Nunca antes los resultados de unas elecciones autonómicas habían
suscitado tanto interés. Andalucía se ha convertido en la gran protagonista de
la vida política española. Acostumbrados como estábamos a una calma chicha de décadas
en las que el PSOE hacia de su capa un sayo con la política andaluza, contra
todo pronostico, los andaluces se han plantado y le han dicho nones a la izquierda incrustada desde
hace décadas en la vida social, económica y política de Andalucía. La
ciudadanía ha resistido presiones, augurios, y todo tipo de promesas demagógicas
y ha hecho valer con rotundidad su voluntad histórica de cambio.
En mi opinión, los resultados de estas elecciones han
significado en primer lugar, que Andalucía
ha votado mayoritariamente al centro derecha; en segundo lugar, que desde este ámbito
del espectro político, ha emergido con una fuerza insospechada, una nueva
formación VOX, que se sitúa en el ala más conservadora de esta tendencia y que
ha sido respaldada, ni más ni menos, que con 400000 votos por los electores. A
día de hoy se puede afirmar sin ninguna duda que Ciudadanos, Partido Popular y VOX constituyen el
bloque de “las derechas” que juntas constituyen una mayoría social de cambio
Este escenario, que
en principio no tendría por que tener mas complejidad que la derivada de los
intereses que legítimamente esgriman las tres fuerzas políticas responsables de
hacer posible el cambio de “régimen” encomendado por los andaluces, ha sido y
está siendo sometido, desde un primer momento, a un escudriño que no se
recuerda en la vida democrática de
nuestro país. El motivo de la
inquietud manifestada por medios de comunicación y partidos políticos
variopintos, radica en el supuesto carácter antidemocrático de la formación
liderada por Santiago Abascal. Al parecer el criterio de decenas de miles de
andaluces que le han dado la confianza a VOX no es del gusto del macro
chiringuito de lo políticamente correcto, en el que se ha convertido la vida
política en España y cuyos tentáculos ahondan en las estructuras sociales,
culturales e incluso económicas de nuestro país.
He leído detenidamente el programa electoral de VOX, y que
he seguido desde hace tiempo, primero con curiosidad y luego con mucho interés,
las intervenciones de sus lideres, y sus comunicaciones y manifestaciones en
las redes sociales, de igual manera que lo hice con Podemos, y con sus
dirigentes, cuando llegaron a la escena política. Es precisamente por el
conocimiento que tengo de sus propuestas por lo que las posiciones adoptadas
por los medios de comunicación y los partidos del espectro político, de radical
beligerancia, e incluso de agresividad contra VOX constituyen, en mi
opinión, un síntoma muy preocupante en relación con la salud de las fuerzas políticas,
culturales y de opinión, que son parte
fundamental de nuestro sistema democrático.
La izquierda política, en el amplio sentido del término, se ha lanzado desde el primer momento a
calificar de ultra derecha, de extrema derecha, de Fascismo, a la nueva
formación conservadora, poniendo en entredicho su legitimidad para ser un actor
político de pleno derecho en nuestra sociedad. Desde el partido socialista, en
el alarde de inmensa estupidez, se ha tachado de “inconstitucional” el programa
político de VOX. Los dirigentes
socialistas han vertido acusaciones gravísimas contra Santiago Abascal calificándole
de “cómplice de maltratadores” de mujeres, de xenófobo, racista, machista etc.,
etc. El socio comunista del gobierno socialista, Podemos, por boca de su máximo responsable,
Iglesias, ha llamado a la “movilización activa en las calles”, con objeto de materializar
y hacer visible, la “alerta
antifascista.”. Los medios de comunicación mayoritariamente de izquierdas han
amplificado los mensajes de los dirigentes comunistas y socialistas, a los que
se han unido, como no podía ser menos, las fuerzas golpistas e
independentistas, y filo terroristas, de las comunidades autónomas vasca y
catalana. Las consecuencias no se han hecho esperar. Las manadas de horcos
antisistema y antiespañoles, se han echado a la calle haciendo alarde de la
violencia que les caracteriza con la intención de aterrorizar a los españoles
que libremente, vuelvo a repetir, libremente, han votado y apoyado la opción política
que les ha venido en gana. En este caso a un partido político, democrático en
su fundación, democrático en sus proposiciones y constitucional en sus
propuestas.
Me interesa mucho recalcar, que nadie encontrará en el
programa de VOX ni una sola propuesta a los ciudadanos que no sea plenamente legitima
y legal en su planteamiento, y que no se conciba como un objetivo que, si
exigiera una modificación constitucional, no prevea expresamente su
sometimiento a la voluntad popular, a través de las vías previstas por la propia
Constitución para su modificación. Este es el caso, por ejemplo, de su propuesta
de recentralización del Estado autonómico desde el presupuesto de un mejor acceso
a los servicios a los ciudadanos y una mayor igualdad de todos los españoles en
cuestiones fundamentales como la sanidad, la educación o la seguridad. En
cuanto su programa en general, se puede estar más o menos o nada de acuerdo con
el mismo, pero eso, en ningún caso convierte a VOX en una amenaza ni para la
convivencia ni para la Democracia, ni justifica el acoso brutal del que esta
siendo victima el joven partido conservador.
