domingo, 25 de noviembre de 2012

ELECCIONES EN CATALUÑA...MAS O MENOS



Hoy han votado los catalanes, a estas horas de la tarde se esta realizando el recuento de votos.  El Presidente de la Generalidad, Sr. Mas, después de agarrarse un buen rebote por la negativa de Rajoy a que Cataluña manejase la cosa fiscal a modo de yo me lo guiso yo me lo como, es decir, como lo hacen los vascos a cuenta del cupo, agarrado al canasto de las chufas, con uñas y dientes, ha convocado el adelanto de las elecciones autonómicas convertidas en un tanteo,  a ver si la opción independentista-secesionista triunfa en la ciudadanía catalana. Imagino que los gerifaltes catalanes habrán considerado que la sociedad catalana está suficientemente macerada en el odio y el desprecio a la nación española después de muchas décadas de adoctrinamiento por tierra mar y aire, es decir, desde todos los ámbitos de poder catalanista, con la inestimable colaboración, por omisión y desistimiento, de los distintos gobiernos nacionales de turno, siempre temerosos de que el nacionalismo mas radical, excluyente y antidemocrático pudiera tacharles de “españolistas”.

Los señores Mas, Duran y Lérida, así como el hijo barbudo de Pujol, del que no recuerdo ahora su nombre,  todos ellos mandamases de un  nacionalismo político, pringadito de escándolos económicos e inmerso en procesos judiciales que tienen que ver la apropiación e lo ajeno en uno u otro modo, dicen que España les roba y que se quieren poner por su cuenta; tener, definitivamente, su chiringuito montado per secula seculorum sin que nadie les tenga que decir ni mu. Estos señoritingos, se han puesto muy campanudos, y como gallinas histéricas andan de un lado para otro, cacareando en los medios que tienen en nómina que los españoles les robamos, a ellos, que son  gente tan, tan seria, tan formal, tan trabajadora, emprendedora, ahorradora y con un seni que ¡válgame Dios¡ se les sale por las orejas de lo crecidito que lo tienen.

Ciertamente, es para quedarse verdaderamente pegado, como un chicle hibernado, cuando se oyen esas cosas. No es que a mi me importe una higa  que Cataluña de independice, pero resulta  un pelín indecoroso que estas mamarrachadas las suelten los responsables politicos de Cataluña cuando tienen que venir a Madrid, es decir, a la capital de la Nación, a mendigar que de las arcas públicas se nos sople la guíta para que puedan financiarse los mastodónticos gastos en los que han incurrido los despilfarradores gobernantes catalanes durante lustros.  Llegan en un momento chungo, la verdad, porque las arcas del estado están cubiertas por las telarañas del paso del tiempo sin hacer caja; los fondos patrios están sin blanca, o por decirlo de otro modo, están hipotecados y con las cuentas al rojo vivo.  Vive el Estado de prestao, pero  insisten machaconamente en que  les soltemos el parné, que estan cocidos,  que no tienen ni para comprarse un bocadillo de butifarra de la mala. Eso si, como la vieja señorona de  la  magistral obra  "Misericordia", de  D. Benito Pérez Galdós, arruinada y empobrecida y miserable, pretenden matar el hambre  poniendo a mendigar a la criada, que somos ¡faltaria más¡ todos los demás españoles, esos menesterosos que dicen que les robamos, mientras los señoritos catalanes, mas tiesos que la mojama, mantienen el apresto de un pretendido señorío que no es otra cosa que el aire rancio de lo peor de la provincia, del quiero y no puedo, revestido de un orgullo ridículo y patético. 

