Hoy han votado los catalanes, a estas horas de la tarde se esta realizando el recuento de votos. El Presidente de la Generalidad, Sr. Mas, después de agarrarse un buen rebote por la negativa de Rajoy a que Cataluña manejase la cosa fiscal a modo de yo me lo guiso yo me lo como, es decir, como lo hacen los vascos a cuenta del cupo, agarrado al canasto de las chufas, con uñas y dientes, ha convocado el adelanto de las elecciones autonómicas convertidas en un tanteo, a ver si la opción independentista-secesionista triunfa en la ciudadanía catalana. Imagino que los gerifaltes catalanes habrán considerado que la sociedad catalana está suficientemente macerada en el odio y el desprecio a la nación española después de muchas décadas de adoctrinamiento por tierra mar y aire, es decir, desde todos los ámbitos de poder catalanista, con la inestimable colaboración, por omisión y desistimiento, de los distintos gobiernos nacionales de turno, siempre temerosos de que el nacionalismo mas radical, excluyente y antidemocrático pudiera tacharles de “españolistas”.
Los señores Mas, Duran y Lérida, así como el hijo barbudo de Pujol, del que no recuerdo ahora su nombre, todos ellos mandamases de un nacionalismo político, pringadito de escándolos económicos e inmerso en procesos judiciales que tienen que ver la apropiación e lo ajeno en uno u otro modo, dicen que España les roba y que se quieren poner por su cuenta; tener, definitivamente, su chiringuito montado per secula seculorum sin que nadie les tenga que decir ni mu. Estos señoritingos, se han puesto muy campanudos, y como gallinas histéricas andan de un lado para otro, cacareando en los medios que tienen en nómina que los españoles les robamos, a ellos, que son gente tan, tan seria, tan formal, tan trabajadora, emprendedora, ahorradora y con un seni que ¡válgame Dios¡ se les sale por las orejas de lo crecidito que lo tienen.
Ciertamente, es para quedarse verdaderamente pegado, como un chicle hibernado, cuando se oyen esas cosas. No es que a mi me importe una higa que Cataluña de independice, pero resulta un pelín indecoroso que estas mamarrachadas las suelten los responsables politicos de Cataluña cuando tienen que venir a Madrid, es decir, a la capital de la Nación, a mendigar que de las arcas públicas se nos sople la guíta para que puedan financiarse los mastodónticos gastos en los que han incurrido los despilfarradores gobernantes catalanes durante lustros. Llegan en un momento chungo, la verdad, porque las arcas del estado están cubiertas por las telarañas del paso del tiempo sin hacer caja; los fondos patrios están sin blanca, o por decirlo de otro modo, están hipotecados y con las cuentas al rojo vivo. Vive el Estado de prestao, pero insisten machaconamente en que les soltemos el parné, que estan cocidos, que no tienen ni para comprarse un bocadillo de butifarra de la mala. Eso si, como la vieja señorona de la magistral obra "Misericordia", de D. Benito Pérez Galdós, arruinada y empobrecida y miserable, pretenden matar el hambre poniendo a mendigar a la criada, que somos ¡faltaria más¡ todos los demás españoles, esos menesterosos que dicen que les robamos, mientras los señoritos catalanes, mas tiesos que la mojama, mantienen el apresto de un pretendido señorío que no es otra cosa que el aire rancio de lo peor de la provincia, del quiero y no puedo, revestido de un orgullo ridículo y patético.
Durante las ultimas décadas, los nacionalistas catalanes se han aprovechado del sistema democrático para ir haciendo sus pinitos, ensayando la experiencia de ser un “estadin”, un reinito de taifas. El microimperio catalanoide. Evidentemente, con el seni que caracteriza la acción de los políticos catalanes, nos han ido royendo los bolsillos a la vez que nos insultaban por poco generosos con sus necesidades nacionales. Empeñados en convencernos de su hecho diferencial resulta que hemos tenido que someter a su penitencia nuestra mera existencia, por lo que con un respeto reverencial nacido de nuestra culpa culpisima, la Nación en lo que concierne a su elementos institucionales, comenzando por la mas Alta institución y de ahí abajo todas las demás, se ha acercado a las demandas insaciables del nacionalismo catalán, con las rodillas desolladas de tanto arrastrarse de pacto en pacto, y tiro porque me toca, y cuyas partidas acaban siempre del mismo modo, soltandols la pasta y pidiendo perdón, para financiar un sinfín de medios de comunicación encargados de fabricar el mundito catalan happy happy, montar las adecuadas estructuras judiciales bien untaditas de lo que haga falta, organizar un sistema educativo en el que España sencillamente no existe ni ha existido nunca, si no es como fuerza opresora y ocupante. Durante años se ha perseguido a los ciudadanos que pretendían hacer uso de su idioma español en la vida publica, y oficial, violentando los derechos humanos mas elementales en relación con el uso de la lengua, hasta el punto de censurar y penalizar su uso a los niños castellano-parlantes en las escuelas de infantil, o a los enfermos en los hospitales.
