sábado, 8 de diciembre de 2018

NUEVOS ACTORES EN EL ESCENARIO POLÍTICO

Nunca antes los resultados de unas elecciones autonómicas habían suscitado tanto interés. Andalucía se ha convertido en la gran protagonista de la vida política española. Acostumbrados como estábamos a una calma chicha de décadas en las que el PSOE hacia de su capa un sayo con la política andaluza, contra todo pronostico, los andaluces se han plantado y le han dicho nones a la izquierda incrustada desde hace décadas en la vida social, económica y política de Andalucía. La ciudadanía ha resistido presiones, augurios, y todo tipo de promesas demagógicas y ha hecho valer con rotundidad su voluntad histórica de cambio.

En mi opinión, los resultados de estas elecciones han significado en primer lugar, que  Andalucía ha votado mayoritariamente al centro derecha; en segundo lugar, que desde este ámbito del espectro político, ha emergido con una fuerza insospechada, una nueva formación VOX, que se sitúa en el ala más conservadora de esta tendencia y que ha sido respaldada, ni más ni menos, que con 400000 votos por los electores. A día de hoy se puede afirmar sin ninguna duda que  Ciudadanos, Partido Popular y VOX constituyen el bloque de “las derechas” que juntas constituyen una mayoría social de cambio

 Este escenario, que en principio no tendría por que tener mas complejidad que la derivada de los intereses que legítimamente esgriman las tres fuerzas políticas responsables de hacer posible el cambio de “régimen” encomendado por los andaluces, ha sido y está siendo sometido, desde un primer momento, a un escudriño que no se recuerda en la vida democrática de  nuestro país. El  motivo de la inquietud manifestada por medios de comunicación y partidos políticos variopintos, radica en el supuesto carácter antidemocrático de la formación liderada por Santiago Abascal. Al parecer el criterio de decenas de miles de andaluces que le han dado la confianza a VOX no es del gusto del macro chiringuito de lo políticamente correcto, en el que se ha convertido la vida política en España y cuyos tentáculos ahondan en las estructuras sociales, culturales e incluso económicas de nuestro país.

He leído detenidamente el programa electoral de VOX, y que he seguido desde hace tiempo, primero con curiosidad y luego con mucho interés, las intervenciones de sus lideres, y sus comunicaciones y manifestaciones en las redes sociales, de igual manera que lo hice con Podemos, y con sus dirigentes, cuando llegaron a la escena política. Es precisamente por el conocimiento que tengo de sus propuestas por lo que las posiciones adoptadas por los medios de comunicación y los partidos del espectro político, de radical beligerancia, e  incluso de  agresividad contra VOX constituyen, en mi opinión, un síntoma muy preocupante en relación con la salud de las fuerzas políticas, culturales y de opinión,  que son parte fundamental de nuestro sistema democrático.

La izquierda política, en el amplio sentido del término,  se ha lanzado desde el primer momento a calificar de ultra derecha, de extrema derecha, de Fascismo, a la nueva formación conservadora, poniendo en entredicho su legitimidad para ser un actor político de pleno derecho en nuestra sociedad. Desde el partido socialista, en el alarde de inmensa estupidez, se ha tachado de “inconstitucional” el programa político de VOX.  Los dirigentes socialistas han vertido acusaciones gravísimas contra Santiago Abascal calificándole de “cómplice de maltratadores” de mujeres, de xenófobo, racista, machista etc., etc. El socio comunista del gobierno socialista,  Podemos, por boca de su máximo responsable, Iglesias, ha llamado a la “movilización activa en las calles”, con objeto de materializar y hacer visible,  la “alerta antifascista.”. Los medios de comunicación mayoritariamente de izquierdas han amplificado los mensajes de los dirigentes comunistas y socialistas, a los que se han unido, como no podía ser menos, las fuerzas golpistas e independentistas, y filo terroristas, de las comunidades autónomas vasca y catalana. Las consecuencias no se han hecho esperar. Las manadas de horcos antisistema y antiespañoles, se han echado a la calle haciendo alarde de la violencia que les caracteriza con la intención de aterrorizar a los españoles que libremente, vuelvo a repetir, libremente, han votado y apoyado la opción política que les ha venido en gana. En este caso a un partido político, democrático en su fundación, democrático en sus proposiciones y constitucional en sus propuestas.