Durante las ultimas décadas, los nacionalistas catalanes se han aprovechado del sistema democrático para ir haciendo sus pinitos, ensayando la experiencia de ser  un “estadin”, un reinito de taifas. El microimperio catalanoide. Evidentemente, con el seni que caracteriza la acción de los políticos catalanes, nos han ido royendo los bolsillos a la vez que nos insultaban por poco generosos con sus necesidades nacionales. Empeñados en convencernos de su hecho diferencial resulta que hemos tenido que someter a su penitencia nuestra mera existencia, por lo que con un respeto reverencial nacido de nuestra culpa culpisima, la Nación en lo que concierne a su elementos institucionales, comenzando por la mas Alta institución y de ahí abajo todas las demás, se ha acercado a las demandas insaciables del nacionalismo catalán, con las rodillas desolladas de tanto arrastrarse de pacto en pacto, y tiro porque me toca, y cuyas partidas acaban siempre del mismo modo, soltandols la pasta y pidiendo perdón, para financiar un sinfín de medios de comunicación encargados de fabricar el mundito catalan happy happy, montar las adecuadas estructuras judiciales bien untaditas de lo que haga falta, organizar un sistema educativo en el que España sencillamente no existe ni ha existido nunca, si no es como fuerza opresora y ocupante. Durante años se ha perseguido a los ciudadanos que pretendían hacer uso de su idioma español en la vida publica, y oficial, violentando los derechos humanos mas elementales en relación con el uso de la lengua, hasta el punto de censurar y penalizar su uso a los niños castellano-parlantes en las escuelas de infantil, o a los enfermos en los hospitales. 

Los políticos catalanes llevan ciscándose, mofándose y cachondeándose de la Constitución española muchísimo tiempo, tanto, que nuestra Ley de leyes ha quedado reducida en esta parte del territorio español un papelillo ajado, trasnochado e inoperante, porque, sencillamente los ciudadanos catalanes de mas edad no han tenido interés alguno en respetarla, y los mas jóvenes han sido educados en el desprecio olímpico de la Ley que rige en su propio país, que no es otro, mal que les pese, que España; la norma de mayor rango  que ampara la libertad y la igualdad en su nación,  la nación española, de la que reniegan, sin a penas conocerla.

Así las cosas, podríamos pensar que el Gobierno del señor Rajoy  tendría que poner los puntos sobre las ies en este dictado llenecito de faltas de ortografía, en el que se ha convertido la reciente historia de la decadente España, “la malquerida“. El desafío lanzado por Convergencia y Unión, pretendiendo imponer  la secesión de una parte del  territorio nacional, requeriría en mi opinión una respuesta con algo mas de contenido que la meliflua y acomplejada posición que ha adoptado. Como me sucede en tantas ocasiones, no veo yo muy complicado caminar por la línea recta, ya se sabe, la distancia más corta entre dos puntos, comunicando a las fuerzas políticas independentistas, primero, que la  posibilidad de la secesión no se contempla en la Constitución Española, y segundo, que la pela es la pela, y que no le vamos a sacar de la boca el pan a los niños de los parados españoles para que en Cataluña se mantenga el chiringuito indenpendista y sus costosísimos oropeles. 


Creo que sería deseable no hacernos eco del engaño nacionalista, que mucho me temo, intentará llegar un apaño con el Gobierno central, consenso lo llaman ahora, para que Cataluña se sienta mas cómoda dentro del Estado. Utilizo este lenguaje deleznable, porque  suele ser el habitual, con el que nos pasan una mano por el lomo, mientras que con la otra nos agarran por el mismísimo gaznate hasta que soltamos la pasta que es de lo que se trata, al fin y a la postre. Parece que el 3% del que hablaba el Sr. Maragal de coíma en el trasiego de los negocios públicos de la Generalidad y aledaños, no ha dado lo suficiente para calmar el hambre insaciable del nacionalismo. Así  la mandanga de poner un precio a su pertenencia a España nos está costando un riñón, en euros y en dignidad. Si Cataluña está dispuesta a permitir que sus mandatarios, elegidos por ellos en las urnas, se lo lleven crudo es su problema, en ningún caso puede ni debe ser el nuestro.  

No tengo ni idea de cómo será finalmente el resultado de estas elecciones, pero estaría encantada de que como consecuencia de las mismas, pudiéramos acabar con esta situación. Sería deseable, en mi opinión, que  con buen tonito, sin prisa, pero sin pausa, mas pronto que tarde, España siguiera su camino por los derroteros que la Historia le tenga deparados sin las partes que tanto dolor le causan. Muchos queremos ser y estar  libres de una Cataluña que nos pesa a los españoles como un muerto  cada día más difícil de soportar, cada vez más pestilente. Cataluña se ha vuelto muy aburrida para España, banal y poco divertida, provinciana y faltona y ademas, por si fuera poco, carísima. 

Que se marchen, o que nos dejen ir, ahora que la caja esta medio vacía, que como esperemos un poco mas,  con ese seni que les caracteriza, nos dejan en bragas, y lo que es peor,  sin el aliento y el ánimo que España necesita imperiosamente para seguir siendo la gran nación centenaria que es, pese a Cataluña, pero no solo y únicamente, a pesar de Cataluña.

