lunes, 29 de octubre de 2018

ELECCIONES EN ANDALUCIA, claves para España


Andalucía está llamada a las urnas. Pareciera que no es cosa relevante que los andaluces se pronuncien para decidir quien va a llevar las riendas del gobierno autonómico los próximos cuatro años. Estamos tan ocupados en ver como digerimos el golpe de estado que el gobierno autonómico catalán ha dado a nuestro país, que quizá no queda tiempo y apenas energía para dirigir nuestra atención a nuestros compatriotas del Sur de España. No tengo la menor duda de que nos equivocamos. Ellos, entre otros y con otros españoles, son fundamentales a la hora de hablar del presente y del futuro de nuestro país.

Andalucía tiene la palabra. Se dirimen asuntos muy importantes en las próximas elecciones autonómicas, tanto como, para que sean determinantes en el destino de España. El tiempo histórico que protagonizamos los españoles, andaluces en primera persona, es un tiempo de conflicto, de inestabilidad, de confusión, pero sobre todo, un tiempo de traición y de deslealtad a la nación española. Es por ello, que cada ciudadano, dueño de su libertad, de su razón, y de su voluntad,  se convierte en estos momentos en protagonista absoluto del destino de nuestro país cuando deposita su voto en la urna. Es muy importante ser conscientes, hoy más que nunca, que nada fundamental sucede sin nuestra corresponsabilidad y nuestra activa toma de decisiones, cuando la consulta a la que estamos llamados tiene la enorme relevancia de constituir el juicio sobre la ejecución política de los  responsables de gobierno, y depositar la confianza en aquellos que entendemos dignos de ella. Soy plenamente consciente de que, este caso, me estoy refiriendo a unas elecciones autonómicas, pero esa circunstancia, sobre todo en este momento, no cambia un ápice de mi reflexión.

El Partido Socialista está llevando a España a una situación de no retorno. Es cierto que esta gravísima situación no viene únicamente de la mano de Sánchez, que es el punto final a un proceso lentamente larvado de componendas de los partidos Socialista y Popular con las fuerzas políticas periféricas que desde el arranque del régimen del 78 no han tenido otro objetivo que la destrucción de España. Con RZapatero, se produce el advenimiento al Gobierno del que pasará a la Historia como el hombre que entrego nuestro país a los perros, abrazado a la estupidez infinita de la que parecía hacer gala en cualquier lugar y circunstancia, y ensimismado en la vanagloria de la mas delirante de las autopercepciones. El PSOE liderado por este personaje patético inicia la deriva del radicalismo, escorándose hacia la ultraizquierda, que se transforma en un continuum para finalizar en la elección en Sanchez como Secretario General.  El PSOE histórico, nacional, democrático, y abierto a la socialdemocracia, se debate hoy agónico y narcotizado, en la tela de araña tejida por neocomunistas e independentistas de carácter supremacista; por los herederos directos de criminales terroristas de ETA,  y por aquellos que hoy son polí0ticos apresados por la justicia en acusación de diseñar, organizar y perpetrar un golpe de Estado a nuestra Nación, la nación de los catalanes; la nación española de los andaluces llamados en el próximo diciembre a las urnas.

Es este  un momento crucial para el futuro de España. Dejar de lado la perspectiva nacional que tienen estas elecciones autonómicas en mi opinión sería un error histórico de primera magnitud, sobre todo para los andaluces.

Hablar de Partido Socialista y de Andalucía es un imposible sin mencionar la palabra corrupción. Es, desgraciadamente para los andaluces, la materia prima del ADN que la izquierda ha llevado a su máxima expresión precisamente en Andalucía. Una mayoría de andaluces, bien es cierto, que cada vez menos numerosa, ha encontrado en el PSOE el cobijo donde dormir el sueño inagotable de la desesperanza, a cambio de tener garantizado el bocata de chorizo que a día de hoy viene acompañado de un teléfono móvil y noticias de en medios de comunicación de todo a cien. Andalucía sufre, como quizá, como ningún otro territorio en España, las consecuencias fehacientes de un socialismo instalado en el nepotismo y la corrupción política hasta un nivel imposible de soportar y asumir si no es desde la renuncia colectiva al progreso, y a la defensa individual de la libertad, con todo lo que ello supone.

Andalucía vive sumida en la cultura del subsidio desde hace décadas, encorsetada en los tópicos que caracterizan a la cigarra, y victima del adocenamiento cultural y del prejuicio político contra la libertad, la individualidad, el espíritu de superación, y la búsqueda de la excelencia, en la sociedad general y en cada ciudadano en particular.

