viernes, 8 de junio de 2012

MUJERES POR LA JUSTICIA..., ESTAREMOS EN LA PLAZA DE COLON DE MADRID

Mañana por la tarde tengo una cita. Es nueve de junio, y la Asociación de Mujeres por la Justicia, nacida en el seno de la VCT me ha convocado a una concentración en la Plaza de Colón de Madrid, para reclamar al Gobierno del Partido popular que rectifique en su política antiterrorista, sobre todo, y en particular, en lo concerniente a la política penitenciaria que está lleva llevando a cabo.
Estoy citada a las 6 de la tarde, y no faltaré.

Tengo claro, a esas alturas, y con la que está cayendo, que todo el mundo conoce la repugnante actuación del máximo responsable de Gobierno socialista de Rodriguez Zapatero y su ministro de Interior, Pérez Rubalcaba en sus tratos, acuerdos, compromisos, y cambio de cromos, con los asesinos etarras encaminados a lograr eso que ellos llaman “la paz”, mediante “el proceso” en el que “ese mundo” se avenga a razones y nos perdone la vida a los españoles. Este es el lenguaje eufemístico que se ha venido utilizando durante los últimos años para ocultar la verdadera naturaleza de lo que no es otra cosa que una negociación con asesinos terroristas, en la que se ha torcido el brazo de la Juscia, se ha corrompido a los jueces, se ha manipulado a la opinión pública, se ha engañado a los incautos, y , lo que es peor, se ha estimulado lo peor de nuestra naturaleza humana, la insolidaridad con los más débiles, con los perdedores, el  olvido de las minorías, el acoso a las victimas, el aislamiento social de los que aun resisten y exigen con valentía y tenacidad, la justicia para sus muertos.

El gobierno socialista ofreció  a la ciudadanía española el peor de los pactos posibles: hacer la vista gorda con los tejes manejes que se traía con la ETA, a cambio de ir a lo nuestro que no era otra cosa que dejarnos de problemas, que ya teníamos cada uno bastante en lo que pensar, es decir, en nuestro bolsillo, y el pincho de tortilla y caña,  mientras la crisis económica nos mordía los talones. En otras palabras, se trataba de convencernos de que lo más práctico, lo que de verdad nos convenía a los españoles, es que se hiciera realidad el  vergonzoso e inmoral dicho, tan nuestro, “el muerto al hoyo y el vivo al bollo“. Después de ocho años, los españoles, hundidos en la miseria económica, y presos de nuestra mediocridad moral, parece que hemos dado por buena la recomendación de aquellos políticos, corruptos y miserables, y hemos abandonado el ideal de Justicia, si algún día lo tuvimos, y abrazados a la farola que hace ya tiempo ha dejado de lucir, aturdidos por en la resaca de una realidad frívola que da sus últimas bocanadas.

Ha llegado el tiempo del Gobierno Popular dirigido por Mariano Rajoy, con un tal Fernández como ministro de Interior. El partido político que ha visto caer asesinados por la ETA, con la complicidad de HB, Bildu, Amaiur, o como elijan llamarse,  a decenas de sus concejales vascos; el partido de Miguel Angel Blanco, de Ordoñez, del matrimonio Becerril, de Ortega Lara, de Zamarreño… ese mismo partido, está llevando a cabo de manera absolutamente insultante para las victimas, y para todo los españoles que les dieron su confianza en las urnas, una política antiterrorista continuista de la protagonizada por el PSOE. Yo, particularmente, tengo la certeza moral de que Mariano Rajoy pactó en su día con Rodríguez Zapatero, cada punto y cada coma, de lo acordado con la ETA. La prueba más evidente, es el impulso qu está dando a la Vía Nanclares, y toda esa mandanga de la reinserción de los asesinos “arrepentidos”, que solo se arrepienten para dejar las rejas y salir de copas, a lucir palmito por las mismas calles en las que arrancaron la vida a sus víctimas. Fernandez Diaz, el instrumento de Rajoy en el ministerio de Interior, se esta ocupando personalmente, de que victimas y verdugos cambien impresiones en una especie de psicodrama, repugnante y que me ofende en lo más profundo, con un trasfondo que parece formar parte de una puesta es escena morbosa y vergonzante;  una dinámica en la que el asesino dice que se arrepiente, la victima que le perdona, y el gobierno, le pone en la calle que es de lo que se trata, de cumplir lo acordado con los de la capucha. Teniendo en cuenta que la amnistía es (por ahora) inviable constitucionalmente, digamos que el Gobierno la lleva a cabo “en pildoritas”.  Gallardon, en Justicia y Fernandez en Interior, son los encargados de hacernos tragar la medicina de la reinserción, poco a poco, sin prisa pero sin pausa, y todo, todo, todo, por nuestro bien y con absoluta legalidad.

