Andalucía está llamada a las urnas. Pareciera que no es cosa
relevante que los andaluces se pronuncien para decidir quien va a llevar las
riendas del gobierno autonómico los próximos cuatro años. Estamos tan ocupados
en ver como digerimos el golpe de estado que el gobierno autonómico catalán ha
dado a nuestro país, que quizá no queda tiempo y apenas energía para dirigir
nuestra atención a nuestros compatriotas del Sur de España. No tengo la menor
duda de que nos equivocamos. Ellos, entre otros y con otros españoles, son
fundamentales a la hora de hablar del presente y del futuro de nuestro país.
Andalucía tiene la palabra. Se dirimen asuntos muy
importantes en las próximas elecciones autonómicas, tanto como, para que sean
determinantes en el destino de España. El tiempo histórico que protagonizamos
los españoles, andaluces en primera persona, es un tiempo de conflicto, de
inestabilidad, de confusión, pero sobre todo, un tiempo de traición y de
deslealtad a la nación española. Es por ello, que cada ciudadano, dueño de su
libertad, de su razón, y de su voluntad, se convierte en estos momentos en protagonista
absoluto del destino de nuestro país cuando deposita su voto en la urna. Es muy
importante ser conscientes, hoy más que nunca, que nada fundamental sucede sin
nuestra corresponsabilidad y nuestra activa toma de decisiones, cuando la
consulta a la que estamos llamados tiene la enorme relevancia de constituir el
juicio sobre la ejecución política de los responsables de gobierno, y depositar la
confianza en aquellos que entendemos dignos de ella. Soy plenamente consciente
de que, este caso, me estoy refiriendo a unas elecciones autonómicas, pero esa
circunstancia, sobre todo en este momento, no cambia un ápice de mi reflexión.
El Partido Socialista está llevando a España a una situación
de no retorno. Es cierto que esta gravísima situación no viene únicamente de la
mano de Sánchez, que es el punto final a un proceso lentamente larvado de
componendas de los partidos Socialista y Popular con las fuerzas políticas
periféricas que desde el arranque del régimen del 78 no han tenido otro
objetivo que la destrucción de España. Con RZapatero, se produce el
advenimiento al Gobierno del que pasará a la Historia como el hombre que
entrego nuestro país a los perros, abrazado a la estupidez infinita de la que
parecía hacer gala en cualquier lugar y circunstancia, y ensimismado en la
vanagloria de la mas delirante de las autopercepciones. El PSOE liderado por
este personaje patético inicia la deriva del radicalismo, escorándose hacia la
ultraizquierda, que se transforma en un continuum
para finalizar en la elección en Sanchez como Secretario General. El PSOE histórico, nacional, democrático, y
abierto a la socialdemocracia, se debate hoy agónico y narcotizado, en la tela
de araña tejida por neocomunistas e independentistas de carácter supremacista;
por los herederos directos de criminales terroristas de ETA, y por aquellos que hoy son polí0ticos
apresados por la justicia en acusación de diseñar, organizar y perpetrar un
golpe de Estado a nuestra Nación, la nación de los catalanes; la nación
española de los andaluces llamados en el próximo diciembre a las urnas.
Es este un momento crucial
para el futuro de España. Dejar de lado la perspectiva nacional que tienen
estas elecciones autonómicas en mi opinión sería un error histórico de primera
magnitud, sobre todo para los andaluces.
Hablar de Partido Socialista y de Andalucía es un imposible
sin mencionar la palabra corrupción. Es, desgraciadamente para los andaluces, la
materia prima del ADN que la izquierda ha llevado a su máxima expresión precisamente
en Andalucía. Una mayoría de andaluces, bien es cierto, que cada vez menos numerosa,
ha encontrado en el PSOE el cobijo donde dormir el sueño inagotable de la
desesperanza, a cambio de tener garantizado el bocata de chorizo que a día de hoy
viene acompañado de un teléfono móvil y noticias de en medios de comunicación de
todo a cien. Andalucía sufre, como quizá, como ningún otro territorio en
España, las consecuencias fehacientes de un socialismo instalado en el
nepotismo y la corrupción política hasta un nivel imposible de soportar y
asumir si no es desde la renuncia colectiva al progreso, y a la defensa
individual de la libertad, con todo lo que ello supone.
Andalucía vive sumida en la cultura del subsidio desde hace
décadas, encorsetada en los tópicos que caracterizan a la cigarra, y victima
del adocenamiento cultural y del prejuicio político contra la libertad, la
individualidad, el espíritu de superación, y la búsqueda de la excelencia, en
la sociedad general y en cada ciudadano en particular.