Hoy mismo, Susana Díaz, se dirigía a los andaluces hecha un  basilisco argumentando que aquellos que hacían oposición a sus postulados, lo hacían desde el supremacismo. La presidenta andaluza nacida y criada, políticamente, entre y desde la corrupción más abyecta. Formada, la señora Presidenta, en las bambalinas del mayor caso de corrupción de Europa, entre las enaguas del partido en cuyas poltronas se sentaban por la mañana los que en la noche anterior se habían pagado las juergas de prostíbulo con los fondos públicos, es decir, con euros contantes y sonantes de los ciudadanos andaluces.

La señora Díaz, presidenta andaluza, del Partido Socialista, clamaba enfurecida porque la oposición la recordó que Andalucia, desgraciadamente para los niños andaluces, está muy por detrás en los informes de valoración PISA en los niveles educativos y de conocimiento, de la media de España, y muy, muy por detrás de los niños, por ejemplo, de una modesta comunidad autónoma, como Castilla León, y a la altura, mas bien bajura, de los niveles de educación mas cercanos a Grecia o a Turquía. El partido socialista andaluz, acusa airada a aquellos que ponen el dedo en la herida sangrante del fracaso y del abandono escolar, porque su supervivencia en el poder esta marrada, en gran medida,  en la ignorancia, el abandono, y el desaliento inconsciente del que tiene interiorizado que nada puede ser diferente porque todo siempre ha sido igual.

Andalucía no ha conocido otra cosa en democracia que cuatro décadas de socialismo en estado puro. Los resultados están a la vista. Son constatables. Andalucía es una región empobrecida, sin iniciativa empresarial, con un pésimo nivel educativo, y con los mas altos niveles de intervención publica y de población subsidiada, a la vez, que sufre la carga impositiva más alta de todas las regiones españolas, y todavía, el Partido Socialista, directo responsable de este desastre se permite el lujo, con el descaro a que ya nos tiene acostumbrados, de acusar a la oposición de menosprecio a los andaluces, en un alarde de víctimismo impresentable, tomando a la opinión publica por imbécil.  La señora Díaz niega la mayor, la evidencia, en relación con su sistema educativo y con la mayor parte de las cuestiones de las que debería dar cumplidas cuentas… Será quizá porque esta señora se demoró 10 años en finalizar su carrera de Derecho y la mediocridad que parece formar parte de su ADN pretende atribuírselo a todos los andaluces simplemente por el hecho de serlo?.

Desmontar un régimen clientelar es algo muy complicado. En un sistema de tipo “caciquil” aunque sea en pleno siglo XXI, supone destramar la red que se tensa con coimas, chantajes, favores inconfesables, dependencias, ambiciones,  secretos, verdades  y mentiras, que se extiende por todo el tejido social, económico, y de comunicación. La estrategia del Partido Socialista, como ya hemos visto en multitud de ocasiones, es deslegitimar la crítica política,  identificándo a la oposición con los “enemigos de Andalucía”. Algo parecido a lo que sucede en  Cataluña o el Pais Vasco, con los partidos independentistas. Unos y otros se erigen en los legítimos y únicos catalanes, vascos, o en este caso andaluces merecedores de tal nombre. Andalucía soy yo, es decir, el PSOE. Esta falacia burda y simplona propia de necios, dirigida a estúpidos, es sin embargo la piedra angular del adocenamiento de la ciudadanía y una barrera de muy difícil superación.

Decía al principio que estas elecciones andaluzas tienen además, una enorme importancia a nivel nacional. Los andaluces, tienen en este momento en sus manos, la posibilidad de alzar la mirada y ver un horizonte en el que su voto es determinante para su país. Son más protagonistas que nunca del presente y del futuro de España. El partido socialista de Susana Díaz es el mismo Partido Socialista de Pedro Sanchez, y éste necesita imperiosamente los votos de la ciudadanía andaluza para seguir perpetrando una política que atenta contra España y por ello, también contra los andaluces. Porque, decir España es decir Andalucía, amar Andalucía es absolutamente imposible sin amar a España.

Atentar contra España es ignorar, despreciar y abandonar Andalucía.

