jueves, 16 de diciembre de 2010

ALARMA NACIONAL: CINCO MILLONES DE PARADOS


Diciembre se estrenó con subidón del IBEX, después de la agónica trayectoria que había seguido en los últimos tiempos. Parecía que el maléfico ente conjurado contra España, que se ha dado en llamar "los mercados", iba a dar un respiro a la maltrecha economía de nuestro país. Alguien pensará, algún estúpido sin duda, que eso de invertir en bolsa es cosa de millonarios despiadados, explotadores de la clase trabajadora, y especuladores codiciosos. No digo yo que en los entresijos del parqué bursátil, (desde hace tiempo mudado a una pantalla del ordenador), no se encuentren personajes con esas malévolas características, pero lo que si se, es que avariciosos, indiferentes e insolidarios, explotadores, defraudadores, envidiosos y codiciosos se encuentran en abundancia entre los míos, es decir, entre aquellos que como yo, apenas tienen donde caerse muertos, que diría el otro; sin embargo, se dan el lujo de insuperable placer de comentar con displicencia las llamadas de atención que hacen a su rumana de turno, que es que hay que atarlas corto para que no se te suban a la chepa, dicen con cara “a mi no me la dan con queso estas frescas”; por no hablar de los que se muestran orgullosos de meterle el un gol o todos los que sea posible a la Hacienda Pública año tras año, porque Hacienda somos todos, pero si podemos colgarle el mochuelo impositivo al vecino, mejor.

La vida cotidiana en lo que concierne a las reparaciones domésticas contiene todo un elenco de situaciones en las que se pone de manifiesto el inconmensurable morro del personal a la hora de defraudar al fisco. Pongamos como ejemplo el temible asunto de los enchufes que se desprenden de las paredes de nuestra casa casi con mirarlos; que sin venir a cuento, pegan un chispazo al enchufar la plancha y te dejan al borde del paro cardiaco con los pelos como escarpias, o que simplemente, poseen la misteriosa propiedad de ser perfectamente inútiles, es decir, de estar muertos en lo que a la conducción de electrones se refiere. En esos momentos tenemos la sensación de que hemos alcanzado el grado sumo de la inoperancia, es decir, nos sabemos unos inútiles redomados, máxime cuando nos comparamos con los manitas que pululan a nuestro lado (que de todo hay en la viña del Señor) y que se chapucean todos los arreglos que la casa necesita. Entonces, tomamos la única decisión que tenemos a nuestro alcance y recurrimos a un profesional del gremio, y aquí, comienza a desarrollarse el ejemplo paradigmático del escaqueo defraudatorio nacional

La reparación concluye con éxito, y el enchufe cumple felizmente la función para el que ha sido concebido. El operario te comunica el precio del trabajo y describe con pormenorizadamente la minuta: “… tanto de material, a tanto la hora de la mano de obra (ahora caes en que desde que ha llegado a casa le ha dado tiempo a fumar el cigarrillo, a bajar a la furgo a por materiales, a contestar el móvil, etc. ), tanto por desplazamiento… al tiempo que vas sumando mentalmente las partidas. Asi, por encima, ya sabes que te va a costar un riñón y te maldices por ser un manta para las manualidades. Con resignación cristiana te dispones a abonar la reparación y dar por concluido el mal rato. Estando en estas, va el operario y te hace la preguntita que te estabas temiendo hace rato, y que contribuye a que el estupor del sablazo se convierta en un intenso cabreo sordo y silente. El chispa, pone cara de cemento armao, y te suelta “… este precio es sin factura, claro, (al tiempo que te larga un papelillo arrancado de una libreta escolar con unos numerajos que se supone constituyen la suma de la dolorosa que diría un castizo,… si quiere factura, le tengo que meter el IVA (del ala, esto es de mi cosecha), y claro, sumar a la banderilla de los sesenta y tantos euros por un cuarto de hora de tiempo efectivo trabajo más trozo de cable y algún tornillo adicional, el rejón del impuesto que ahora el Gobierno ha llevado a la estratosfera impositiva, es algo para lo que en general el común de los mortales no estamos preparados sin previamente habernos tomado al menos un par de valerianas, o de tilas, si se prefiere algo más clásico aunque igual de eficaz para los soponcios. Así que contestamos con el mayor disimulo, para que la cara de tonto del higo que debemos tener se note lo menos posible, y mantener la honrilla en esta situación claramente coactiva, y contestamos con toda naturalidad, con algo parecido a “faltaría más, que no, que no, que para que se va a molestar usted”. Rápidamente, le soltamos la manteca en crudo, y a correr...es decir, a dar otro sablazo en el entorno de los que sabemos hacer la O con un canuto, pero para los que el asunto del bricolage y las habilidades manuales queda tan lejos como Madrid de las Chimbambas.

