Hace unos días en la Fundación Sabino Arana un cura de altos vuelos, y muchos galones, Monseñor Uriarte, Obispo emérito de San Sebastián dio una conferencia bajo el título Paz y Reconciliación. Llega la intervención pública de monseñor, en un momento este, preelectoral, en el que la banda de asesinos ETA, juega como ya es habitual, la baza que mas cuenta le trae. La cruel partida se disputa en esta ocasión, por lo menos, a dos bandas. De un lado, los asesinos; del otro, el Gobierno socialista flanqueado por el siempre siniestro PNV. La Iglesia de los vascos nacionalistas, de los vascos independentistas, no ha querido quedarse fuera de este juego infame, y quiere cantar las cuarenta en espadas, colocándose del lado del ganador en esta mano. Con las mismas espadas con las que se arrancó de cuajo la cabeza a mil ciudadanos españoles indefensos; con las que se desmembraron juventudes y esperanzas, va finalizando el tanteo, la timba, la negociación con los asesinos, lo que eufemísticamente han dado en llamar “el proceso”. Se lanzan órdagos y se hacen tratos y cambalaches con la memoria, la dignidad y la justicia que la nación española le debe a cada una de las victimas.
Vivimos momentos complicados en España, y aprieta la necesidad en muchos hogares. La conciencia de que la miseria y el empobrecimiento se encuentran a la vuelta de la esquina, se ha extendido por todo el país, y los ciudadanos corrientes y molientes se temen lo peor, que aun está por llegar. Estamos con el agua al cuello, y queda poco margen para que comencemos a asfixiarnos sumergidos en la practica quiebra del país, anegado por la corrupción y el desaliento. Los partidos políticos en plena campaña electoral centran su discurso en asuntos que tienen que ver poco o nada con los altos valores y las miras elevadas del ras del suelo, mas bien se ocupan de intentar convencer a los electores de que la crisis económica en la que estamos sumidos esta cuajadita de brotes verdes, de que verde era mi valle, y de que verde las han segao, y mientras tanto Rajoy parece encaminarse a la Moncloa con temblor de canillas, que no es para menos, porque los sapos y las culebras le saltan a la chepa por doquier desde el inmenso foso de reptiles en que el PSOE ha convertido a España. Por su parte, Alfredo, o el Sr. Rubalcaba (como guste, que no se aclara en el tratamiento este hombre) parece que tiene el futuro electoral color de hormiga, y el cenagal de corrupción socialista por el que transita, le está dejando la imagen de candidato que no hay por donde cogerla sin pringarse.
Entre tanto, esa cosa llamada proceso sigue adelante, sin pausa y sin interrupción, cumpliéndose punto por punto la hoja de ruta que ya hace meses tuvieron a bien los asesinos vascos terroristas en poner en el conocimiento de todos los españoles. ocialistas, nacionalistas, independentistas, fuerzas de seguridad tumorales, magistrados y fiscales envilecidos por el poder, la gloria y alguna cosa mas crematística me malicio, han decidido por todos nosotros y negocian con el alacrán al precio que haga falta, lo que lo que sea necesario. El objetivo de este Gobierno con Zapatero a la cabeza y con el candidato y ministro de interior hasta hace cinco minutos, Rubalcaba, (Sr. Alfredo) de llevar adelante las negociaciones con la ETA, esta ultimado, y esperan en breve, al parecer, el comunicado oficial de los asesinos para vender a los ciudadanos la paz de los cementerios, la paz disminuida y ultrajada, un cuarto y mitad de paz, como simiente de votos a cosechar para el Partido Socialista en las próximas elecciones generales. Su paz, la del gobierno y la de los terroristas, es una paz roñosa y oxidada, una paz que hiede y que duele, un paz sin libertad y sin justicia, una paz con la ley sucia y pringada