Que se marchen pero que no se lleven lo que no les pertenece, hagamos números y cerremos cuentas y fronteras,   y aquí paz y después gloria.  Estamos dispuestos a cambio a proporcionarles gratis total, como a ellos les gusta, una Corona Real:   la dinastia de Undargarin y señora.

sábado, 10 de noviembre de 2012

DESAHUCIO: PUNTO DE PARTIDA.



He abierto el portátil y me he dado de morros con la noticia: “una mujer ex concejal del Psoe de Baracaldo se ha tirado por la ventana de su casa, perdiendo la vida, ante la amenaza inminente de ser desalojada de su vivienda en un procedimiento de desahucio“. Esta es la noticia que se ha extendido como la pólvora por la red, y, como he podido ver, también en todas las cadenas  de televisión.

El suicidio de esta persona se ha convertido, en fuente de opinión de transeúntes y caminantes urbanos, abordados por reporteros imberbes ansiosos de lograr  su minuto de gloria televisiva recogiendo en caliente las palabras de ciudadanos indignados con la situación por la que España se desliza hacia el abismo y que alcanza las máximas cotas de dramatismo, como no podría ser de otro modo, con las muertes desencadenadas por suicidio de aquellos que se quitan de en medio antes de soportar  el desalojo de las casas que debían a  los bancos, en forma de créditos hipotecarios.

La realidad es tozuda, se impone y nos persigue a lo largo de nuestra vida. El mundo happy en el que hemos jugado al juego peligrosísimo del que hay de lo mío,  en las últimas décadas, se ha esfumado y nos encontramos con que nuestras actuaciones del pasado, mas o menos inmediato, nos persiguen como fantasmas que nos miran a los ojos y nos causan terror. No quiero entrar a valorar si la ley hipotecaria española es más o menos adecuada, y mucho menos voy a entrar en la cuestión de si la banca y las instituciones financieras en general tienen dientes afilados como puñales con los que nos devoran con ansias asesinas…Doy por hecho que vivo en un país en el que la corrupción chorrea por los cuatro costados; en el que, políticos, sindicalistas (valga la redundancia), jueces, artistillos, medios de comunicación, compiten en desvergüenza y deshonestidad, y un día si y otro también, nos encontramos con escándalos protagonizados por los prohombres y megamujeres miembros (y miembras, como diría alguna feminista del rojerío) de las elites dirigentes, de esta cosa que ha dejado de ser una ciudadanía para ser “pueblo” , como a la mayor parte de los españoles les complace denominarse.

Estamos en crisis. Es obvio, y de tanto oírlo y tanto decirlo, no se percibe como una circunstancia que tiene el nacimiento en nosotros mismos,  en la que hemos participado activamente,  de la que somos protagonistas principales y en la que ostentamos una directa responsabilidad. Cada día mas, en mi opinión, el  momento crítico que vivimos, que se expande en el tiempo densamente e impregna todos los ámbitos de la vida social,  pareciera fruto de una maldición de dioses perversos; fruto del proceder de entes capitalistas, difusos e imprecisos, pero que, en todo caso, nada tiene que ver con  cada uno de nosotros. Esta perspectiva, que se desprende de comentarios en la calle, en los medios, y de la mayor parte de las fuerzas políticas y sociales, constituye el  máximo exponente de nuestra inmadurez colectiva y de los escasas posibilidades con las que contamos para superar nuestra penosísima situación actual.

El Estado español no paga las deudas que ha contraído con sus prestamistas internacionales, mediante las cuales ha  venido financiando, a crédito,  el escandaloso despilfarro nacional con el que hemos vivido sin pegar palo al agua, como quien dice, (basta comparar nuestros índices de productividad, con los de aquellos países a los que les debemos hasta la camisa). Las Administraciones (sobre todo Autonómica y  Local, pero también  Central)  nutridas de poltronas en las que asientan sus posaderas centenares de miles de politicastros nacionalistas y no nacionalistas, no pagan tampoco lo que deben,  arruinando a los acreedores, en este casi compatriotas (pymes, autónomos etc), con lo que han propiciado la perdida de centenares de miles de puestos de trabajo. Y, llegamos al final de la cadena, a los ciudadanos corrientes y molientes, que, al igual que los anteriores, tampoco asumen sus compromisos económicos, entre ellos, el pago de las hipotecas de sus casas, contratadas a crédito variable de n-mil años, con una banca deleznable, irresponsable y codiciosa, es decir, como todos. Es decir, como ellos mismos. Esto es lo que somos, un país moroso de morosos.