Hoy mismo, Susana Díaz, se dirigía a los andaluces hecha
un basilisco argumentando que aquellos
que hacían oposición a sus postulados, lo hacían desde el supremacismo. La presidenta
andaluza nacida y criada, políticamente, entre y desde la corrupción más
abyecta. Formada, la señora Presidenta, en las bambalinas del mayor caso de
corrupción de Europa, entre las enaguas del partido en cuyas poltronas se
sentaban por la mañana los que en la noche anterior se habían pagado las
juergas de prostíbulo con los fondos públicos, es decir, con euros contantes y
sonantes de los ciudadanos andaluces.
La señora Díaz, presidenta andaluza, del Partido Socialista,
clamaba enfurecida porque la oposición la recordó que Andalucia,
desgraciadamente para los niños andaluces, está muy por detrás en los informes
de valoración PISA en los niveles educativos y de conocimiento, de la media de
España, y muy, muy por detrás de los niños, por ejemplo, de una modesta
comunidad autónoma, como Castilla León, y a la altura, mas bien bajura, de los
niveles de educación mas cercanos a Grecia o a Turquía. El partido socialista
andaluz, acusa airada a aquellos que ponen el dedo en la herida sangrante del
fracaso y del abandono escolar, porque su supervivencia en el poder esta marrada,
en gran medida, en la ignorancia, el
abandono, y el desaliento inconsciente del que tiene interiorizado que nada
puede ser diferente porque todo siempre ha sido igual.
Andalucía no ha conocido otra cosa en democracia que cuatro
décadas de socialismo en estado puro. Los resultados están a la vista. Son
constatables. Andalucía es una región empobrecida, sin iniciativa empresarial,
con un pésimo nivel educativo, y con los mas altos niveles de intervención
publica y de población subsidiada, a la vez, que sufre la carga impositiva más
alta de todas las regiones españolas, y todavía, el Partido Socialista, directo
responsable de este desastre se permite el lujo, con el descaro a que ya nos
tiene acostumbrados, de acusar a la oposición de menosprecio a los andaluces,
en un alarde de víctimismo impresentable, tomando a la opinión publica por
imbécil. La señora Díaz niega la mayor,
la evidencia, en relación con su sistema educativo y con la mayor parte de las
cuestiones de las que debería dar cumplidas cuentas… Será quizá porque esta
señora se demoró 10 años en finalizar su carrera de Derecho y la mediocridad
que parece formar parte de su ADN pretende atribuírselo a todos los andaluces simplemente
por el hecho de serlo?.
Desmontar un régimen clientelar es algo muy complicado. En
un sistema de tipo “caciquil” aunque sea en pleno siglo XXI, supone destramar la
red que se tensa con coimas, chantajes, favores inconfesables, dependencias,
ambiciones, secretos, verdades y mentiras, que se extiende por todo el
tejido social, económico, y de comunicación. La estrategia del Partido
Socialista, como ya hemos visto en multitud de ocasiones, es deslegitimar la
crítica política, identificándo a la
oposición con los “enemigos de Andalucía”. Algo parecido a lo que sucede
en Cataluña o el Pais Vasco, con los
partidos independentistas. Unos y otros se erigen en los legítimos y únicos
catalanes, vascos, o en este caso andaluces merecedores de tal nombre. Andalucía
soy yo, es decir, el PSOE. Esta falacia burda y simplona propia de necios, dirigida
a estúpidos, es sin embargo la piedra angular del adocenamiento de la ciudadanía
y una barrera de muy difícil superación.
Decía al principio que estas elecciones andaluzas tienen
además, una enorme importancia a nivel nacional. Los andaluces, tienen en este
momento en sus manos, la posibilidad de alzar la mirada y ver un horizonte en
el que su voto es determinante para su país. Son más protagonistas que nunca
del presente y del futuro de España. El partido socialista de Susana Díaz es el
mismo Partido Socialista de Pedro Sanchez, y éste necesita imperiosamente los
votos de la ciudadanía andaluza para seguir perpetrando una política que atenta
contra España y por ello, también contra los andaluces. Porque, decir España es
decir Andalucía, amar Andalucía es absolutamente imposible sin amar a España.
Atentar contra España es ignorar, despreciar y abandonar
Andalucía.
