sábado, 22 de marzo de 2014

10 AÑOS DESPUES




19 de Marzo. He dejado pasar unos días para escribir, en esta mi casa, lo que no pretende ser más que una reflexión personal sobre los sucesos acaecidos en Madrid el 11 de Marzo de hace ahora 10 años. Lo hago negro sobre blanco, con letras de luto, regadas por las lágrimas del recuerdo de lo que viví en aquel día fatídico para mi país, en el que se atentó contra la vida, la libertad, y la democracia de los españoles con una mortífera eficacia. Doscientos muertos y centenares de heridos escribieron con su sangre derramada una de las páginas más dolorosas de la reciente historia de España de la que, tengo el íntimo convencimiento, no conocemos en su verdadera y autentica dimensión.

El asesinato de ciudadanos inocentes se llevó a cabo en un acto terrorista perfectamente planificado, coordinado y exitoso para los homicidas. El objetivo de causar muerte, dolor y terror, se consiguió cumpliendo todas las aspiraciones para lo que  fue diseñado. Madrid en particular, y España en general, vivió con estupor, rabia y desolación, la pérdida de vidas humanas a manos de asesinos hasta aquel momento desconocidos para nosotros y lloramos a nuestros muertos con tanta tristeza como indignación.  

La distancia temporal de los acontecimientos, sobre todo de aquellos que tienen efectos muy traumáticos, nos permite un análisis sosegado y en mi opinión más certero de los mismos; no sólo porque contamos con más información respecto de los hechos concretos, sino, sobre todo, porque nos permite abordarlos en un contexto mas amplio, el de sus efectos inmediatos y las consecuencias para el futuro derivadas de los mismos. Observamos como los diferentes actores actúan, reaccionan, y evolucionan siguiendo sus propios intereses, o sometidos a intereses de otros, de manera que aquello que en tiempo real no pudimos vislumbrar, quizá ni siquiera imaginar, comienza a mostrarse, a dibujarse con cierta nitidez, a adquirir una entidad insospechada. El tiempo es un elemento fundamental que permite poner en relación los hechos, las circunstancias, las actuaciones individuales, grupales e institucionales, que en un principio, en su foto fija, parecieran inconexas y sin vinculación alguna, fruto del azar o de la casualidad, y en todo caso, irrelevantes respecto del acontecimiento que mueve a nuestra reflexión. 

La necesidad de comprender nace en nosotros preguntándonos qué ha sucedido en realidad y por qué han tenido lugar aquellos hechos que nos ha sumido en la conmoción y el aturdimiento en los primeros momentos. Casi inmediatamente el sufrimiento y el temor, nos urgen a encontrar una respuesta capaz de calmar la ansiedad y la sensación de vulnerabilidad y de pérdida que soportamos cuando recibimos una agresión insospechada y mortal. El transcurso del tiempo juega una baza fundamental a favor del esclarecimiento de  la verdad porque poco a poco desnuda la realidad, y como suele decirse, pone las cosas en su sitio. 

A lo largo de estos años, he seguido con atención las noticias relacionadas con los atentados del 11 de Marzo en Madrid. He concluido que en esencia, no hay nada nuevo en su naturaleza, nada diferente de lo que ya conocíamos los ciudadanos en materia de terrorismo. Se trató de un salvaje atentado terrorista, nada mas ni nada menos.
ETA nos ha tenido acostumbrados durante decenas de años a los españoles a convivir con actos de terror similares, con la diferencia de que, por interés estratégico de los asesinos, o por su incapacidad o por su incompetencia, sus actos de violencia y de terror, han tenido un diferente estilo, y han causado un número inferior de víctimas en un solo zarpazo. Por lo demás, la intención y el objetivo, es similar: asesinar y aterrorizar, con un objetivo político, en un caso matando a 200 ciudadanos de una vez, y en el otro, matando a veinte, a algunas docenas, a miles, poco a poco, en un goteo incesante de sangre. Entre tanto se lleva a cabo la socialización del terror mediante la amenaza, el secuestro, el chantaje, el amedrantamiento ciudadano, ejecutándose como instrumentos de coacción individual, social y política. Son métodos archiconocidos y ensayados durante el nazismo en el pasado, por comunismo, en el pasado y en el presente en Cuba o Corea, y practicados por los regímenes totalitarios de todo pelaje, que actúan como un péndulo implacable oscilando entre el asesinato de los ciudadanos disidentes y la presión y la coacción, para no dejarles vivir hasta conseguir expulsión al  exilio (los mas afortunados), o su asimilación colaboracionista con el régimen violento de poder, en este caso, con la ideología euskonazi que paulatinamente va convirtiéndose en dominante.