Los políticos catalanes llevan ciscándose, mofándose y cachondeándose de la Constitución española muchísimo tiempo, tanto, que nuestra Ley de leyes ha quedado reducida en esta parte del territorio español un papelillo ajado, trasnochado e inoperante, porque, sencillamente los ciudadanos catalanes de mas edad no han tenido interés alguno en respetarla, y los mas jóvenes han sido educados en el desprecio olímpico de la Ley que rige en su propio país, que no es otro, mal que les pese, que España; la norma de mayor rango que ampara la libertad y la igualdad en su nación, la nación española, de la que reniegan, sin a penas conocerla.
Así las cosas, podríamos pensar que el Gobierno del señor Rajoy tendría que poner los puntos sobre las ies en este dictado llenecito de faltas de ortografía, en el que se ha convertido la reciente historia de la decadente España, “la malquerida“. El desafío lanzado por Convergencia y Unión, pretendiendo imponer la secesión de una parte del territorio nacional, requeriría en mi opinión una respuesta con algo mas de contenido que la meliflua y acomplejada posición que ha adoptado. Como me sucede en tantas ocasiones, no veo yo muy complicado caminar por la línea recta, ya se sabe, la distancia más corta entre dos puntos, comunicando a las fuerzas políticas independentistas, primero, que la posibilidad de la secesión no se contempla en la Constitución Española, y segundo, que la pela es la pela, y que no le vamos a sacar de la boca el pan a los niños de los parados españoles para que en Cataluña se mantenga el chiringuito indenpendista y sus costosísimos oropeles.
Creo que sería deseable no hacernos eco del engaño nacionalista, que mucho me temo, intentará llegar un apaño con el Gobierno central, consenso lo llaman ahora, para que Cataluña se sienta mas cómoda dentro del Estado. Utilizo este lenguaje deleznable, porque suele ser el habitual, con el que nos pasan una mano por el lomo, mientras que con la otra nos agarran por el mismísimo gaznate hasta que soltamos la pasta que es de lo que se trata, al fin y a la postre. Parece que el 3% del que hablaba el Sr. Maragal de coíma en el trasiego de los negocios públicos de la Generalidad y aledaños, no ha dado lo suficiente para calmar el hambre insaciable del nacionalismo. Así la mandanga de poner un precio a su pertenencia a España nos está costando un riñón, en euros y en dignidad. Si Cataluña está dispuesta a permitir que sus mandatarios, elegidos por ellos en las urnas, se lo lleven crudo es su problema, en ningún caso puede ni debe ser el nuestro.
No tengo ni idea de cómo será finalmente el resultado de estas elecciones, pero estaría encantada de que como consecuencia de las mismas, pudiéramos acabar con esta situación. Sería deseable, en mi opinión, que con buen tonito, sin prisa, pero sin pausa, mas pronto que tarde, España siguiera su camino por los derroteros que la Historia le tenga deparados sin las partes que tanto dolor le causan. Muchos queremos ser y estar libres de una Cataluña que nos pesa a los españoles como un muerto cada día más difícil de soportar, cada vez más pestilente. Cataluña se ha vuelto muy aburrida para España, banal y poco divertida, provinciana y faltona y ademas, por si fuera poco, carísima.
Que se marchen, o que nos dejen ir, ahora que la caja esta medio vacía, que como esperemos un poco mas, con ese seni que les caracteriza, nos dejan en bragas, y lo que es peor, sin el aliento y el ánimo que España necesita imperiosamente para seguir siendo la gran nación centenaria que es, pese a Cataluña, pero no solo y únicamente, a pesar de Cataluña.
Que se marchen pero que no se lleven lo que no les pertenece, hagamos números y cerremos cuentas y fronteras, y aquí paz y después gloria. Estamos dispuestos a cambio a proporcionarles gratis total, como a ellos les gusta, una Corona Real: la dinastia de Undargarin y señora.