El día 14 de marzo de 2010, hace apenas un año, en esta mi casa virtual, estábamos de luto. Embargada por la tristeza y llena de rabia, colgué en una de sus ventanas, un artículo titulado “Tres lágrimas por Cuba”. Acababa de conocer que el régimen comunista cubano había llevado hasta la muerte al ciudadano Orlando Zapata Tamayo, tras una terrible huelga de hambre de 83 días en protesta por las inhumanas condiciones carcelarias a que estaba siendo sometido. Se había perpetrado un atentado contra los derechos humanos verdaderamente repugnante. Orlando Zapata estaba muerto, y solo quedaba rezar por su alma y maldecir al régimen político responsable directo de su muerte. Denunciar al comunismo cubano, que ha convertido Cuba en un gran cenagal de dolor y de sufrimiento.
Ha pasado poco más de un año, y nuevamente el mundo ha conocido la noticia del asesinato de otro ciudadano opositor al régimen. Juan Wilfredo Soto García asesinado a manos de la policía cubana cuando se encontraba en un parque público. Los esbirros del régimen le mataron de una paliza. Con una impunidad escalofriante le esposaron, le inmovilizaron, y después, le mataron a golpes.
Cuba permanece hoy, en los albores del Siglo XXI, sumida en el terror bajo la bota del monstruo, mientras éste sigue alimentándose de la sangre de los inocentes, de los valientes hombres que no pueden dejar de ser libres sin dejar de ser hombres, en un lugar del mundo en el que, como siempre ha sucedido en los países social-comunistas, los seres humanos tienen la única consideración por parte del poder político de sujetos de adoctrinamiento y objetos de explotación. He visto en algún medio que Alemania ha pedido explicaciones al gobierno cubano sobre las circunstancias de la muerte de Juan Wilfredo Soto y poco más… La mayor parte de los países occidentales, sobre todo y fundamentalmente España, siguen dándose besos en la boca con ese régimen abyecto y cruel, con esa meretriz vieja y ajada, que apesta a descomposición, que sigue jugueteando lascivamente con los Organismos Internacionales, mientras babea la sangre de sus víctimas.
Recuerdo con vergüenza ajena, que en octubre de 2010, España abanderaba el acercamiento al régimen comunista cubano por boca de sus Ministra de Asuntos Exteriores. La señora Jiménez decía textualmente: "Cuba ha hecho innegables progresos en estos meses. Hemos pedido a nuestros colegas una señal, un cambio, en la forma en que la UE se relaciona con Cuba con el objetivo siempre de respaldar de una manera más eficaz sus procesos y sus reformas", abriendo la posibilidad de cooperación comercial y política con el Gobierno cubano. Doña Trinidad dijo todo esto, y algunas otras cosas más de semejante jaez, sin sonrojarse, sin avergonzarse, que para eso ya estamos los ciudadanos españoles que no somos de izquierdas, que sentimos la arcada en la garganta cuando vemos a nuestro país apuntalando la complicidad internacional con este régimen asesino.
La izquierda de la España de hoy, la que se entiende con Castro y con Chaves, con los hombres de paz de la ETA, sigue alzando el puño, públicamente, en la calle de todos, pensando que es suya, que le pertenece. Entona la Internacional, y lo hace, sin pudor alguno delante de todos aquellos que les quieran mirar. Hasta el Presidente Sr. Rodríguez Z. se vanagloria y autodenomina con el adjetivo de "rojo", y lo hace, como todo lo que hace él, con una sonrisa que a muchos nos da miedo. Siempre nos tememos lo peor, y siempre acertamos desde hace casi ocho años.
La izquierda de la España de hoy, reivindica orgullosamente su protagonismo en la Segunda República, de ferocidad insospechada contra todos aquellos a los que consideró sus enemigos que eran, al menos, la mitad de la nación. Falsas creencias de igualdad y de libertad que avivaron el odio más ardiente en las mentes más obtusas, en los estómagos más hambrientos y en los mas crueles corazones; condecora al hombre anciano al que la vida ya se les escapa de las manos pero cuyas pupilas siguen iluminadas por la llama del rencor y de la venganza. Manda callar, airado, sin contemplaciones, cuando se le pregunta ¿Por qué?, ¿Por qué también aquellos que solo eran unos niños? ¿Por qué? ¡¡“Estoy hasta los colgajos, contesta, de explicar “lo de” Paracuellos¡¡. No se atreve a ponerle nombre a lo que allí sucedió. Muchos lo sabemos, se llama, exterminio.
