Llegamos sin resuello al final del 2010, año aciago donde los haya para nuestro país, especialmente en el tema económico, pero no solo. Como los resúmenes anuales propios de estas fechas de final de diciembre son aburridísimos y más me inclinan a la depresión que a otra cosa, me he dedicado en estos días a darle un vistazo a los mensajes que nos han largado la noche de Navidad y días previos, los principales personajes de nuestro país. El Rey de España y el Presidente Rodríguez Z. en distintos momentos, se han dirigido a la Nación, para amargarnos la cena, uno en Nochebuena y otro casi en Nochevieja, a los que, gracias a Dios, todavía tenemos algo que llevarnos a la boca, porque a los otros, los ciudadanos que las están pasando canutas con la penuria que les ha caído, se la repampimfla lo que tengan decirles estos dos.
Por resumir, el uno, el Presidente de Gobierno, después de jugar con los ciudadanos a las mentirijillas durante sus largos y desgraciados años de gestión gubernamental y de encandilar los corrillos de los cronistas del reino diciendo que su altísima voluntad, respecto de si adelantará o no las elecciones, ya se ha decantado, es decir, que ya ha decidido si se largará en breve o querrá llegar hasta el final de su mandato, y que esta decisión ya la ha comunicado a alguien de su confianza en el partido socialista (¿ummmmmmm?) y esposa Doña Sonsoles. Está bien eso de que el Presidente le casque en sus ratos de desahogo sus decisiones personalísimas a sus amiguetes, o amigos del alma, que tanto da, y por su puesto, a su familia más allegada o más alejada, que también da lo mismo, lo que ya no está tan bien, es que mientras el deshoja la margarita de si me quedo si, me quedo no, aquí el personal este perplejo porque la gente de a pie que le pagamos el sueldo, entretanto, nos estamos recociendo en el caldo pasado de caduco, de sus inexplicables, ineficientes, incompetentes y lesivas ocurrencias gubernamentales.
En cuanto a D. Juan Carlos, Jefe del Estado, debo decir que no he escuchado en directo su intervención por la tele, porque tenía mejores cosas que hacer como jugar con mi perrita a su juego favorito de coger en el aire su juguete de nudos. No corren buenos tiempos con estos fríos invernales madrileños, que ponen el termómetro por debajo del cero razonable, para que los perros se ejerciten y solacen como les es propio en el parque. Así que hay que aprovechar el momento que surja adecuado para que estiren las patas, muevan el rabo, y tengan su ración de diversión perruna. Dio la casualidad de que a mi perrita Tussi le vino bien su rato de esparcimiento a la misma hora que el Monarca emitía su mensaje de Navidad, y claro, para mi, no hay comparación que resista entre lo que Tussi me dice con sus ojos, y lo que el Rey me cuenta de viva voz una vez al año que no hace daño (eso dicen…). Pero como, efectivamente, es la primera personalidad de la Nación, es decir, el Jefe del Estado, porque así lo dice la Constitución vigente, es imposible sustraerse a lo comunicado por D. Juan Carlos y todos los medios de comunicación recogen como noticia de primer orden su mensaje navideño, emiten sesudas opiniones al respecto, y aconsejan su sapientísima interpretación en auxilio de los comunes mortales, que como yo, osamos a tener ideas de cosecha propia regadas con el entendimiento que Dios nos ha dado, que quizá no sea mucho, pero si es el suficiente para andar por esta vida haciendo de ella, nuestro propio sayo. Ya se sabe, los liberales somos así, un poco díscolos y un poco irreverentes, pero de todo tiene que haber es este Mundo ¿o no?
Dicen que una imagen vale más que mil palabras, yo creo que es verdad, y como no quiero que me suba la adrenalina más de lo necesario, y me apetece tomarme las uvas con optimismo y serenidad, he optado por limitarme a la lectura del texto del Mensaje navideño del Rey. Después de leer mas allá del tercer párrafo, comienza a sonarme la música y la letra de lo que llevo leído. Tengo la sensación de haber navegado por esta amalgama de descripciones, consejos, intenciones y alusiones con anterioridad a lo largo de estos últimos meses. Vuelvo al principio y verifico, por si acaso, que estoy en la página adecuada, no vaya a ser que el diablillo de Internet, me haya gastado la broma de situarme en la comparecencia de algún Consejo de Ministros. Pero no, es correcto. Lo pone claramente: Mensaje de Navidad de su Majestad. Así que, continúo con la lectura.
Sus palabras describen la gravedad de la crisis económica en España pero… ¡también en todos los países¡, y está siendo más larga de lo esperado; que se vislumbran signos alentadores de recuperación, vamos, lo de los archifamosos brotes verdes que ya nos sabemos; que las autoridades han tenido que llevar a cabo “reformas necesarias”; que juntos ¿…? debemos desterrar el desánimo; que tenemos que estar dispuestos a renuncias, entrega y sacrificios para salir de ésta, etc.; que debemos ser solidarios… También hay alusiones a lo de siempre: el terrorismo, las drogas, los logros nacionales en el deporte, etc. Empiezo a bostezar… Lo dejo.
Lo de ser un ciudadano corriente y moliente, ahora mas que moliente, demolido, tiene la desventaja de que no podemos mandar mensajes a nadie, ni al Monarca y al Presidente, ni siquiera al concejal de nuestro pueblo. Porque de ser de otro modo, les recordaría a ambos, pero especialmente al Monarca, que no es a nosotros a los ciudadanos a los que tiene que pedir sacrificios con arengas optimistas del todo infundadas. Es a los mandamases del gobierno cuyas leyes él sanciona y refrenda por mandato constitucional, a quien debe pedirles cuentas si el bienestar de su pueblo le interesa lo más mínimo, como no pongo en duda ¡faltaría más¡. Cuando nos dice el Rey que no caben actitudes egoístas, individuales o colectivas y que debemos ser solidarios y responsables, estoy segura de se le debe haber pasado por alto que los españoles, millones de ellos, como los funcionarios y los pensionistas, ya hemos hecho un inmenso esfuerzo por la vía de la imposición gubernativa del Real Decreto, sufriendo subidas del IPC del 2,3% y bajadas de nuestros sueldos del 5%, o la congelación de las pensiones misérrimas con las que malviven centenares de miles de ancianos. En cuanto a la solidaridad, por lo que se ve, tampoco el Monarca debe tener conocimiento de que la sociedad civil y sobre todo los cristianos españoles, ya nos hemos organizado, y mantenemos abiertos decenas de comedores sociales a lo largo y ancho de todo el territorio español para que decenas de miles de pobres e indigentes tengan un plato de comida. Se trata de personas que no son víctimas de la marginalidad sino pobres a la nueva usanza socialista, familias de jóvenes y sus niños pequeños, arruinadas; ancianos que ya no pueden pagar la luz que nos acaba de subir un 10% más; inmigrantes sin trabajo llegados de medio Mundo, por la absoluta falta de responsabilidad de unos políticos incapaces de prever las durísimas consecuencias de una política de inmigración hecha a tontas y a locas, sin orden, sin planificación, sin el mínimo sentido común.