No es mi intención poner el acento en las causas y las consecuencias de la existencia y actuación de la banda asesina vasca ETA a lo largo de decenas de años; únicamente quiero poner de manifiesto que el atentado del 11 de Marzo, si bien tuvo unas dimensiones especialmente trágicas en perdida de vidas humanas, no suponía, desgraciadamente, para la sociedad española, una experiencia nueva en nuestra historia reciente.

Los factores que hicieron que aquel atentado se percibiera por la ciudadanía española de una forma peculiar, y que su reacción fuera igualmente imprevista, diferente e inédita en países que habían sufrido atentados semejantes, como el atentado contra las Torres Gemelas de N. York, o los atentados de Londres, se perciben a día de hoy con mayor claridad. En España, lejos de apoyar al Gobierno de la nación en un momento de máxima gravedad como sucedió con los ciudadanos americanos y británicos, la oposición de izquierdas, en ese momento fuera del poder, se movilizó activamente con el objetivo de destruir la credibilidad del gobierno conservador a tan solo dos días de la celebración de las elecciones generales. Asimismo, el gobierno en un comportamiento radicalmente equivocado en términos de estrategia política y en contra del más elemental sentido común, haciéndole el juego a la oposición que le apremiaba al esclarecimiento del atentado, prácticamente en tiempo real, salió continua y permanentemente a los medios con comunicados oficiales vertiendo informaciones y respuestas erráticas sobre la posible vinculación de la banda terrorista Eta con el atentado, mientras que desde los medios de comunicación de la izquierda se contaba a la población burdas engañifas de manipulación, como que habían aparecido en los vagones terroristas islámicos suicidas con varios pares de calzoncillos puestos. Se llegó, incluso, en el día de reflexión previo a la celebración de las elecciones, a sitiar las sedes del partido en el Gobierno, amenazando a sus militantes, y acosando a sus miembros. 

España conmocionada y doliente, solidaria con las victimas en aquel momento, no estuvo, sin embargo, a la altura de las circunstancias; le faltó madurez democrática, serenidad en los momentos de tensión, y inteligencia colectiva para comprender por un lado, que ningún Gobierno tiene respuesta inmediata para esclarecer un atentado terrorista de esta naturaleza, y por otro, que una oposición con un comportamiento como el que vivimos en aquellos momentos no era digna de respeto ni de confianza. Es justo recordar en este momento que los militantes del partido popular, la derecha en general, no respondieron en ningún momento a las provocaciones gravísimas, insultos y amenazas que recibieron en sus sedes, lo que probablemente evitó un enfrentamiento civil de consecuencias imprevisibles en momentos extremadamente delicados para la nación.

Se han escrito decenas de miles de páginas de opinión y de información en la prensa nacional; se han publicado libros con concienzudos análisis de toda índole; se han juzgado los hechos, detenido y condenado a sus autores; se han pronunciado al respecto magistrados y jueces, políticos y altos mandos policiales… hasta el Rey J.C. Borbón ha puesto su granito de arena, para afirmar que, como en el intento de golpe de estado del 23 de Febrero sucederá con los atentados de los trenes de Atocha, que nadie ha conseguido contarle que sucedió en España y porqué sucedió todo. Evidentemente, no pretendo yo aportar nada nuevo a lo ya dicho, faltaría mas. Humildemente, pero radicalmente, me manifiesto sumida en un marasmo de dudas, de piezas que no me encajan, de evidencias que ya son certezas, que me llevan a reflexiones y conclusiones desasosegantes como las que nos asaltan cuando sabemos que estamos siendo objeto de manipulación y de engaño.

