La semana pasada tuvo lugar la Convención del PP en Valladolid. Altos cargos del partido, y simpatizantes se han reunido con el presidente del partido a la cabeza, Mariano Rajoy, para llegar a la conclusión nada sorprendente de que están encantados de haberse conocido. Pero no solo eso.
Personalmente no he prestado mucha atención al evento; no es por falta de interés, porque estoy segura de que en los tiempos que corren que los hombres/mujeres fuertes del poder se reúnan por docenas debe tener su importancia. Lo que sucede es que me aburren muchísimo, y aquello que dicen y hacen, que no me hastía, me ofende, que es muchísimo más desagradable y más incómodo de conciliar con una actitud saludable en lo concerniente a acontecimientos políticos, que desde hace demasiado tiempo, no hacen otra cosa que poner de manifiesto el gravísimo déficit democrático que padecemos en España. No obstante, ha sido prácticamente imposible sustraerse a la información que emanaba a diario de la reunión de los populares y que ha sido noticia en todas las cadenas de televisión y ocupado primeras portadas en la prensa de papel y de Internet, está última, la única a la que presto atención.
Al parecer, se han pasado los días, mañana y tarde, de bla, bla, blaaaaas, y plás, plás, plássss, es decir, berborrea dulzona, autoaplausos, y autocomplacencia. Ellas y ellos, divinos de la muerte, pimpollos enrosados y muchachotes centrados, muy, pero que muy centrados.
La voz del amo, se ha alzado entre los vítores de sus huestes. Expandiendo el eco de su mensaje, la componedora/deshacedora de entuertos, en su mejor momento, dicen, sonreía con gesto de hielo, como le es propio. A la postre y de resumen, nos cuentan, que fuera del PP no hay vida, solo espera a los desaprensivos la nada, el desierto, un universo infinito, frío y oscuro. Suena a amenaza. Oído al parche, y aviso a navegantes, votantes de la plebe …, ya saben, tómenselo como les plazca, pero no se equivoquen esto es … una amenaza y recuerden que mi boca esta llanecita de dientes, como la de los tiburones. Después, nuevamente pudiera parecer que sonríe, pero solo lo parece.
Figurines engafados, y chiquilicuatres, convertidos en expertos insultadores encuentran el momento de explayarse. Es el cague, como vulgarmente se dice, que los ha puesto de los nervios, porque de entre los suyos, se han ido, los que son mejores y lo saben, que ya no les dan árnica ni están dispuestos a comulgar hostias envenenadas. Han tomado otro camino, el más incierto, y sin embargo, se les ve firmes orientando en libertad los pasos a su destino político. Eso que ganan los avezados, eso que pierden los pervertidos, entiéndase en el sentido político del termino, únicamente, o .. quizá no. El caso es que entre las sonrisas, a los prebostes, se les cae de los labios los insultos y descalificaciones a los discrepantes; a aquellos que se aventuran, como David, por los vericuetos románticos de lo que no parece posible, bajo la mirada desdeñosa de los que aún se sienten, estúpidamente, sus amos.
El Presidente ha prometido entre aclamaciones, que bajará los impuestos. Prácticamente es lo único que ha dicho. Ya se sabe, más alpiste para el gallinero. Nos trata como si fuéramos estómagos, no cabezas pensates, no corazones latentes, sino, únicamente, vísceras digestivas ávidas de un mendrugo de pan, o de una de gambas, si nos ponemos finos. Lo hará en 2015. Largo lo fía el señor, demasiada lluvia ha de caer y muchos soles han de amanecer antes de hacerse cierta su limosna graciable de no quedarse con lo que es nuestro.
Mensajes fuerza lo llaman, vamos, lo que todos conocemos como el argumentario de cualquier lunes. A partir de la consigna del jefe, nos espera el repiqueteo constante por la voz de los voceros; sembradores de adormidera, gestadores de atolondramientos, ahuyentadores de los gritos de las conciencias. Se despliegan a la voz de ¡firmes¡ del amo, y se cuadran sumisos, y agachan la testa. Son como perros que se lo piensan dos veces antes de morder la mano que les da de comer, y mucho mas que eso.
