Todo parece indicar que iniciamos la cuenta atrás, la enésima
cuenta atrás para que se produzca el desenlace, del conflicto catalán.
El primero de octubre sabremos
finalmente en que queda la última vuelta de tuerca con la que el separatismo
esta desafiando al Estado, y lo que es peor, a la Nación.
Como siempre me sucede, abordar la cuestión del
independentismo me produce una inmensa pereza intelectual. Incluso, cuando los
protagonistas de la agresión a mi país hacen uso de las balas, del secuestro, de la
extorsión, de la violencia explicita y adopta abiertamente el formato criminal del
terrorismo, como es el caso del separatismo vasco, incluso, en ese caso, me cuesta
muchísimo prestarle atención a su previsible y banal propaganda, a sus incendiarias
proclamas victimistas, al relato fantasmagórico de la historia en la que
supuestamente se asientan sus anhelos identitarios, y que solo y únicamente, ha
tenido y tiene lugar en las mentes mitómanas de politicastros de carácter doméstico,
aldeano, de personajes de nula valía, de intelectualidad de medio pelo. Iluminados salvadores patrios, devenidos por
un cúmulo de circunstancias, en miserables personalidades públicas, lideran el movimiento separatista condenando
en sus juicios sumarísimos a los ciudadanos que son y se sienten españoles en Cataluña o Pais Vasco (pero no
únicamente en estas Comunidades). Esta clase política formalmente democrática y
salida de las urnas, ha gobernado en los territorios nacionales de su
“competencia” con mano de hierro y paso firme para llevar a la práctica sus
objetivos independentistas, alimentando la xenofobia, incluso el racismo como
en el País Vasco, hacía España y los
españoles.
El estamento político-administrativo autonómico inductor de la incendiaria movilización secesionista que vivimos pertenece en su mayor parte a las clases acomodadas y a una alta
burguesía, que ha considerado a España como el gran mercado de los productos
catalanes por un lado y por otro, como una fuente imprescindible de
flujos monetarios estatales indispensables para financiar, precisamente, su
secesión. La política autonómica catalana, se ha centrado fundamentalmente, en
alimentar el victimismo, y trasladar a su ciudadanía, simultáneamente, un ridículo sentido de su superioridad respecto a
los españoles, y la “españolidad”. La frase “España nos roba” acuñada y
repetida incesantemente por las autoridades catalanas deja bien a las claras la
estrategia seguida para cultivar la desafección, sobre todo, en las generaciones
más jóvenes.
Todos los medios se hacen eco estos días de la llamada a
la movilización de las autoridades
autonómicas catalanas para subvertir la
legalidad constitucional. Prensa escrita, medios de comunicación digital, redes
sociales, han convertido en monotema el
asunto este de si el referéndum para la secesión de una parte del la nación
debe o no producirse y si el gobierno de la nación, (y demás poderes del
Estado) debe dar cobertura pactada a la consulta o si por el contrario, como
parece estar sucediendo, se debe emplear a fondo con todos los instrumentos del Estado de Derecho para que la consulta no llegue a celebrarse. Esta es la cuestión que exige inmediatas tomas de decisión, toda vez que el
secesionismo ya se ha pronunciado con toda claridad, y que la convocatoria a
las urnas sigue adelante, pese a los reiterados pronunciamientos del Tribunal
Constitucional y los Jueces.
Llegados a este punto, creo que es interesante plantear
algunas cuestiones con el fin de observar el conflicto con una intencionalidad
honesta, y por supuesto, con la limitación propia del conocimiento de una
ciudadana, simplemente atenta a lo que sucede en su país, y guiada por lo que
sus oídos escuchan, pero sobre todo, por lo que sus ojos ven.
1º La inútil apelación
a la Historia ,
a la verdad, y a la razón.