Podría deducirse de la situación descrita que son este tipo de trabajadores los defraudadores más eficaces. Nada mas lejos de la realidad, aunque efectivamente, son los profesionales liberales (vamos, los autónomos, para entendernos) los que lo tienen más fácil para desarrollar este aspecto de nuestra identidad nacional. No obstante, cada uno a su nivel hace lo que puede para perfeccionarse el arte de fraude y la especulación y para ilustrar esta afirmación tenemos el ejemplo también muy extendido de los propietarios de viviendas en alquiler es decir, gente de buen vivir, que te hacen la pregunta directamente, sin cortarse un pelo ni despeinarse“¿…”oye, tu declaras a Hacienda lo que pagas por el alquiler de la casa? Lenguaje este sutil donde los haya para saber si el interesado tiene o no que declarar lo que ingresa por la fortuna que le pagas por el arrendamiento de la casa en la que vives. El otro día leí en un periódico especializado en la cosa económica, que el 60% de los alquileres en España no se declaraban a Hacienda, eso que se sepa... Cuando oigo contar entre lamentaciones y quejas, los destrozos y abusos que sufren los abnegados “propietarios”, los riesgos mayúsculos que asumen alquilando sus preciadas propiedades inmuebles, no puedo por menos de deshacerme en lágrimas de solidaridad que para si las quisieran los cocodrilos más deprimidos. La aventura de alquilar una casa, yo que he sido durante décadas usuaria del arrendamiento, puedo afirmar que es asunto de suficiente enjundia como para dedicarle unas letras en un rinconcito de esta mi casa virtual.

El espectro de ciudadanos de a pié y ciudadanos ejemplares, que se escaquea de Hacienda todo lo que puede es amplísimo. La picaresca de los españoles en todas las vertientes defraudadoras es verdaderamente sobresaliente. Cada español defrauda todo lo que puede en lo que le es propio y posible. Nuestro afán defraudador y especulador, no hace distingos entre ciudadanos de izquierdas o de derechas, de una u otra comunidad, autónomos o trabajadores por cuenta ajena. Ricos o pobres. Podríamos decir, que lo nuestro es, en este sentido, auténticamente vocacional y nacional.

Y en el ámbito de la especulación, no podemos dejar de lado, el sueño de todo español que se precie de tener un par de duros ahorradillos, que se decía antes: el sacrosanto pelotazo.

Intentando llevarme por el buen camino, y con la mejor de las intenciones, he recibido durante estos años en incontables ocasiones, útiles consejos, animándome a hipotecarme para los restos con la compra de una vivienda, al precio de la sangre, el sudor, y las lagrimas que fueran necesarios, porque si uno no es propietario dejas de ser un ciudadano como Dios manda, para convertirte en un holograma.” ...Que te lo digo por tu bien, tonta...Mira, tu vas y te compras un pisito le pides al banco lo que te falte, que tu tienes nómina y no tienes problema y luego, lo vendes, y con lo que te den, que ya ves como suben los pisos todos los días, te compras otro, mejor, claro, y así de pelotazo en pelotazo y tiro porque me toca, te haces con un capitalito en ladrillo, que ya se sabe, siempre va a más... vamos, mujer, que lo de vivir alquilada, ya se sabe que es tirar el dinero ...”Y zurra y dale con la misma cantinela un día si y otro también. Yo me he resistido estoicamente a dar semejante paso hacia la prosperidad. ¿Razones? No demasiadas, pero suficientes, que ahora no vienen al caso. Y  digo tonta de mi, pero … ¿No es esto especular?

En cada español parece habitar un pequeño “tiburoncito-especulador de dientes afilados”, pero algún prejuicio populista/progresista/izquierdista, no soporta que se lo recuerden. La dentellada y el tamaño de los dientes es en lo se que diferencian unos de los otros. De los “posibles” de cada cual que diría mi madre, porque en esencia la pasta de la que estamos hechos los seres humanos, también los españoles, es muy similar en las cabezas y en los bajos, y la pela es la pela, y el pelotazo es el pelotazo lo de Botín o el fontanero del portal de al lado. Bien es cierto que en el paisaje se pueden encontrar rara avis, pero son la excepción que que confirma la general regla.

Al comienzo de esta página decía que este mes había comenzado con mejor pie para la economía. Habíamos tenido unos días en los que al calorcillo de la decisión momentanea del BCE de comprarnos toda la morralla en forma de bonos que España no es capaz de colocar en los mercados libres ni siquiera con primas ruinosas, el viernes día 3, después del Consejo de Ministros, asistimos a la rueda de prensa correspondiente del vicepresitodo sr. Rubalcaba y la vicepresidenta de la cosa económica, la inefable sra. Salgado, a la que no podemos olvidar en su anterior cometido ministerial, como enemiga furibunda de las hamburguesas y del vino tinto.