El Partido Socialista es el partido que gobierna con el
apoyo de independentistas, golpistas, y supremacistas. Ellos si, son
los que recurren, unos al RH, y otros andan a la búsqueda en el
laboratorio, del gen “mágico” que les permita argumentar que son diferentes al
resto de los españoles, y que en esa supuesta diferencia genética se encuentra su
especificidad, naturalmente superior. Palurdos ignorantes y mala gente. Así son
los socios del Partido Socialista, y por ende, de Susana Diaz. El jefe de filas de Díaz, negocia, y comparte
proyectos con aquellos que dicen que los españoles somos bestias carroñeras,
víboras, hienas con una tara en el ADN… Con aquellos que insultan a Inés
Arrimadas por ser andaluza, tan andaluza como Díaz. Los socios de gobierno del
Partido Socialista de Díaz, odian a
Inés; la persiguen, la insultan, la humillan, porque ha nacido en la tierra de Lorca, de
Camarón, de Juan Ramón Jimenez, de Picaso, y porque Inés, se siente orgullosa
de ello, también en Cataluña. Pero esto de sobra lo sabe Sánchez y lo sabe Díaz, tal para cual.
Recordemos que uno no sería nada sin el apoyo de la otra, y esta otra, estaría
fuera, en Pernambuco como muy cerca, si Sanchez no necesitara en Madrid los
apoyos del partido socialista en Andalucía, que Díaz controla.
Leo en algún periódico digital que Sanchez ha viajado a
Andalucía para apoyar a su colega en las próximas elecciones. Que nadie se
engañe: se aborrecen. Tendremos oportunidad de ver en el futuro sus mutuos navajazos
como los hemos visto en el pasado reciente. Los feroces ataques y embestidas, no
dejan de ser, por otro lado, una característica general de las relaciones entre
la clase política, y muy en particular, en el mundo de la izquierda, donde las puñaladas traperas van
precedidas de mordiscos al colmillo vivo. Así se las gastan los amigos de las
cadenas.
Sanchez se baja al Sur, y se pone la faltriquera bien
nutrida. Pajita fresca para el pesebre andaluz en forma de euros; los que hayan
quedado después de untar a los catalanes y vascos…Que se le ha va hacer, si
queremos que los andaluces no le den a la mollera. Al partido no le viene bien
una ciudadanía libre y consciente, no vaya a ser que los andaluces elijan ahora
la aventura de ser importantes y valientes, lo que siempre debieron ser.
Lo que hemos conociendo en los últimos años de los gobiernos
socialistas andaluces no tiene desperdicio. El putiferio y la farlopa gratis
total para los corruptos. ¡¡Que afición al jolgorio cutre y guarriendongo¡¡ Ademas
del campo libre para toda suerte de nepotismo, enchufismo, comadreo … tejes y
manejes a tutiplén. La política del régimen socialista andaluz es tan
irrespirable y persistente, que solo la descomposición estructural de una parte
muy importante de la sociedad puede explicar su permanencia en el poder. Chavez,
Griñan, altos cargos de la Junta Andaluza tienen sus posaderas en el banquillo
de los acusados por delitos gravísimos…¿Donde estaba Susana Díaz mientras los
golfos y los indeseables, socialistas como ella misma, robaban y humillaban a
los andaluces?. La respuesta más probable es: a su lado, ocupando cargos públicos
diversos, y muy bien remunerados,
haciendo carrera política y sin decir esta boca es mía.
Lo cierto es que el panorama en Andalucía es muy
preocupante. Como decía antes, desmontar un régimen no es cosa sencilla. Exige
perseverancia, transparencia y muchísimo coraje. Desde la perspectiva nacional
no podemos decir que las cosas estén mucho mejor. Si Andalucía no abre la
puerta que permita ventilar la pestilicencia que la corrupción del PSOE ha
dejado en la vida pública, votando alternativas políticas que desalojen del
poder a Diaz, España estará mucho mas cerca de sucumbir la desafío de la destrucción
que los enemigos de la nación ya han iniciado. El PSOE es una pieza esencial en
este proyecto de desintegración; con una representación parlamentaria de 84
diputados, de por si famélica, es, a dia de hoy un cuarto y mitad de socialismo cutre y ultra extremo, que ya no puede venir a menos, y
sin aliento para llegar a mas. El PSOE, necesita imperiosamente ganar las elecciones
andaluzas para seguir en el Gobierno de España, o lo que es lo mismo, para que
Sanchez siga alimentando su enfermizo ego en la Moncloa. (Pobre hombre, el
hombre Pedro).