La cuestión de fondo a plantearse como un verdadero problema
para las libertades en España no es VOX y su pedigrí democrático, exigido por
una clase política que se ha puesto exquisita de la noche a la mañana
escudriñando cada palabra, cada gesto, cada imagen de la formación que lidera
Santiago Abascal. La cuestión realmente grave para nuestro país es la
constatación, una vez mas, de que persiste en la izquierda su patológica incapacidad
histórica para vivir la experiencia democrática de manera saludable. Una
izquierda radicalizada, nostálgica de la hoz y el martillo, que instalada en una supuesta superioridad
moral, a las primeras de cambio, nunca mejor dicho, una vez que ha perdido el
poder en las urnas, recurre a su estrategia de siempre, en España y en todos y
cada uno de los momentos y lugares del mundo donde ha tenido presencia y poder
y que no es otra cosa que trasladar la agitación las calles, la demonización del oponente, amenazar
con el terror y ejercer la violencia contra la libertad y la integridad de las
personas.
La acusación frívola, maledicente, antidemocrática y peligrosísima de calificar a VOX como un partido
carente de legitimidad para representar a los españoles, coloca a nuestro
sistema democrático en una situación de indeseable fragilidad en un momento ya
de por si enormemente tensionado por el golpismo y el independentismo. Es
importante recordar que el partido que lidera Santiago Abascal, ha tenido
siempre y en todo lugar, un comportamiento exquisitamente democrático. Sus
representantes, han soportando todo tipo de insultos, agresiones y amenazas, alguno
de ellos mujeres, como Rocío Monasterio, ha sido escupida y amenazada de muerte
por mujeres del movimiento feminista, según
sus propias declaraciones. En este contexto, de acoso y descalificación
prácticamente generalizada, se han
pronunciado los andaluces en las recientes elecciones autonómicas. La respuesta
a esta estrategia de amedrentamiento y acoso, ha sido la consecución de12 diputados para VOX,
con parlamento autonómico redistribuido
de tal forma, que, para desalojar al régimen archicorrupto social comunista del
poder, es necesario si o si, el beneplácito del partido conservador, muy conservador
si se quiere, pero tan legítimo y democrático como cualquiera, y mas necesario
para el cambio político que ninguno.
Una vez que las izquierdas han sido aparcadas por la
voluntad popular, son el Partido Popular, Ciudadanos y VOX, lo que tienen que
dirimir, como y de manera van a asumir el mandato de los electores, y es
precisamente este el momento en el que nos encontramos, con dos actores
principales que nos van a dejar claro como el agua cristalina si están a la
altura de las circunstancias que el momento histórico les plantea, el Partido
Popular y Ciudadanos.
El Partido Popular, poco a poco, parece irse alejando de la
triste y patética figura de Mariano Rajoy, el presidente del partido que recibió
los votos de un electorado desesperanzado y sometido a la ley de la lentejas, que se ha visto obligado a poner su voto en
la urna con la nariz tapada y haciendo uso de buenas dosis de prinperan. Esos tiempos parece que están
llegando a su fin. El Partido Popular que lidera a día de hoy Pablo Casado parece
orientado a reconstruir un partido de centro derecha, en el que todavía pesan
como una losa, los elementos supervivientes del marianismo sorayesco. No
obstante, la recientísima elección como jefe de gabinete de Pablo Casado de
Javier Lasquetti, dice mucho del proyecto que tiene en mente para el partido su
joven secretario general, lo que permite suponer que de aquí en adelante, el
maltrecho, desnortado y desideologizado partido popular, se ira sacudiendo el
moho de la corrupción y de los consentidores de
la misma, de manera que determinadas voces deberán ir tomando
protagonismo al tiempo que algunos rancios y templagaitas miembros del partido tendrán
que hacer las maletas.
El primer paso del nuevo PP lo tiene que dar en Andalucía. Pero como
venimos diciendo los números indican que
deberá ir acompañado del partido de Albert Rivera, y Ciudadanos no parece tener
intención de poner las cosas fáciles en la gobernabilidad de Andalucía, mas
bien todo lo contrario. La formación naranja esta planteando lo que en mi
opinión en un brindis al sol, exigiendo el apoyo del PP para que su candidato
el señor Marin presida el gobierno de la Junta. A mi me parece, tanto Moreno
Bonilla, como el señor Marin, dos figuras menores dentro de sus respectivas
formaciones. Desde el principio me parecieron pésimos candidatos, sin fuste,
sin atractivo político de ninguna clase. Evidentemente, a ambos dos, si los
comparamos con los representantes de Podemos y del PSOE, pueden parecernos Sócrates
resucitado. En todo caso, creo yo que serán Casado y Rivera quienes fijen las
posiciones de un acuerdo que forzosamente tiene que contar con VOX, y es,
precisamente en esta circunstancia, donde al parecer se presenta un problema de muy difícil
solución, toda vez que Ciudadanos, en una postura de difícil comprensión
pretende pescar peces sin mojarse el culo. En un alarde de vacua soberbia, dice
negarse a que en su compromiso de gobernabilidad aparezcan las siglas de VOX,
amenazando veladamente con una repetición de las elecciones.