La suerte estaba echada. El gobierno socialista nos daba otra vuelta de tuerca. Se conoce a que al presidente le llegaban tantanes amenazantes desde instancias económicas de alto nivel en la Unión Europea de la “fracasada” Sra. Merkel, y del “envidioso” amigo del presidente Zapatero, Sr. Sarkosi, en forma de “o haces algo por poner en orden tu casa, que nos tienes la escalera comunitaria que da asco, o te vas a enterar de lo que vale un peine” y él ha tomado buena nota. Arremangado ha hecho una demostración de quien manda aquí, y ha lanzado una carga de profundidad contra los españoles más empobrecidos con la crisis. A tijeretazo limpio les ha quitado el mendrugo de la cena a los que ya comen y desayunan de la caridad de los cristianos españoles que la Iglesia Católica administra a través de los comedores sociales de Cáritas. Ha suprimido el pago de los 420 euros a los parados de larga duración. Entre 400.0000 y 500.000 personas afectadas por esta medida se verán condenadas a la indigencia. Es mediodia cuando salen en la tele a explicar el desaguisado. Se me han quitado las ganas de comer.

Algunas voces dicen que hay picaresca en las percepciones del paro. Estoy segura de que así es, faltaría más. ¿O vamos a pensar que los pobres solo por serlo, no albergan un tiburoncito picaresco en su interior?. Es, en todo caso, un tiburón diminuto, frustrado, y enquencle, con los dientes y las muelas llenos de caries, muy poco voraz, casi inofensivo. Las cifras, por el contrario, son tozudas, contumaces, esclarecedoras y aunque que únicamente el diez por ciento, digo más, el uno por ciento, de esos parados perceptores de los 400 euros, tuviera esa misérrima paga como único ingreso, este Gobierno que se enchula con los débiles, habría condenado a la absoluta miseria entre cuatro mil y cincuenta mil familias.

Entre tanto, el BOE sigue reflejando para vergüenza de todos los que lo toleramos, es decir, de todos, el despilfarro de un Estado hipertrófico e ineficiente, nido de corrupciones, que otorga subvenciones millonarias a los amiguetes y simpatizantes nacionales y extranjeros, pagando con dinero público actividades insólitas como "la problemática de genero en la producción acuícola" de Camboya con 207.000 euros o los 820.000 euros destinados por la Generalidad al bilingüismo y a las lenguas indígenas en Ecuador y Guatemala, y así, podríamos seguir hasta la aburrimiento o la desesperación.

Se mantienen al día, operativas y ágiles, las tarjetas oro, los coches oficiales; se celebran cenas, comidas, viajes, reuniones; se siguen cargando gastos de representación a los que solo se representan a ellos mismos; asesores, consejeros, embajadas autonómicas por medio Mundo, donde se coloca a los amigos, y se diseñan sillones con alto respaldo para los cesantes, con el fin de que sigan forrándose a cargo el erario público; se siguen repartiendo a discreción cargos oficiales y productividades de sonrojo y sustentando con cifras astronómicas y sangrantes, a las organizaciones sindicales, empresariales y partidos políticos sin ninguna función productiva ni caritativa, que deberían, en todo caso mantenerse con los fondos recaudados entre sus simpatizantes y militantes, ejercicio altamente saludable que les permitiría cumplir con la misión que se les presupone con independencia y al servicio a la ciudadanía, que por otro lado es la única justificación de su existencia. Pero ya conocemos el concepto que de la gestión del dinero público tienen nuestros políticos, yo creo que en general, pero especialmente los politicos de izquierdas, como muy bien nos ilustró al respecto la ex ministra socialista de Cultura Carmen Calvo mas conocida por pixie-dixie, cuando en el Congreso afirmó con rotundidad que el dinero público no era de nadie, y ya se sabe, que lo que no es de nadie puede ser de cualquiera, es decir, suyo.

Nada ha cambiado en el comportamiento de nuestros políticos en estos tiempos de crisis. Pero volvamos a la rueda de prensa de marras, en la que nos tenían preparado un segundo plato fuerte a la manera de Real Decreto, forma jurídica esta, por excelencia, de ordeno y mando del ejecutivo, sin pedir ni dar explicaciones a nadie. En vísperas del puente vacacional mas largo del año los aeropuertos españoles se encontraban rebosantes de ciudadanos. Cada cual con su ilusión o su dolor como equipaje de mano contaba los minutos para volar hacia su destino.

La letra de la fórmula legal que sale de la manga de Rubalcaba y el espíritu y la letra de la misma, chocan frontalmente con las exigencias de los trabajadores mejor pagados de nuestro país, los controladores aéreos en litigio con el Gobierno desde hace muchísimos meses, por la negociación de un Convenio que parece imposible.