El Partido Socialista es el partido que gobierna con el apoyo de independentistas, golpistas, y supremacistas. Ellos  si, son  los que recurren, unos al RH, y otros andan a la búsqueda en el laboratorio, del gen “mágico” que les permita argumentar que son diferentes al resto de los españoles, y que en esa supuesta diferencia genética se encuentra su especificidad, naturalmente superior. Palurdos ignorantes y mala gente. Así son los socios del Partido Socialista, y por ende, de Susana Diaz.  El jefe de filas de Díaz, negocia, y comparte proyectos con aquellos que dicen que los españoles somos bestias carroñeras, víboras, hienas con una tara en el ADN… Con aquellos que insultan a Inés Arrimadas por ser andaluza, tan andaluza como Díaz. Los socios de gobierno del Partido Socialista de Díaz,  odian a Inés; la persiguen, la insultan, la humillan,  porque ha nacido en la tierra de Lorca, de Camarón, de Juan Ramón Jimenez, de Picaso, y porque Inés, se siente orgullosa de ello, también en Cataluña. Pero esto de sobra lo  sabe Sánchez y lo sabe Díaz, tal para cual. Recordemos que uno no sería nada sin el apoyo de la otra, y esta otra, estaría fuera, en Pernambuco como muy cerca, si Sanchez no necesitara en Madrid los apoyos del partido socialista en Andalucía, que Díaz controla.

Leo en algún periódico digital que Sanchez ha viajado a Andalucía para apoyar a su colega en las próximas elecciones. Que nadie se engañe: se aborrecen. Tendremos oportunidad de ver en el futuro sus mutuos navajazos como los hemos visto en el pasado reciente. Los feroces ataques y embestidas, no dejan de ser, por otro lado, una característica general de las relaciones entre la clase política, y muy en particular, en el mundo de la  izquierda, donde las puñaladas traperas van precedidas de mordiscos al colmillo vivo. Así se las gastan los amigos de las cadenas.

Sanchez se baja al Sur, y se pone la faltriquera bien nutrida. Pajita fresca para el pesebre andaluz en forma de euros; los que hayan quedado después de untar a los catalanes y vascos…Que se le ha va hacer, si queremos que los andaluces no le den a la mollera. Al partido no le viene bien una ciudadanía libre y consciente, no vaya a ser que los andaluces elijan ahora la aventura de ser importantes y valientes, lo que siempre debieron ser.

Lo que hemos conociendo en los últimos años de los gobiernos socialistas andaluces no tiene desperdicio. El putiferio y la farlopa gratis total para los corruptos. ¡¡Que afición al jolgorio cutre y guarriendongo¡¡ Ademas del campo libre para toda suerte de nepotismo, enchufismo, comadreo … tejes y manejes a tutiplén. La política del régimen socialista andaluz es tan irrespirable y persistente, que solo la descomposición estructural de una parte muy importante de la sociedad puede explicar su permanencia en el poder. Chavez, Griñan, altos cargos de la Junta Andaluza tienen sus posaderas en el banquillo de los acusados por delitos gravísimos…¿Donde estaba Susana Díaz mientras los golfos y los indeseables, socialistas como ella misma, robaban y humillaban a los andaluces?. La respuesta más probable es: a su lado, ocupando cargos públicos diversos, y muy  bien remunerados, haciendo carrera política y sin decir esta boca es mía.

Lo cierto es que el panorama en Andalucía es muy preocupante. Como decía antes, desmontar un régimen no es cosa sencilla. Exige perseverancia, transparencia y muchísimo coraje. Desde la perspectiva nacional no podemos decir que las cosas estén mucho mejor. Si Andalucía no abre la puerta que permita ventilar la pestilicencia que la corrupción del PSOE ha dejado en la vida pública, votando alternativas políticas que desalojen del poder a Diaz, España estará mucho mas cerca de sucumbir la desafío de la destrucción que los enemigos de la nación ya han iniciado. El PSOE es una pieza esencial en este proyecto de desintegración; con una representación parlamentaria de 84 diputados, de por si famélica, es, a dia de hoy  un cuarto y mitad de socialismo cutre y ultra extremo, que ya no puede venir a menos, y sin aliento para llegar a mas. El PSOE, necesita imperiosamente ganar las elecciones andaluzas para seguir en el Gobierno de España, o lo que es lo mismo, para que Sanchez siga alimentando su enfermizo ego en la Moncloa. (Pobre hombre, el hombre Pedro).