En estos años, ser pobre pero honrado, había dejado de ser un referente de dignidad personal. Los modelos imperantes han sido otros y muy distintos, primando sobre todas las cosas, el axioma de que todo el mundo tenía un  precio, que este precio era relativo, variable y coyuntural, siempre funcional y a servicio del objetivo a conseguir. Hemos asistido al espectáculo lamentable de una sociedad cuyas élites se nutren de famas y honores inmerecidos, de hombres y mujeres estúpidos, incultos y ambiciosos; de una ciudadanía en gran parte irresponsable, de conducta infantil, banal  y acrítica, que se encontraba en una básica y elemental sintonía con sus dirigentes en cuanto al objetivo que han compartido:  tener mas por menos, poner menos por más. Un sociedad en la que prima la ley del mínimo esfuerzo, la licitud de cualquier medio para conseguir el fin; en la que  todo el mundo ha llegado al convencimiento, por la constatación misma de los hechos,de que la Ley está, sobre todo y fundamentalmente, para no cumplirla. A esto lo han descrito en innumerables ocasiones como “la paz social”, evidencia patente de que nos han tomado por imbéciles y no nos hemos percatado de ello, o hemos mirado hacia otro lado, haciendo gala de una condición interesadamente lanar.

En este tristísimo panorama algunas personas, últimamente, han decidido quitarse la vida antes de que les “quitaran” la casa. Los medios y la mayor aparte de los agentes sociales, se han apresurado a ponerse graves, gravíiiisimos, y con voz campanuda claman enfurecidos porque se  detengan  los desahucios, alegando que los españoles se tiran por la ventana porque los bancos les quieren echar de sus casas, y que,  la responsabilidad de que no paguen su hipoteca no es suya sino de la crisis.

Pensar que alguien se quita la vida porque pierda su techo, es en mi opinión, sencillamente una bobada no exenta de malignidad. Millones de personas en el mundo pierden sus casas o  no conocen lo que es tener un techo. Hombres y mujeres a lo largo y ancho del Planeta sufren inconmensurablemente, víctimas de persecuciones, torturas, pobreza y enfermedad. Pierden a sus hijos pequeños, a sus padres; son objeto de humillaciones y  de terribles abusos, y…no deciden quitarse la vida. El suicidio es otra cosa y tiene otras motivaciones, complejas, y de muy distinta índole.

Los que pretenden buscar una solución para los propietarios de viviendas que se embarcaron en deudas multimillonarias en relación a sus ingresos y sobre todo a la seguridad de los mismos, y que hoy, como era más que previsible, no pueden  hacer frente a las mismas, buscando la cancelación de la deuda o justificando su impago, hacen un flaco favor a la economía global del país. La solución a una situación sobrevenida de indefensión social, tendrá que tener, en todo caso,  un solución de la misma naturaleza. El banco no puede regalar el dinero, sencillamente, porque no es suyo, sino de sus depositantes.

Por otro lado, si la cosa va de no afrontar las deudas que los ciudadanos tienen contraídas, me pregunto si el desahucio por impago del alquiler no debería tener el mismo tratamiento. Es decir, que a los propietarios de viviendas arrendadas (en muchisimos casos a precios abusivos y en condiciones deplorables, por no utilizar otro adjetivo más contundente), en caso de que el inquilino no pague porque la crisis le ha afectado de manera notoria, se les plantee  una moratoria forzada y sine die hasta que la situación mejore o una rebaja del precio del alquiler ajustada a la nueva situación del inquilino, decidida por ajenos,  mientras el inquilino sigue ocupando su casa, le parezca al propietario, bien, mal o peor.  No parece que vayan por ahí los tiros, mas bien todo lo contrario.  No hace nada que el Gobierno ha aprobado una nueva  Ley de Arrendamientos, en la que el retraso  de 10 dias en el pago de la renta, pone la inquilino de patitas en la calle por la vía judicial. A todo el mundo le ha parecido estupendo el endurecimiento durísimo de esta ley y los arrendadores están dando palmas con las orejas. Se la denomina con inexplicable orgullo la Ley del desahucio expres, ¡es que tiene bemoles la cosa¡