Estas tres cuestiones que teóricamente deberían ser determinantes
en la defensa de los postulados secesionistas, son en mi opinión, completamente
irrelevantes en el momento presente; no le interesan a nadie. El debate riguroso
sobre el conflicto catalán o vasco, es irremediablemente el debate sobre la
historia de España y la Nación Española, la patria común de los españoles, también de ambos territorios, hace décadas que no es de interés. España comenzó a morir en la conciencia de una gran parte de la ciudadanía por inanición, hasta el día de hoy, en que la
encontramos prácticamente agonizante. Una muestra evidente de esta realidad es el
comportamiento adoptado por altas instituciones del Estado, que han tolerado,
aceptado e incluso avalado y defendido, el agravio, el insulto, la mofa y el
desprecio publico, colectivo e individual, a las señas de identidad de la Nación y al Jefe el Estado.
En la calle, en los campos de fútbol, en las redes sociales, amparados en la
libertad de expresión y en otras
supuestas libertades, los separatistas han llevado a cabo con absoluta
impunidad agresiones de toda índole contra todo aquello que representara a
España. Parece haberse asumido que estos comportamientos colectivos e
individuales del independentismo, no nos conciernen, y sobre todo, y que
nuestra Nación no merece más consideración que aquella que se la reconozca en términos burocráticos, o la
mención que forzosamente se ella hace en el Boletín Oficial del Estado.
2. El Titulo
Octavo de la Constición.
En mi opinión, es un monumental, error sin paliativos. No pretendo entrar en
profundas consideraciones jurídico-constitucionalistas. No poseo formación
jurídica para ello, sin embargo la simple lectura de la Constitución nos da
suficiente base como para entender que la redacción del Título Octavo es cuando
menos, ambigua y poco esclarecedora. Los ciudadanos latinoamericanos que se
acerquen a estas páginas, entenderán perfectamente a qué me refiero cuando digo
que el Titulo Octavo de la constitución que alude a la organización territorial
del Estado, es “un arroz con mango”, en otras palabras, un lío, una confusión,
una indefinición, una inconcreción
normativa, que ha tenido consecuencias nefastas para España.
Si trataba de dotar de un armazón territorial coherente,
comprensible y asequible al desarrollo institucional territorial, no ha podido ser
un mayor fracaso. España se constituye en virtud del Titulo Octavo, en un
Estado denominado “de las Autonomías”, que no es federal pero tampoco deja de
serlo, que parece unitario pero desde concepciones descentralizadas, según y como; que pudiera ser semifederal, que otros
definen como un Estado plural etc.
Por si fuera poco, el Titulo Preliminar expresa con absoluta
contundencia que la soberanía nacional reside en el Pueblo Español, y afirma
rotundamente, la indisoluble unidad de la Nación española, para a
continuación añadir, que garantiza la autonomía de las nacionalidades y regiones
que la integran.
En este magma de incongruencias, de enorme dificultad de
compresión lógica para el sentido común, se han ido gestando las más abyectas
deslealtades, se ha regado tacita a tacita las yerbas venenosas que alimentan
la conspiración, el golpe de estado que las autoridades catalanas pretenden
materializar el 1-O. En la estructura burocrática y de poder autonómico,
se ha desarrollado como una hidra voraz
la corrupción política embridada con la corrupción económica durante lustros,
sin que ningún estamento social, jurídico o político, moviera un solo dedo para
evitarlo. Es para mi un incognita que no consigo despejar, como es posible
que los ciudadanos de a pie no sean capaces de percibir que es, precisamente,
el poder político autonómico y su vocación carroñera, el responsable máximo en
la reciente crisis económica que hemos padecido y de la que aun no nos hemos
recuperado, y que ha sido el mismo
diseño autonómico, el que ha favorecido, tolerado y estimulado el expolio de
las arcas públicas, y el empobrecimiento de sus ciudadanos. Madrid, Valencia,
Andalucía, etc… pero sobre todo Cataluña, son el ejemplo fehaciente de ello.
3. La desealtad de
los partidos nacionales.
Hace más de 40 años que la Constitución esta vigente.
Es muy importante señalar que, con todos sus defectos, fue votada y aprobada por
la abrumadora mayoría de los españoles, y masivamente en Cataluña, donde lo fue
con especial entusiasmo. Cabía esperar, por tanto, un futuro nacional esperanzado
y fraternal entre los españoles, una vez cerrado el capítulo de la Dictadura , y superada,
no sin esfuerzo, la Transición. La
política nacional ha sido liderada por dos grades partidos de ámbito nacional a
ambos lados del espectro político, desde el centro izquierda y el centro
derecha y eso podría haber sido garantía de estabilidad y progreso para España,
en el contexto de una Europa de las Naciones, avanzando en la Unión y la cohesión.
