Estoy de vuelta, regreso a esta,
mi casa virtual, y abro puertas y ventanas, dejando que la luz del mundo que me
rodea inunde cada rincón, que la brisa gélida del Invierno recorra sus paredes, y renueve los aires atrapados desde mi ausencia.
“En mi propio nombre” no tiene
grandes secretos, tampoco importantes pretensiones. Recoger mi propia voz,
acunar mi reflexión, liberar mis, a veces caóticos, pensamientos, y no en pocas
ocasiones, mitigar la ira y el dolor, de aquellos a quienes sin conocer, también
he hecho míos. Este lar, se ha ido construyendo palabra a palabra,
lentamente, sin ecos.
Esta casa mía, es humilde y
desconocida en el mundo inmenso e inabarcable que constituye la red de redes,
el entramado virtual de la comunicación que todo lo comprende, sin embargo,
no dejo de constatar con renovado asombro, cómo me visitan conocidos y desconocidos, personas
a las que nunca pondré un rostro, ni una voz, ni conoceré su mirada, ni su risa,
ni tendré que soportar su animadversión. Ellos, han entrado en esta casa y han
recogido mi pensamiento y mi palabra; saben muchas cosas de mí, y sin embargo,
nunca compartiremos una taza de café, no nos enfadaremos en un mal pronto, ni miraremos juntas un
horizonte compartido, ni nos reiremos sin ton ni son, con lo que a mi me gusta eso de la carcajada contagiosa y sin sentido.
Mi casa, “En mi propio nombre”, ha recibido la mirada de multitud de ojos viajeros y curiosos, venidos, en algunos
casos, desde lugares lejanísimos; embarcados
en un complejo y diminuto dispositivo, guiados por un teclado. Han cruzado esta puerta, para ellos siempre
abierta, y han podido conocer la humildad de su amueblamiento, compuesto
elementalmente por mi sincera disposición vital y mi adhesión inquebrantable a los principios de la Libertad. Aquí me han encontrado siempre atenta a lo que sucede de puertas afuera, a
las voces que me llegan de la calle cercana, del patio, y de lugares
remotos del Planeta; aprendiendo de otros, de lo que escucho, de lo que veo,
de lo me dicta ese especial conocimiento que se oculta en lugares donde la razón no llega, donde
manda el corazón, que en mi caso, manda mucho. Así, les he recibido, sin cortapisas, vestida de casa, sin
maquillaje, sin impostura. No es este el lugar para componendas, ni medias
palabras, ni un cuartillo de lisonjas.
Esta, mi casa, está construida con
recias paredes y cimientos sólidos. No podría ser de otra manera. Son los pilares que acogen y sostienen mi Libertad.
A todos los que han llegado hasta
estas páginas durante el tiempo pasado,
a todos lo que están por llegar; a quienes antes de alcanzar al segundo párrafo
abandonen el viaje, a todos.. A quienes me conozcan y a quienes me imaginen, a
todos los que me recuerden y a los que me olviden… A todos, quiero llevarles hoy
hasta mi otro mundo: el de mi mirada. Es un lugar donde nacen los instantes que
han quedado atrapados en mi retina, y por
mi cámara fotográfica.
A partir de hoy, cuando me visiten encontrarán mis palabras, y también mis imágenes. Fragmentos de realidad se deslizan a lo
largo de las páginas que se desgranan en “En mi mirada”, que aún se
encuentra como un bebé en pañalees. Iré subiendo fotografías poco a poco, intentaré capturar con honestidad el mundo
reflejado, el mundo soñado, el mundo enamorado; las imágenes de
mi mundo, que siendo fuera de mi, vive en mi y, ahora, si así lo quieren, en también
en su propio mundo.
El enlace se encuentra aquí mismo, a la derecha de
sus ojos. Tan sólo un “clic”, y nos encontraremos al otro lado, por arte de
magia, y de la tecnología que nos
abraza. De nuevo juntos. Gracias.