Me interesa mucho recalcar, que nadie encontrará en el programa de VOX ni una sola propuesta a  los ciudadanos que no sea plenamente legitima y legal en su planteamiento, y que no se conciba como un objetivo que, si exigiera una modificación constitucional, no prevea expresamente su sometimiento a la voluntad popular, a través de las vías previstas por la propia Constitución para su modificación. Este es el caso, por ejemplo,  de su  propuesta de recentralización del Estado autonómico desde el presupuesto de un mejor acceso a los servicios a los ciudadanos y una mayor igualdad de todos los españoles en cuestiones fundamentales como la sanidad, la educación o la seguridad. En cuanto su programa en general, se puede estar más o menos o nada de acuerdo con el mismo, pero eso, en ningún caso  convierte a VOX en una amenaza ni para la convivencia ni para la Democracia, ni justifica el acoso brutal del que esta siendo victima el joven partido conservador.

La cuestión de fondo a plantearse como un verdadero problema para las libertades en España no es VOX y su pedigrí democrático, exigido por una clase política que se ha puesto exquisita de la noche a la mañana escudriñando cada palabra, cada gesto, cada imagen de la formación que lidera Santiago Abascal. La cuestión realmente grave para nuestro país es la constatación, una vez mas, de que persiste en la izquierda su patológica incapacidad histórica para vivir la experiencia democrática de manera saludable. Una izquierda radicalizada, nostálgica de la hoz y el martillo,  que instalada en una supuesta superioridad moral, a las primeras de cambio, nunca mejor dicho, una vez que ha perdido el poder en las urnas, recurre a su estrategia de siempre, en España y en todos y cada uno de los momentos y lugares del mundo donde ha tenido presencia y poder y que no es otra cosa que trasladar la agitación  las calles, la demonización del oponente, amenazar con el terror y ejercer la violencia contra la libertad y la integridad de las personas.

La acusación frívola, maledicente, antidemocrática  y peligrosísima de calificar a VOX como un partido carente de legitimidad para representar a los españoles, coloca a nuestro sistema democrático en una situación de indeseable fragilidad en un momento ya de por si enormemente tensionado por el golpismo y el independentismo. Es importante recordar que el partido que lidera Santiago Abascal, ha tenido siempre y en todo lugar, un comportamiento exquisitamente democrático. Sus representantes, han soportando todo tipo de insultos, agresiones y amenazas, alguno de ellos mujeres, como Rocío Monasterio, ha sido escupida y amenazada de muerte por mujeres del movimiento feminista, según  sus propias declaraciones. En este contexto, de acoso y descalificación prácticamente generalizada,  se han pronunciado los andaluces en las recientes elecciones autonómicas. La respuesta a esta estrategia de amedrentamiento y acoso,  ha sido la consecución de12 diputados para VOX,  con parlamento autonómico redistribuido de tal forma, que, para desalojar al régimen archicorrupto social comunista del poder, es necesario si o si, el beneplácito del partido conservador, muy conservador si se quiere, pero tan legítimo y democrático como cualquiera, y mas necesario para el cambio político que ninguno.

Una vez que las izquierdas han sido aparcadas por la voluntad popular, son el Partido Popular, Ciudadanos y VOX, lo que tienen que dirimir, como y de manera van a asumir el mandato de los electores, y es precisamente este el momento en el que nos encontramos, con dos actores principales que nos van a dejar claro como el agua cristalina si están a la altura de las circunstancias que el momento histórico les plantea, el Partido Popular y Ciudadanos.