El terrorismo de ETA, y la calculada ambigüedad del PNV, sin
cuya cobertura de facto, la organización terrorista hubiera desaparecido en un
breve espacio de tiempo, se encargaron desde el minuto cero de poner jaque a nuestra
Democracia. Los disparatados principios doctrinarios de Sabino Arana, su patéticas
chorradas acerca de la supremacía de lo
vasco frente a lo español, sus enunciados nazis al describir la supuesta
identidad vasca, resulta que, en un anacronismo histórico impropio de un país
europeo que mira al siglo XXI, han sido asumidos por el PNV y la figura del
orate Arana, se ha reivindicado sin que se les caiga la cara de vergüenza a los
dirigentes nacionalista, eso si, tras un lavado de cara en sus formulaciones mas
disparatadas con el fin, imagino yo, de evitar el escándalo de hacer suya una
ideología simple y llanamente, de corte nacionalsocialista. No puedo por menos
que recordar en este momento, como insignes, representantes de la política
nacionalista durante los años de plomo en el Pais Vasco, a J. Arzalluz y a
monseñor Setién, recogedores de las nueces ensangrentadas que cayeron durante
lustros del árbol que sacudían terroristas asesinos vascos de hombres, mujeres y niños españoles. Por desgracia, ambos despreciables personajes vinculados íntimamente con la Iglesia
Católica , para deshonra y desconcierto de los católicos.
Durante todo este tiempo hemos escuchado del Partido Socialista y del Partido Popular que la gobernabiliad del país era el
prioritario de sus objetivos. Así, las mayorías simples, o por decirlo de otro
modo, la debilidad de los partidos nacionales en el Parlamento, ha sido la
oportunidad de oro para los partidos nacionalistas (siempre independentistas,
no lo olvidemos) para cobrarse el apoyo parlamentaria a precio de competencias,
de dudosa legitimidad, pero siempre habitando en el limbo jurídico de la
indefinición constitucional. Es preciso puntualizar que la presencia
parlamentaria del separatismo, debería haber sido si no insignificante, si irrelevante, de haber
contado con partidos nacionales con
sentido de Estado, pero sobre todo, con conciencia de su responsabilidad
histórica. Hoy estaríamos hablando de cosas muy distintas, si el Partido Popular y el PSOE, hubieran liderado
conjuntamente la preservación de la Nación
Española , su integridad y su unidad, con el convencimiento de
que se trataba de valores no vinculados con un
pasado oscuro y dictatorial, sino como un bien superior que debía y podía
enraizarse en la libertad y en la
igualdad de todos los ciudadanos, amparados por una Constitución y un Estado
democráticos.
Lejos de este planteamiento, ni PP ni PSOE, se tendieron
mutuamente la mano para hacer oposición limpia en sus legitimas y necesarias
diferentes posiciones respecto de la orientación de la gobernabilidad del país,
pero de común acuerdo en las cuestiones
de Estado de las cuales, ninguna hay de
mayor relevancia, que la preservación del estado mismo, y de la Nación en la que se este se
sustenta. Por el contrario, ambos partidos alcanzaron los acuerdos de
gobernabilidad con los partidos nacionalistas/independentistas,
repartiendo competencias y privilegios en unas componendas vergonzantes,
mercadeando en última instancia con la mismísima seguridad existencial de la Nación , dispuestos
desmenuzar, a trocear a cambio de pactos de legislatura que les garantizarse
mantenerse en el Gobierno, a costa, incluso,
del vaciamiento del Estado. Véase la política llevada a cabo por
Zapatero en Cataluña, (por no hablar de los acuerdos con la ETA ), anteriormente los
acuerdos de Aznar con el megacorrupto presdiente Pujol, o el último intento de
aprobación de los presupuestos generales de Rajoy mendigando los cinco votos
parlamentarios al PNV, a cambio de la pasta gansa y del control de la política
penitenciaria, que de sobra sabe el partido popular tendrá como colofón la
puesta en la calle de los asesinos etarras, bajo cualquier presupuesto de
oportunidad política para el PNV, azuzado por sus descarriados hijos
bilduetarras. Los asesinos y sus complices han decido que después de estar asesinando, extorsionando, secuestrando y
torturando en su actividad terrorista que es la hora de pillar
cacho, o lo que es lo mismo, poner las posaderas en las poltronas del poder.
