados. Les he visto alejarse, dirigiéndose al infinito, el mismo en el que habita mi memoria. En ella, recobrarán la  calma y ocuparan su sitio por siempre, recuperada  la fuerza y el significado, de aquellas palabras que no pudieron  salir  de mi boca.

Este tiempo, no obstante, no ha sido cubierto por las ardientes arenas del desierto en soledad, sino que inesperadamente, los ángeles nos han cobijado bajo sus cálidas alas, y tomándonos de la mano, nos han conducido por el camino más seguro, sorteando el dolor y librándonos del miedo agazapado en las manecillas del reloj. Han acompañado los malos ratos, y los ratos peores. He podido ver como  en su sonrisa viajaban los mensajes de ánimo que llegaban hasta mi en los labios de los desconocidos con los que me he cruzado casualmente.

A mi lado, en este periodo de grises iluminados, han estado los míos. Más míos que nunca. Los de mi sangre, los que son vida de mi vida. También, aquellos que se me acercaron en un momento, y decidieron quedarse a mi lado y yo al suyo. Son los amigos que ofrecen generosamente su cercanía, más valiosa que cualquier tesoro.

Presentes, también, han estado las ausencias, imposturas, pobrezas … las menos. Insignificantes. No cuentan, porque no suman. Tampoco restan. No pueden. Han dejado de ser.

En este tiempo, breve y penetrante como una herida, he caminado por la senda de la paciencia y de la esperanza. He escuchado con atención las voces que claman en el alma, y me he alegrado de saber, que siguen ahí, que no me han abandonado y que yo, no he olvidado su lenguaje.

Mis palabras hoy, se engalanan de gratitud y de agradecimiento. A quienes me han mostrado la gloria de la generosidad, el tesoro de la lealtad, la inconmensurable grandeza que anida en el corazón sencillo de las personas buenas; a quienes me han descubierto la triste banalidad que se esconde en el intrincado laberinto de las pequeñas cobardías. Gracias, a todos ellos.

La vida retoma la magia de lo cotidiano y de regreso a esta mi casa virtual invito a todos aquellos que han llamado a mi puerta y no me han encontrado, a que celebren conmigo, la maravillosa y extraordinaria emoción de sentirnos vivos