Los trabajadores abandonan las Torres de Control, el espacio aéreo español se cierra, y centenares de miles de viajeros viven en el caos una situación insólita, hasta que el Gobierno declara el Estado de Alarma, y es el Ejército quien se hace cargo del funcionamiento de control aéreo en nuestro país. Los controladores (trabajadores de la empresa pública Aena dependiente del Ministerio de Fomento), son obligados a regresar a sus puestos de trabajo, sujetos a jurisdicción militar, bajo las órdenes de militares, y amenazados con represalias legales gravísimas, de carácter económico y penal. Se restituye la normalidad en el trafico aéreo en veinticuatro horas.

Pero yo, no quiero en este momento referirme a la crisis de los controladores aéreos. No. Ahora no.

Yo, quiero recordar que cuatrocientos mil trabajadores en paro ya no tendrán ningún ingreso porque el Gobierno socialista de España así lo ha decidido. Son decenas de miles de ciudadanos españoles que no viajan a ninguna parte, ni en avión ni en metro, a no ser que se salten los torniquetes de entrada porque cada billete vale 1 euro, lo mismo que una barra de pan; lo mismo que cuesta un litro de leche barata; cuatrocientos mil, y sus hijos y sus esposas y sus maridos y, quizá también, sus padres ya viejos, llegarán a la Navidad sin que el espacio aéreo les importe un bledo, por no decir otra cosa. Lo que les preocupa a la madre y al padre hasta el dolor, es el frió que respira en las habitaciones en las que duermen los niños y los abuelos, porque sencillamente no tienen con que pagar el recibo de la luz.

Según han ido transcurriendo los días, mi indignación a ido creciendo con el silencio de los medios de comunicación, de la gente que me rodea que pasando de puntillas por la desolación de millones personas anónimas y desvalidas, victimas de un paro tremendamente corrosivo, insisten con reiteración, una y otra vez, en el tema de la crisis aeroportuaria, de gran impacto en la opinión pública y muy potente en términos mediáticos y de propaganda para este Gobierno tambaleante y noqueado. Al presidente, arrastrado por el ciclón imparable de una demoledora crisis económica fruto de su incompetencia y su arrogancia, esta medida gubernamental, insolidaria y cruel, tiene toda la pinta de salirle gratis, en este país nuestro de lágrima fácil y corazón de hielo. El golpe de mano contra los más pobres, como no podía ser de otra manera, ha venido acompañado además de un tajo violento en los derechos civiles, declarando el Estado de Alarma para resolver lo que no es otra cosa que un conflicto laboral (aunque de importantes consecuencias). El Presidente Rodríguez Z. ha colocado a nuestro país en una situación inaudita de excepcionalidad constitucional, con prorroga incluida, incluso pasado el momento álgido del conflicto, eso es algo que algunos no solo no podemos aceptar sino que nos produce un intenso desasosiego.

Ciertamente que vivimos una situación de calamidad nacional, pero esta no se encuentra en el cierre del espacio aéreo de nuestro país, por mas importante que esto sea, como el Gobierno pretende hacer creer a una opinión pública adormecida y acrítica.
Nuestra mayor tragedia nacional es desempleo de millones de trabajadores, que se ha extendido como una mancha de sufrimiento alcanzando todos los rincones de nuestro país. El empobrecimiento progresivo de amplias capas de la población es una realidad que deberíamos afrontar desde ya, con rigor, equidad  y sentido común. Un ciudadanía madura y responsable no consentiría el juego de trileros al que nos tienen sometidos para despistar la atención del foco donde se encuentran realmente nuestros problemas más acuciantes.

Los más pobres no pueden ser, los más paganos, y por supuesto, los derechos ciudadanos, también los de los controladores aéreos, deberían ser inmediatamente restituidos derogando el Estado de Alarma y devolviendo al Ejército al lugar que le es propio, a sus cuarteles, no vaya a ser que alguien diga que tenemos un ejército de la señorita Pepis para actuar en conflictos bélicos de extrema dureza fuera de nuestra fronteras y encomendamos a nuestros aguerridos uniformados la misión de "riesgo" de ponerle las pilas a díscolos trabajadores, controladores, de nuestros aeropuertos.

Intento que la rabia no me empuje a la demagogia. No se si lo consigo, pero, por esta vez, en esta mi casa, y en mi propio nombre, me perdono a mi misma este paso al frente, aunque sea en falso, si es para ponerme al lado de esos cuatrocientos mil ciudadanos a los que se les ha arrebatado lo único que les quedaba, las migajas caídas de las opulentas mesas en las que se sientan aquellos que les han llevado a la indigencia y a la desesperanza

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