4. Los medios de comunicación al servicio del poder autonomico y de la
causa secesionista.
Estamos en este punto, ante el más garrafal de los errores
de los Gobiernos desde la
Transición hasta este momento. La política de comunicación, junto
con la cesión de las competencias de educación ha sido la clave de la
progresiva desafección a España.
Vivimos un tiempo en el que la influencia de
los medios audiovisuales y de internet es determinante en la estructuración y
configuración de las conciencias individuales y colectivas, y el poder autonómico
se ha ocupado con muchísimo interés y justo es reconocerlo, con enorme
eficacia, de controlar férreamente cada minuto emitido por las ondas o por las
televisiones de su comunidad, que son, evidentemente de titularidad publica o, en
todo caso, afines. Esto en lo concerniente a los medios de ámbito local. Los
medios de carácter nacional, televisiones generalistas y emisoras radio nacional,
están sometidas en resumidas cuentas, en su creación, y en su regulación por
los diferentes gobiernos. La izquierda ha sido, en este caso, la que ha cortado
el bacalao y de no dejado ni las raspas,
ante la pasividad cuando no aquiescencia, de un derecha, empeñada en definirse
como de centro, reformista, que es lo mismo que no decir nada con tal de no significarse. De manera que durante lustros se ha dedicado también con
una perseverancia encomiable, pero este caso patética y suicida, a dejarse comer
el bocadillo por el grandullón macarra del patio, incapaz de construir una
alternativa política basada en valores reconocibles, que le dotaran de entidad,
y de respetabilidad. Así las cosas, los medios de comunicación, en la abrumadora
mayoría de los casos, están en manos de grupos de comunicación controlados por una bollante y multimillonaria izquierda capitalista que sin complejo alguno se sitúa siempre al servicio del
mejor postor, y siempre, invariablemente, de uno u otro modo, en contra España. Solo hay que ver los informativos, tertulias
y debates políticos, (y no solo políticos) para constatar la evidencia.
Los puntos mas arriba mencionados, han sido determinantes en mi opinión, para llegar a la compleja situación en la que hoy nos encontramos. Hay momentos especiales, estelares en esta triste historia, como la reunión de Carod Rovira de Ezquerra
Republicana con ETA, para pactar la actividad asesina de los terroristas vascos
en España pero fuera de Cataluña, o en otro orden de vergüenzas, el inefable presidente Zapatero proclamando
que aceptaría sin decir ni chitón, cualquier resolución del Parlamento de
Cataluña, o la sintomática frase de extrema debilidad y estupidez del
acomplejado presidente Aznar frente a Pujol, cuando dijo que él hablaba catalán en la intimidad… (realmente patético el
pobre José María), o el masaje en los hombros (asi, como suena) que le procura Oriol Junqueras a la Vicpresidenta
Soraya Saez de Santamaría,
encargada por Rajoy de aplacar por cualquier medio (léase poniendo la pasta de todos los españoles) las ínfulas
independistas, es decir del propio Junqueras, al tiempo que éste tomaba posiciones
para clavarle hasta el corvejón la estocada definitiva a su Gobierno, pero
sobre todo a nuestra Nación. La escena, no tiene precio para provocar la
hilaridad. No se puede hacer más el ridículo.