España, muchos españoles tienen puestos los ojos y la
esperanza en Andalucía, porque a aquellos que dicen como lanzando un insulto, que
no se come con la bandera, en un alarde de estulticia y desconocimiento de la
naturaleza humana, pretenden llevar a los andaluces el mezquino mensaje de que
en el estómago están la cabeza y el corazón. Mienten. La bandera que despedazan
y desprecian, es el presente y el pasado de los andaluces, la garantía futura
de sus libertades; bajo esa bandera, es
posible un futuro de prosperidad, en el que los niños andaluces sean los
primeros de la fila en educación y conocimientos. Esa bandera, la nuestra y la
suya, es la que ampara la igualdad de los ciudadanos ante la ley, el derecho a
los servicios, la solidaridad interterritorial. España esta detrás de esa
bandera, y Andalucía está en lo más hondo, en lo más profundo de ella.
Ha cuatro décadas Andalucía está gobernada por el
Socialismo. Cuarenta años de corrupción en los que a varias generaciones de
andaluces han crecido con el mensaje embustero de que hablar con acento andaluz
es hablar en “izquierdas”, y que los demás no son otra cosa que “los señoritos”,
para ocultar lo verdaderamente mollar de la historia moderna de Andalucia, que
no es otra cosa, que los señoritos no son otros que aquellos que les han robado
los fondos de los ERES, aquellos que se gastan en putas los fondos que deberían
fortalecer la educación, los de las grandes comilonas, mariscadas y juergas a
costa del dinero de todos. Son los señoritos andaluces, los se comportan como
cerdos en las cochiqueras, los que lo saben y no lo denuncian porque les
conviene para engordar la cuenta corriente, los que lo consienten porque algo
queda. Esos son los señoritos de ahora, que roban, avergüenzan y humillan a los
andaluces, y son de izquierdas. Son esos
señoritos, los que ponen el grito en el
cielo cuando alguien dice nuestros niños
no van bien el colegio, o nuestra sanidad es un vergüenza, en lugar de
pedir perdón por su incapacidad, su desinterés, y su corrupción, por ser directamente responsables de esa
implacable realidad.
Señoritos, claro que hay señoritos en Andalucía. Los que
controlan los ayuntamientos, el PER, las subvenciones, las empresas públicas, los
enchufes, los ERES, y lo hacen en
beneficio propio, para seguir forrándose y para mantenerse en el poder.
Señoritos, si. Señoritos son aquellos que esperan de los andaluces que se
comporten como perritos que aguardan pacientes moviendo la cola y lamiendo la
mano que deja caer, de vez en cuando, pero sin pausa, un mendrugo.
Andalucía decide nuevamente dentro de mes el nuevo
parlamento andaluz y para España es especialmente importante esta cita
electoral. Si los andaluces deciden apostar por la opción, hasta el momento
inexplorada, de que el gobierno que salga de las urnas sea un gobierno alejado
de los postulados de izquierdas, habrá dado un paso de gigante hacia el
progreso y la prosperidad. Las posibilidades económicas, culturales y sociales
de Andalucía son inmensas. La aventura que los andaluces tienen a su alcance es extraordinariamente
ilusionante.
Andalucía es para muchos de nosotros, que no hemos nacido en
esta tierra del Sur de España, tan nuestra como si fuera propia. Llegar a
Andalucía es, como sentirse en casa. Nada nos es ajeno, nada de ella nos es
indiferente. Cuando pones un pié en tierra andaluza, hasta el acento se te pega
a los labios, y los ojos se te llenan de la luz que ilumina su historia que es
la nuestra. España no puede ser otra cosa que andaluza, (no solo andaluza) y Andalucía es, siempre España.
Los españoles, esperamos, necesitamos o mas nunca la voz y
la palabra de los andaluces. España necesita el renacer de la Andalucía más
culta, más valiente. La Andalucia que trabajadora, hacedora de música y de poesía.
La Andalucía profunda de la Filosofía, de las Matemáticas. La Andalucía
del sol, pero también la Andalucía de los vientos y de la nubes…la Andalucía
tímida, callada, y silenciosa; la de las gentes que se esfuerzan y no se resignan. España espera a la Andalucía
crítica, exigente y emprendedora, esa que se empeñan algunos desde hace tanto
tiempo en aplastar y enmudecer con las cadenas invisibles de la pobreza, el ostracismo social
o del chantaje.
Los españoles aguardamos el veredicto en las urnas de las próximas
elecciones. Los andaluces tienen la palabra. Esperamos su mano tendida, que haga posible
rectificar el rumbo que dirige hacía el ojo del huracán la nave centenaria de
nuestro país, para virar con la energía que nace de la solidaridad y del
esfuerzo, para tomar el rumbo nuevo hacia la esperanza para Andalucía, y para España.