Eso si,  la legalidad que no falte, y para que no falte, hacemos la ley que necesitemos, para un roto o para un descosido. Para ejecutarla ya tenemos adocenados a los jueces, y sobre todo, a los fiscales, y por si fuera poco, reforzamos la jugada  con el Tribunal Constitucional, dispuesto siempre a cometer la fechoría jurídica que le ordene el poder político. 
La Iglesia católica, sobre todo la vasca, siempre atenta a proteger a los asesinos e insultar a sus victimas, bendice “el proceso”; metida  hasta las trancas, ha perdido la sotana, y se ha quedado con las verguenzas al aire  mas en evidencia que nunca,  amparando las  componendas de la ETA con el Gobierno. Mientras, los demonios sonríen divertidos escuchando la  meliflua voz de Monseñor Uriarte exigiendo a las victimas que colaboren “en el proceso” como se les mande, o se callen. Da miedo reflexionar en lo que se ha convertido la Iglesia en el Pais Vasco, en cuyos seminarios ha germinado durante décadas las semilla del odio nacionalista, hacedora de monstruos asesinos, con la aquiescencia de la Conferencia Episcopal Española, y el silencio cómplice del Vaticano.

Las victimas están solas. España ha abandonado a sus victimas. Las quiere calladas. No solo calladas, las quiere aguantando y tragando, humilladas.

España, no quiere que la salpiquen sus lágrimas ni sus ausencias, ni sus recuerdos ni sus orfandades. Lo que quiere España, es que las victimas, la dejen en paz, que se vayan con sus lloros a otra parte, que no está el horno para bollos, ahora; sobre todo ahora, que no tenemos donde caernos muertos. España, cegata y cruel,  no comprende lo que es caerse muerto. Muerto de verdad, muerto para siempre, muerto derramando sangre. Los españoles, que claman por que se haga justicia con los banqueros porque  dicen que les han estafado, que se duelen porque se quedan sin trabajo, porque no pueden pagar la hipotecan su casa, porque peligra el presente y el futuro de sus hijos, estos mismos españoles, no comprenden que ninguna de estas cosas tiene la menor importancia, si ya estás muerto, porque alguien ha venido te ha pegado un tiro en la nuca, o ha fallecido tu hijita aplastada entre los escombros de tu casa destruida por una bomba asesina de la ETA.

El sufrimiento de las victimas del terrorismo va mucho mas allá de cualquier dolor que podamos imaginar, porque no tiene esperanza;  se ancla en el  pasado del asesinato de la persona  amada  y en el eterno futuro de su ausencia.  Las victimas del terrorismo solo cuentan con la Justicia, con el respeto a la Memoria de sus muertos, con el reconocimiento  de su Dignidad personal y ciudadana. Las victimas, únicamente  nos tienen a nosotros, a los ciudadanos corrientes; cada uno de nosotros somos su voz y su escudo. Nos piden ayuda para  dirigirse, con nuestro apoyo, a los gobernantes de la nación española y recordarles que nada les autoriza a utilizar la Justicia que España debe a las Victimas como moneda de cambio con terroristas asesinos, porque nos dejen de matar.  Las victimas pueden o no perdonar a sus verdugos; los asesinos pueden o no pueden arrepentirse de sus delitos, pero la Justicia, es anterior a  las posturas, actitudes o voluntades personales e individuales.

Mujeres por la Justicia me ha convocado como ciudadana para decirle al Gobierno de Mariano Rajoy lo mismo que se le dijo al Gobierno socialista de Rodriguez Zapatero, y yo, acudiré a su convocatoria, como siempre he hecho, con la certeza de que a su lado, estoy con lo mejor de mi país, defendiendo los valores de la Libertad, la Democracia y la Justicia en España, los motivos por los que fueron asesinados aquellos que hoy se quiere silenciar y olvidar. No lo harán con mi voto. No lo harán con mi indiferencia.

No lo harán con mi silencio.