Es este momento parece que el pescado esta todo vendido. Al
Gobierno únicamente le queda hacer lo que no tiene mas remedio. El referéndum
debe impedirse porque, si bien la consulta a los ciudadanos en Democracia es un
ejercicio legítimo y saludable, no todas las consultas pueden ser planteadas;
estas son aquellas que son contrarias la Ley, principio por el que se rige cualquier democracia en cualquier país del Mundo civilizado. El Gobierno
no puede autorizar ni pactar esta consulta porque sencillamente no tiene
potestad ni competencia para hacerlo. La
soberanía nacional reside en el pueblo español, y es en esa soberanía en la que
se asienta la Nación
española como patria común e indivisible de todos los españoles. También de los
españoles catalanes. Las decisiones sobre la Nación de todos no pueden ni van a
estar en manos de una parte, por más violencia y presión que se pretenda o
pueda ejercer, desde ningún poder autonómico.
El Gobierno esta obligado a hacer cumplir con la ley, a los
ciudadanos de manera individual, a los colectivos, a las instituciones, y a los
gobiernos autonómicos. Nadie esta por encima de la Ley en un Estado democrático y
de derecho. Hoy mismo la banda terrorista ETA a través de sus asesinos se ha
pronunciado a favor de la rebelión secesionista de las autoridades autonómicas
catalanas como antesala de la
materialización de su proyecto para Vascongadas y Navarra. La burguesía
independentista catalana es alzada en hombros por los asesinos comunistas
independentistas vascos. En este simbólico y repugnante maridaje carente de cualquier valor
ético y democrático esta atrapada la
Nación española.
Ha hablado ETA todavía encapuchada, y la Conferencia Episcopal también se ha pronunciado. Intentando poner una tirita en la profundísima herida que ha ocasionado el clero
catalán a la maltrecha Iglesia Católica en España. ETA se pone al frente y la
jerarquía de la Iglesia Católica
se pone de perfil, que no se vea … que no se note. Con calculada ambigüedad se
ha pronunciado monseñor Blázquez a favor de todos, desde una equidistancia, innoble y desleal. Cuando el edificio está en llamas, acuden los obispos con su
regadera de juguete para que no se diga que no ha contribuido a apagar el incendio. Que
tristeza y que vergüenza. Una vez mas, otra vez...que indignidad¡.
La cuerda se ha tensado al máximo. Hemos llegado al final de
un lento proceso de vaciamiento del Estado. No tengo ni
idea de que será lo que nos deparará el
futuro. Si creo que después de lo que ahora suceda nada
volverá a ser igual, y pienso que ello no tiene porque ser negativo forzsamente. Quizá
tengamos que volver a dotar al Estado, de proyectos de futuro compartido; a contar nuestra Historia común a
nuestros niños en las escuelas y a nuestros jóvenes en las Universidades desde
la verdad iluminada por las brillantísimas luces que nos alumbran y no únicamente
desde las sombras que oscurecen nuestro pasado y nuestro presente, como hacen las grandes naciones en el Mundo. Quizá,
llegado el momento de la verdad, el camino a recorrer en las distintas regiones
de España no sea el de los privilegios, las desigualdades y los conciertos y cupos económicos injustos e
insolidarios, amparados en supuestos
derechos feudales, sino el camino de la reconstrucción de una nación de ciudadanos
libres e iguales en todo su territorio. Quizá haya que rebelarse y abandonar todo aquello que nos somete impunemente al insulto, a la humillación y que nos destruye, haciendo respetar de una vez por todas y a todos, territorios y personas, los símbolos que representan a nuestra Patria. Quizá haya llegado el momento de respirar hondo, mirar al futuro y
soltar lastre. Si, quizá debamos plantearnos, todos, desde nuestra Soberanía
compartida, no tanto el derecho a que algunos nos
abandonen, sino el derecho que nos
asiste a decidir que no deseamos compartir el camino con aquellos que nos
desprecian y nos hieren. Quizá deberíamos reflexionar sobre el derecho a independizarse…de España y que se
vayan, los que se tengan que ir, pero que lo hagan con lo puesto. y que dejen las llaves de nuestra casa al salir. En todo caso,
estas cuestiones, y cualesquiera otras que afecten a la soberanía de la Nación española, están en
manos de los únicos depositarios de la misma: los españoles. No tengamos miedo,
quizá nos encontremos ante el comienzo de un proyecto nacional verdaderamente
ilusionante de ciudadanos libres e iguales.
Nosotros, todos los españoles somos Nación, y nosotros, solo NOSOTROS
decidimos,