España, muchos españoles tienen puestos los ojos y la esperanza en Andalucía, porque a aquellos que dicen como lanzando un insulto, que no se come con la bandera, en un alarde de estulticia y desconocimiento de la naturaleza humana, pretenden llevar a los andaluces el mezquino mensaje de que en el estómago están la cabeza y el corazón. Mienten. La bandera que despedazan y desprecian, es el presente y el pasado de los andaluces, la garantía futura de sus libertades; bajo esa bandera,  es posible un futuro de prosperidad, en el que los niños andaluces sean los primeros de la fila en educación y conocimientos. Esa bandera, la nuestra y la suya, es la que ampara la igualdad de los ciudadanos ante la ley, el derecho a los servicios, la solidaridad interterritorial. España esta detrás de esa bandera, y Andalucía está en lo más hondo, en lo más  profundo de ella.

Ha cuatro décadas Andalucía está gobernada por el Socialismo. Cuarenta años de corrupción en los que a varias generaciones de andaluces han crecido con el mensaje embustero de que hablar con acento andaluz es hablar en “izquierdas”, y que los demás no son otra cosa que “los señoritos”, para ocultar lo verdaderamente mollar de la historia moderna de Andalucia, que no es otra cosa, que los señoritos no son otros que aquellos que les han robado los fondos de los ERES, aquellos que se gastan en putas los fondos que deberían fortalecer la educación, los de las grandes comilonas, mariscadas y juergas a costa del dinero de todos. Son los señoritos andaluces, los se comportan como cerdos en las cochiqueras, los que lo saben y no lo denuncian porque les conviene para engordar la cuenta corriente, los que lo consienten porque algo queda. Esos son los señoritos de ahora, que roban, avergüenzan y humillan a los andaluces, y son de izquierdas.  Son esos  señoritos, los que ponen el grito en el cielo cuando alguien dice nuestros niños no van bien el colegio, o nuestra sanidad es un vergüenza, en lugar de pedir perdón por su incapacidad, su desinterés, y su corrupción,  por ser directamente responsables de esa implacable realidad.

Señoritos, claro que hay señoritos en Andalucía. Los que controlan los ayuntamientos, el PER, las subvenciones, las empresas públicas, los enchufes, los ERES, y lo hacen  en beneficio propio, para seguir forrándose y para mantenerse en el poder. Señoritos, si. Señoritos son aquellos que esperan de los andaluces que se comporten como perritos que aguardan pacientes moviendo la cola y lamiendo la mano que deja caer, de vez en cuando, pero sin pausa, un mendrugo.

Andalucía decide nuevamente dentro de mes el nuevo parlamento andaluz y para España es especialmente importante esta cita electoral. Si los andaluces deciden apostar por la opción, hasta el momento inexplorada, de que el gobierno que salga de las urnas sea un gobierno alejado de los postulados de izquierdas, habrá dado un paso de gigante hacia el progreso y la prosperidad. Las posibilidades económicas, culturales y sociales de Andalucía son inmensas. La aventura que los andaluces  tienen a su alcance es extraordinariamente ilusionante.

Andalucía es para muchos de nosotros, que no hemos nacido en esta tierra del Sur de España, tan nuestra como si fuera propia. Llegar a Andalucía es, como sentirse en casa. Nada nos es ajeno, nada de ella nos es indiferente. Cuando pones un pié en tierra andaluza, hasta el acento se te pega a los labios, y los ojos se te llenan de la luz que ilumina su historia que es la nuestra. España no puede ser otra cosa que andaluza, (no solo andaluza) y  Andalucía es, siempre España.

Los españoles, esperamos, necesitamos o mas nunca la voz y la palabra de los andaluces. España necesita el renacer de la Andalucía más culta, más valiente. La Andalucia que trabajadora, hacedora de música y de poesía. La Andalucía profunda de la Filosofía, de las Matemáticas. La Andalucía del sol, pero también la Andalucía de los vientos y de la nubes…la Andalucía tímida, callada, y silenciosa;  la de las gentes que se esfuerzan y no se resignan. España espera a la Andalucía crítica, exigente y emprendedora, esa que se empeñan algunos desde hace tanto tiempo en aplastar y enmudecer con las cadenas invisibles de la pobreza, el ostracismo social o del chantaje.

Los españoles aguardamos  el veredicto en las urnas de las próximas elecciones. Los andaluces tienen la palabra. Esperamos su mano tendida, que haga posible rectificar el rumbo que dirige hacía el ojo del huracán la nave centenaria de nuestro país, para virar con la energía que nace de la solidaridad y del esfuerzo, para tomar el rumbo nuevo hacia la esperanza para Andalucía, y para España.