Lo cierto es que Ciudadanos se encuentra electoralmente en
una posición delicada y, por si fuera poco, su decisión de apoyar la
candidatura de Manuel Valls para la alcaldía de Barcelona, lejos de despejar el
horizonte al partido, va camino de convertirse mas que en un china en el
zapato, en un clavo ardiendo, con el que finalmente puede resultar abrasado.
Este señor hispano francés, que al parecer tenía escaso, por no decir nulo,
recorrido en la política francesa, ha llegado a España alardeando de
escrupulosidad democrática propugnando un cordón sanitario contra VOX. D.
Manuel le ha colgado al partido español conservador el sambenito estigmatizador
de “ultraderecha”. Es importante considerar para comprender el mensaje de
monsieur Valls, que ha sido miembro del partido socialista francés hasta 2017,
partido que abandono después de haberlo perdido prácticamente todo en el mismo.
Por otro lado, pudiera ser también, que
el socialista francés Manuel Valls, tenga un desconocimiento profundo de
la realidad política española, lo que sería perfectamente lógico dado que su
vida y el ejercicio de su actividad política se han desarrollado en Francia, y
no en España.
Aun me estoy preguntando, que ha llevado a Ciudadanos a verse
representado por este ciudadano de la política francesa en la alcaldía de
Barcelona. A mi me parece que el error de la formación naranja ha sido extraordinario.
El caso es que mientras en Barcelona el político franco-español propugna el
cordón sanitario contra VOX en Andalucía, es precisamente VOX quien tiene la
llave de su gobernabilidad… o le va a pedir el señor Marin a Susana Díaz la
abstención del PSOE en la investidura?
En caso de pretender un apaño de esta indecorosa y vergonzante naturaleza,
a cambio de que, y donde esta el trueque? Cuantas alfombras seguirían ocultando
los nidos de gusanos alimentados con la ingente corrupción de la izquierda
socialista en Andalucía y durante cuanto
tiempo?
Las elecciones andaluzas han sido determinantes para el
futuro político de una España que silenciosamente parece impulsar el cambio en
el rumbo de la política de los últimos años. Andalucía le ha plantado cara a un
social-comunismo corrupto e ineficaz a la hora de ejercer el gobierno, y al
que no le ha perdonado sus veleidades
cuando no su complicidad de facto, si no por acción, si por omisión, con aquellos que pretenden destruir nuestra
nación y nuestra convivencia democrática. Los electores, en un alarde de inteligencia y de lealtad a la
nación, han icho con claridad meridiana, que lo que no es bueno para España no
es bueno para Andalucía.
Ciudadanos debería, de una vez por todas, bajar a la arena y
hacer política-realidad. No puede mantenerse eternamente en la adolescencia política
sin pagar un altísimo precio por ello. Su decisión de elegir a un socialista
para la alcaldía de Barcelona coloca a su formación como un interrogante para
los socialistas españoles, y como un oscuro borrón que puede ahuyentar definitivamente
al votante de centro derecha y, por supuesto, de la derecha más conservadora en
España. Que razón podría tener el electorado de derechas a día de hoy para
votar a Ciudadanos, si puede votar un Partido Popular rejuvenecido y renovado,
y a una formación, como VOX de derechas mas conservadora, que da respuesta
firme y clara a sus demandas, impecablemente democráticas?
En mi opinión Ciudadanos tendrá que andarse con pies de
plomo y no equivocarse de “oponente” o para ser mas precisos de enemigo, porque
no son los militantes, votantes o dirigentes de VOX los que les apedrean en
Alsasua, los que escupen a Inés Arrimadas, los que asaltan sus sedes, los que
les insultan y acosan, los que les desprecian, los que les agreden en las
calles, los que les silencian en los platos, los que les amenazan a ellos y a
sus familias; no son de VOX esas manadas salvajes que toman las calles para
acosarles, las escuadras de estilo nazi que escrachan sus mítines.
VOX es por el contrario el partido, que está a su lado,
defendiendo la democracia en nuestro país, la unidad de nuestra nación, la
memoria de las victimas del terrorismo, nuestra Constitución, nuestra Monarquía,
la libertad e igualdad de todos los españoles, amparados por el Estado de
Derecho.
VOX lo hace desde posiciones conservadoras, legitimas y plenamente democráticas,
y a día de hoy 400.000 ciudadanos españoles de Andalucía, han refrendado su
proyecto con absoluta claridad. Si el partido de Albert Rivera comete el error
de ignorar o despreciar esta realidad, corre el riesgo de que los españoles le
recuerden en las urnas que ha dejado de ser imprescindible y que quizá, nunca mereció
serlo. Desde el centro, pasando por la derecha, ya no son dos las alternativas
políticas, son tres, número impar. Convendría no olvidarlo, sobre todo a Albert
Rivera. Sería una triste paradoja pasar a la Historia, sin haber llegado a
ella.