En su momento, seguí en directo por TV el juicio a los encausados por los atentados. Recuerdo claramente la imagen de sus rostros, los alegatos de sus abogados defensores, las declaraciones de los testigos, la actuación de los fiscales, y del juez Bermúdez. Ya entonces supe que aquello que se retransmitía en tiempo real por la televisión nacional, mas que desgranar, desmenuzar y analizar todos los extremos del asesinato masivo cometido, parecía estar dirigido a enturbiar, dejar en la penumbra, y sembrar la duda, sobre lo que allí sucedió. Desde mi ignorancia, llevo repitiéndome perpleja por qué se hicieron desaparecer los vagones, huellas vivas y testigos de la matanza hasta reducir toneladas de material valiosísimo para la investigación, a escasos milígramos de insuficiente entidad para ser analizados sin ofrecer extremas dificultades a los técnicos; cual es la razón de la controversia fundada en cuanto a la utilización de uno u otro explosivo, aspecto éste fundamental para determinar la autoría; cómo testimonios contradictorios e inconsistentes, han sido validados para condenar a miles de años al único hombre que permanece en una celda de aislamiento porque se niega a admitir su culpabilidad en los atentados; por qué en los atentados, según el proceso judicial, estuvieron involucrados, precisamente, confidentes policiales, y este hecho, a todas luces escandaloso se asume como perfectamente natural; cómo es posible que aquellos hombres recluidos en el piso de Leganés, artífices directos del atentado por motivos religiosos, tomaran la decisión de suicidarse en grupo a sabiendas de que el suicidio les conduce a la condena eterna según su propio credo; cual es el motivo por el que los hombre aparentemente suicidados, fueron los primeros y únicos terroristas islámicos de la historia que en lugar de inmolarse en el acto terrorista que protagonizan, se suicidan al modo mas propio de una secta paranoica de raíz occidental; cuales son los motivos por los que los ejecutivos de Rodríguez Zapatero con él a la cabeza, y de Rajoy Brey, han mantenido idéntica actitud, a través de sus fiscalías respectivas, centrada férreamente en actuar como un muro de contención para impedir la apertura de nuevas vías de investigación en aquellos aspectos que aún hoy siguen suscitando dudas más que razonables en relación con la autoría material de los hechos, pero sobre todo, por en lo que respecta a la autoría intelectual de lo que fue un complejísimo atentado, que exigía formación intelectual, coordinación cuasi militar, financiación económica y voluntad política para llevarlo a cabo.

Con motivo del aniversario de los diez años transcurridos, los atentados del 11 de Marzo ha recuperado momentáneamente el protagonismo mediático. Nada nuevo bajo el sol. El aparato del Estado en el desempeño de sus laborales institucionales otorga a las victimas condecoraciones, celebra actos conmemorativos, y los medios, en su mayor parte, se emplean a fondo en insistir de manera reiterada en los aspectos emotivo-sentimentales, sin entrar a fondo en la cuestión de fondo. ¿Por qué un grupo de marroquíes protagonizaron un ataque tan brutal a la sociedad española? Obvio decir que, asignar la motivación de estos hombres a la posición española en la ONU, respaldando la intervención militar en Irak, parece, simplemente, una inconsistente e insostenible tomadura de pelo.

El establishmen hace suya la verdad oficial, la verdad jurídica. Nadie quiere, sin embargo, hablar de la Verdad; enfrentarse a la verdad a secas, sin apellidos, la verdad desnuda, despiadada, la verdad sin componendas; la verdad, en definitiva, que libera y sana el sufrimiento del pasado, dignifica el tiempo presente, y con la que el futuro se construye y se alimenta. Por el contrario, desde el 11 de Marzo de hace 10 años, la duda planea pertinaz sobre nuestras cabezas, sembrando semillas de temor y desconfianza en nosotros mismos, porque querámoslo o no, los asesinatos de los inocentes que iban en los trenes se han producido en nuestro tiempo histórico, y a día de hoy, las sombras son más que las luces en un relato de los hechos cada día más inverosímil. De nada sirve meter la cabeza bajo del ala, no somos avestruces, y querámoslo o no, si hay algo peor que la dolorosa verdad es la aterradora duda, que nos infantiliza al tiempo que nos envilece.

Escucho con frecuencia la máxima de que hay que mirar al futuro, como si el pasado no hubiera ostentado idéntica naturaleza antes de convertirse en presente. Constituye un agravio infame a la memoria de los inocentes asesinados despachar su adiós a la vida con el viejo refrán del muerto al hoyo y el vivo al bollo, envuelto en el celofán cuché de los homenajes, pero sobre todo, es una irresponsabilidad suicida pretender enterrar la verdad de la historia, aunque para albergar su silencio se erija el mas lujoso de los mausoleos.