El  problema de la pérdida de la propiedad por incumplimiento de la obligaciones contractuales contraídas se puede hacer extensivo a multitud de situaciones:  al impago de la cuotas del coche, que necesitamos para ir al curro, o incluso que utilizamos como herramienta de trabajo,  por ejemplo.. Y  qué podríamos decir de todos aquellos que de manera imprevista se han convertido en viudos o viudas de la noche a la mañana y han visto reducidos sus ingresos familiares al  cincuenta por ciento, ¿no deberían tener un tratamiento "considerado" en relación con sus deudas contraidas?  Igualmente debería suceder con las victimas de la enfermedad sobrevenida,  o de la mala suerte en general.  Por no hablar de aquellos que por su mala cabeza y su peor vivir, se han fundido los sueldos en copas, viajes, vacaciones, cruceritos, cenas, trapos, móviles de ultima generación, baretos, al tiempo que ostentaban la doble condición de propietario-hipotecado, y ahora lloran lágrimas de cocodrílo porque les ha sucedido lo que a la cigarra,  que ha llegado el invierno y están cagaditos de frio, o lo que es lo mismo, en la puñetera calle con la que está cayendo.

Es el momento de crecer de una vez y dejarnos de tanta mandanga propia de niños malcriados. Es urgente madurar, mirarnos a nosotros mismos, y si no soportamos la imagen que vemos, a lo peor decidimos optar por el suicidio, que, por otro lado,  ha sido una opción humana desde el principio de los tiempos, seguramente la mas equivocada de todas las opciones posibles. Hay otras alterantivas, quizá mas difíciles, como la de volver a empezar, por ejemplo.

Perder la casa, y mantener la vida es una enorme suerte. Solo hay que darse una vuelta por cualquier hospital, cerrar la boca y abrir bien los ojos.  Mirar al futuro, partiendo de cero, es  una oportunidad que nadie debería desperdiciar, pero eso solo es posible si estamos dispuestos a cambiar  las reglas de juego por el que se rige nuestra existencia cotidiana. Asimismo, es indispensable también,  la exigencia de responsabilidades, incluso en el orden penal, a  los cargos públicos y dirigentes políticos, que traicionan e incumplen el deber que se les ha encomendado democráticamente de ejercer una acción política transparente, ajustada a la ley, y con estricto respeto a la igualdad y la libertad de todos los ciudadanos.  Habría que comenzar por asumir que somos libres para actuar y responsables de nuestras acciones. Que nuestra conducta tienen consecuencias, que nadie mas que nosotros somos actores protagonistas de nuestra vida.

En este tiempo he pensado con frecuencia en la sencilla fórmula de economía familiar que se vivía en mi casa cuando  yo era niña. Se trataba de no gastar lo que no se tenía, de guardar un poquito de lo que se ganaba, y de no pedir aquello que no se sabía que se podría devolver. Esto es lo que mi madre y padre hacían cuando mis hermanas y yo eramos pequeñas,  administrando de manera magistral la escasez de aquellos tiempos que fueron verdaderamente duros y en los que en nuestra vida de niñas nunca faltó lo básico, lo fundamental, lo realmente indispensable. Esto fue lo que ellos me enseñaron, lo yo que aprendí y lo que aun no he olvidado.

Vivir es un ejercicio de alto riesgo, que comporta esfuerzo y coraje, grandes dosis de paciencia, y sobre todo de esperanza. Es el momento de comportarse con altura de miras y disciplinadamente. Parece que hemos crecido pero no nos hemos hecho mayores, y los zapatos escolares nos han quedado  pequeños,  nos han hecho ampollas. El dolor  no nos dejan caminar, causándonos mas sufrimiento del que podíamos imaginarnos. Es preferible ir descalzo, y ligero, confiando en  que nuestra piel se curtírá con cada uno de nuestros pasos. El camino que queda por delante, es felizmente largo e incierto; nada está perdido ni ganado para siempre. Como decía D. Antonio Machado (que no Serrat con sus ridículos gorgoritos) “para el caminante no hay camino, se hace camino al andar… golpe a golpe,  pero también… verso a verso”.