La izquierda de la España de hoy, se atreve a hablar de memoria histórica y lacera las almas de los todavía supervivientes a un gobierno republicano ideológicamente rojo y teñido de la sangre de decenas de miles de ajusticiados por ir a misa o por ser de derechas, que venía a ser lo mismo. ¡¡Ah, su memoria de la historia¡¡ que silencia las fosas comunes que son de los otros, y cuando encuentran en ellas a menores entre los cadáveres, despachan la cuestión diciendo eran hijos de los ricos… La izquierda que, implacable y embustera, oculta a la opinión pública la existencia de hombres y mujeres, viejos y jóvenes, abocados bajo su despótico poder a ser héroes o mártires, o simplemente, reos y condenados sin juicio, en un país sin democracia y sin ley. Que manipula y retuerce la realidad de manera torticera hasta acomodarla a su propio molde, contestada cada día con más contundencia por los datos y los hechos que con el paso del tiempo han adquirido naturaleza de históricos.
La izquierda en España de hoy, esta crecida y alardea de una supuesta supremacía moral que pregona a las cuatro vientos, y cuando disentimos, o nos oponemos a sus presupuestos sacrosantos y osamos desmontar el mecano ideológico que se ha construido, desvelando la falsedad de sus presupuestos teóricos, cuando airamos lo que consideramos sus abusos de poder, su manipulación de la justicia, el terrorismo de estado (GAL) practicado por su gobierno y que muchos no olvidamos porque puso a los pies de los caballos a nuestra endeble y joven democracia; cuando denunciamos la corrupción que ha socavado los cimientos de la vida política allí donde su influencia y poder se ha hecho más presente, su peligrosa capacidad para comprar voluntades y destruir a los discrepantes, entonces, nos llama derecha extrema o fascistas. Ponen en marcha la maquinaria del insulto y la descalificación, la marginación política y personal, llegando hasta donde sea conveniente, donde haga falta.
La izquierda española no soporta la independencia y le aterra la libertad. Porque en una sociedad asentada en principios liberales, de ciudadanos maduros y emancipados del poder político, cuya razón de ser y de estar no fuera otra que la de estar al servicio de una ciudadanía exigente y responsable, la izquierda española, digo, no tendría sillón en el que asentar sus posaderas, ni ámbito de lo público en el meter la mano habida cuenta de sus estrecheces intelectuales y de su escasa moralidad en la gestión de lo que es de todos, argumentando que aquello que es de todos, no es de nadie, como dijo la inefable ministra socialista de educación Sra. Calvo.
Por eso, por todo eso, frente a los deseos de libertad de los ciudadanos disidentes cubanos, no pierde ocasión de echar una mano al régimen comunista. La izquierda española de políticos de medio pelo, culturetas con vocación de clá y artístillos de quinta fila, lame las botas con entusiasmo de una de las más deleznables dictaduras vivas del planeta. Mientras los ciudadanos cubanos sobreviven como pueden en la pestilente, oscura y gigantesca cárcel revolucionaria, la progresía española enseñoreada de un glamour hortera y casposo, sonríe a la Habana, que es lo suyo.
La posición española en la política exterior del gobierno socialista español es una manifestación más de la ideología socialista, que por otro lado, no hace otra cosa que reproducir la actuación que viene manteniendo en política interior y que alcanza su máxima dimensión en las negociaciones llevadas a cabo con la ETA causando un terrible sufrimiento a las victimas de la organización asesina, y de vergüenza y rabia a los ciudadanos que consideramos que únicamente la mano de la Justicia y de la Libertad, es posible vivir en una sociedad digna de ese nombre.
Aquellos que pensamos que los seres humanos somos más que una especie natural; mas que una clase social, mas que un producto de ingeniería sociológica o cultural; aquellos que defendemos nuestra individualidad innegociable, innegable e inabarcable para ningún diseño de compás y cartabón, maldecimos, criticamos y denunciamos, cualquier fórmula política que humille al hombre, que pretenda arrancarle sus sueños, que amordace su palabra, que destierre a su dios, que destruya su familia, y le arrebate su propiedad. Nosotros creemos que no hay cárcel, ni castigo, ni cadenas, ni sufrimiento que pueda silenciar a un hombre libre, que pueda destruir su esperanza, por eso, muchos, no dejaremos de apoyar a los disidentes de Cuba, de Venezuela, de China, de Irán, de Nigeria etc… de todos los lugares del Planeta donde los derechos humanos se violan todos los días en nombre de regímenes políticos, (socialistas, comunistas, indigenistas…), y creencias religiosas totalizantes y excluyentes.
Y, volviendo la vista a casa, muchos, no dejaremos de acompañar, de comprender, de valorar, y sobre todo, de resistir, al lado de las víctimas del terrorismo de ETA. Denunciamos la actuación los gobiernos socialistas en el tratamiento del problema de terrorismo asesino que padecemos. No vale todo, ni antes aceptamos los asesinatos de los GAL, ni ahora, aceptamos los acuerdos y componendas con el grupo terrorista vasco. Jamás les perdonaremos ninguna de las dos cosas, las dos caras de una misma moneda con la que no pueden comprarnos. Somos ciudadanos libres y exigimos Justicia. Nada más ni nada menos.
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