La escocedura se ve, y se nota, en el timbre osado de sus voces tantas otras veces melifluas, a la hora de mencionar, por ejemplo, a los amigos y cómplices de los asesinos de ciudadanos españoles y de la Nación, por su verdadero nombre. Con los disidentes de su partido, sin embargo, se emplean a fondo. Les llaman extremos, y les asimilan a opciones periclitadas y dictatoriales.
Mienten. Es lo suyo. Nada sorprende.
Y, ellos, que han gobernado con la voluntad de centenares de miles de ciudadanos, prestada y sellada en un contrato electoral, solo se les conoce por la acción política guiada de la oportunidad, del pragmatismo, de las alianzas garantes de su propia supervivencia. Se han olvidado de que no son nada; de que nadie son, sino es por la voluntad soberana y libre de los ciudadanos. Ellos, que han tomado el sacrosanto mandato de la soberanía popular en Democracia, y lo han convertido no solo en papel mojado, sino en el que utilizan para limpiarse … los mocos, despliegan todo el arsenal del que disponen desde su mastodóntico y omnímodo poder, cuando enfrente tienen, mirándoles a los ojos, a un pequeño y corajudo David que está convencido de su derecho a decir libremente aquello que piensa y aquello lo que cree, adoptando una propuesta política alternativa. Le hablan con improperios y le dirigen la mirada cargada de desprecio, sabiendo que no es suficiente. Es preciso que quede atrapado, paralizado e inerte, en la tela de araña de la difamación. Y, en eso está la gigantesca tarántula del poder, tejiendo sus hilos y observando a la presa.
La Convención del Partido Popular ha sido ilustrativa, y de gran utilidad para la reflexión de los ciudadanos que pudieran tener alguna duda a la hora de enjuiciar a sus gobernantes. Dicen que es un partido en el que todos caben, cuando solo caben ellos. Dicen, que el partido, es un partido de Centro. Interesante afirmación para cuando no se tiene otra cosa que afirmar que no sea la nada. Ha sido, efectivamente, aleccionadora la Convención del PP.
Algo está cambiando en el panorama electoral en España. Los votantes conservadores, tienen una nueva opción política en la que depositar su confianza, que no está a la derecha del Partido Popular, como pretenden hacernos creer en un análisis simplón y zafio de la realidad en nuestro país. Sencillamente, porque no es posible situarse a la derecha (tampoco a la izquierda) de la nadería política. La naturaleza de las opciones electorales en Democracia exige, por el contrario, el discernimiento claro de sus perfiles ideológicos, la transparencia de sus valores, la afirmación de los principios morales, que guiaran, en su caso, la acción de Gobierno si los ciudadanos les dan el mandato del Gobierno.
El Partido Popular es un cadáver ideológico. Sus dirigentes han jugado al juego peligroso en política del engaño, de la maledicencia, de la corrupción, de la traición implícita y explicita a aquellos a los que demandaron su confianza en las elecciones. Se ha llenado de caras nuevas, como si eso fuera garantía de algo que fuera mas allá de un mero escaparate; sin embargo, esos jóvenes recién llegados, visten con aspiraciones viejas que son antiguallas de pragmatismos caducos, que apelan para mantenerse en el poder, a lo peor de nosotros mismos: la codicia y el miedo, y con eso, con ese mísero equipaje, pretenden hacernos creer que son indispensables.
Mienten. Es lo suyo. Nada sorprende.
Entre tanto, los votantes conservadores, de derechas, por derecho propio y orgullosos de serlo, los liberales, nosotros debemos estar a lo nuestro, que no es otra cosa que la búsqueda del espacio político en el que crecer y madurar en Democracia. En la defensa de Nación y de la Libertad. Sustentados en los valores a favor de la Vida, de la Igualdad y de la Justicia para todos los ciudadanos. La simiente está sembrada y no se llama PP. Por fin algo en la vida pública llega de la mano de la ilusión, algo que muchos podemos celebrar. Se llama VOX