Muchas cosas han cambiado en España desde el día 11 de Marzo de 2004, tantas que es difícil imaginar que hubieran sido posibles sin el acontecer del brutal ataque terrorista que sufrimos. La pérdida de las elecciones del partido conservador del PP, dio paso a un gobierno socialista que puso en marcha un importante programa, inédito, por otro lado, de reformas de calado en todos los órdenes. Digo importante, por lo que tuvieron responsabilidad en cambios radicales en nuestro país, en nuestra sociedad, no porque a mi me parecieran ni buenos, ni adecuados, ni deseables, mas bien todo lo contrario. La llegada del gobierno socialista nacido de las urnas con toda legitimidad, fue precedida de lagrimas y de muerte. A nadie se le escapa que la voluntad soberana del pueblo expresada en las urnas, debió estar sometida en aquellos momentos a niveles máximos de tensión, ansiedad y temor y hoy sabemos, también de una gravÍsima manipulación informativa. En plena conmoción, votaron los españoles, azuzados por el miedo, y arengados por los medios de comunicación afines a la izquierda, siempre poderosos y sobresalientes, engallecidos por el poder económico, y nutridos por el poder político. La calle movilizada a través de las redes sociales y los medios de comunicación encanallados con la derecha hasta ese momento gobernante, se mostraron activos y eficaces responsabilizando de un modo innoble de la tragedia sufrida al residente Aznar al que desde siempre habían aborrecido enconadamente .

El tiempo como vengo diciendo, es un aliado de valía extraordinaria a la hora de explicar la realidad. Los atentados en los trenes, no fueron únicamente el punto de partida del cambio de rumbo político en España, con el acceso al poder del presidente Rodríguez Z., sino que ese cambio ha pervivido y ha impregnado igualmente al reemplazo natural en el poder que representa el Partido Popular de Rajoy B.

Vivimos en el momento presente circunstancias históricas tan dramáticas como apasionantes. La herencia dejada por el poder socialista en España es una profundísima crisis económica, el desmembramiento de la nación, el renacer del enfrentamiento de las dos Españas, mas bien, el enfrentamiento de una contra otra. Políticos de la derecha y de la izquierda, empresarios y sindicalistas, sindicalistas protagonizan decenas de escándalos de corrupción, mientras los miembros de la judicatura al servicio del patronato político de pertenencia, ponen en la calle a decenas de asesinos terroristas vascos, y en el rebaño de estas hienas, para disimular la intención, nos han inoculado muestras de sabandijas pederastas, violadores y asesinos múltiples. Este proceso de descomposición de la vida publica iniciado con el gobierno de Rodríguez Z. se ha mantenido y en algunos casos, para mi asombro, ha tomado impulso con el gobierno de Rajoy. Este personaje tenebroso y oscuro, cuyos actos a menudo parecen dejar traslucir gestos e intenciones mas alimentados en la soberbia que en el coraje de bien  y la competencia. El gobierno del partido popular ha incumplido su compromiso electoral de arriba a abajo, y ha llevado a cabo únicamente las medidas económicas impuestas por nuestros acreedores europeos, y lo ha hecho, vaciando los bolsillos de una clase media exhausta y abusada de manera inmisericorde. Por lo demás, ha contribuido con su acción gubernamental a mantener básicamente intactas las políticas socialistas mas deleznables como es el caso de la política antiterrorista, ha puesto de perfil ante el acoso secesionista, y se ha mostrado no solo incapaz de ilusionar a su base electoral, sino que se ha encargado de arremeter contra aquellos que le apoyaron con sus votos, a los que debe cada átomo de oxígeno político que respira. Mariano Rajoy, ha iniciado desde su máxima responsabilidad la demolición del Partido Popular, la opción política de la derecha liberal-conservadora que en un momento fue el partido político con mayor numero de afiliados de Europa.

Pasados los años pareciera que en el fuego en el que ardieron los trenes de Atocha, se consumió también el deseo de que otra España fuera posible. La España de la fraternidad entre sus Regiones, de la Libertad y de la Justicia, de la Democracia y el progreso, con vocación de protagonismo en la Historia. Pareciera que se asfixió entre las tinieblas y el humo de los vagones de la muerte, y hoy, a día de hoy, aun hoy, diez años después, no quieren decirnos por qué y para qué. Parecen ignorar que ya no tienen que temer prácticamente nada de nosotros, que comenzamos a dejar de existir como sociedad civil el día en que renunciamos a la Verdad, por un plato de lentejas, frías y sin chorizo. 

Las  palabras atribuidas  Abraham Lincoln que nos hablan de tiempo y del engaño, abren la puerta de par en par a la Verdad. Que en esta mi casa fluya el aire fresco de la libertad, y que sobre sus alas vuele hasta Cielo una oración por las almas de los inocentes asesinados en los atentados de Madrid el 11 de marzo de 2004.

"Se puede engañar a todos poco tiempo, se puede engañar a algunos todo el tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo". (
Abraham Lincoln)