El Partido Popular, poco a poco, parece irse alejando de la triste y patética figura de Mariano Rajoy, el presidente del partido que recibió los votos de un electorado desesperanzado y sometido a la ley de la lentejas, que se ha visto obligado a poner su voto en la urna con la nariz tapada y haciendo uso de buenas dosis de prinperan. Esos tiempos parece que están llegando a su fin. El Partido Popular que lidera a día de hoy Pablo Casado parece orientado a reconstruir un partido de centro derecha, en el que todavía pesan como una losa, los elementos supervivientes del marianismo sorayesco. No obstante, la recientísima elección como jefe de gabinete de Pablo Casado de Javier Lasquetti, dice mucho del proyecto que tiene en mente para el partido su joven secretario general, lo que permite suponer que de aquí en adelante, el maltrecho, desnortado y desideologizado partido popular, se ira sacudiendo el moho de la corrupción y de los consentidores de  la misma, de manera que determinadas voces deberán ir tomando protagonismo al tiempo que algunos rancios y templagaitas miembros del partido tendrán que hacer las maletas.

El primer paso del nuevo PP  lo tiene que dar en Andalucía. Pero como venimos diciendo los números  indican que deberá ir acompañado del partido de Albert Rivera, y Ciudadanos no parece tener intención de poner las cosas fáciles en la gobernabilidad de Andalucía, mas bien todo lo contrario. La formación naranja esta planteando lo que en mi opinión en un brindis al sol, exigiendo el apoyo del PP para que su candidato el señor Marin presida el gobierno de la Junta. A mi me parece, tanto Moreno Bonilla, como el señor Marin, dos figuras menores dentro de sus respectivas formaciones. Desde el principio me parecieron pésimos candidatos, sin fuste, sin atractivo político de ninguna clase. Evidentemente, a ambos dos, si los comparamos con los representantes de Podemos y del PSOE, pueden parecernos Sócrates resucitado. En todo caso, creo yo que serán Casado y Rivera quienes fijen las posiciones de un acuerdo que forzosamente tiene que contar con VOX, y es, precisamente en esta circunstancia, donde al parecer  se presenta un problema de muy difícil solución, toda vez que Ciudadanos, en una postura de difícil comprensión pretende pescar peces sin mojarse el culo. En un alarde de vacua soberbia, dice negarse a que en su compromiso de gobernabilidad aparezcan las siglas de VOX, amenazando veladamente con una repetición de las elecciones.

Lo cierto es que Ciudadanos se encuentra electoralmente en una posición delicada y, por si fuera poco, su decisión de apoyar la candidatura de Manuel Valls para la alcaldía de Barcelona, lejos de despejar el horizonte al partido, va camino de convertirse mas que en un china en el zapato, en un clavo ardiendo, con el que finalmente puede resultar abrasado. Este señor hispano francés, que al parecer tenía escaso, por no decir nulo, recorrido en la política francesa, ha llegado a España alardeando de escrupulosidad democrática propugnando un cordón sanitario contra VOX. D. Manuel le ha colgado al partido español conservador el sambenito estigmatizador de “ultraderecha”. Es importante considerar para comprender el mensaje de monsieur Valls, que ha sido miembro del partido socialista francés hasta 2017, partido que abandono después de haberlo perdido prácticamente todo en el mismo. Por otro lado, pudiera ser también, que  el socialista francés Manuel Valls, tenga un desconocimiento profundo de la realidad política española, lo que sería perfectamente lógico dado que su vida y el ejercicio de su actividad política se han desarrollado en Francia, y no en España.

Aun me estoy preguntando,  que ha llevado a Ciudadanos a verse representado por este ciudadano de la política francesa en la alcaldía de Barcelona. A mi me parece que el error de la formación naranja ha sido extraordinario. El caso es que mientras en Barcelona el político franco-español propugna el cordón sanitario contra VOX en Andalucía, es precisamente VOX quien tiene la llave de su gobernabilidad… o le va a pedir el señor Marin a Susana Díaz la abstención del PSOE en la investidura?  En caso de pretender un apaño de esta indecorosa y vergonzante naturaleza, a cambio de que, y donde esta el trueque? Cuantas alfombras seguirían ocultando los nidos de gusanos alimentados con la ingente corrupción de la izquierda socialista en Andalucía  y durante cuanto tiempo?

Las elecciones andaluzas han sido determinantes para el futuro político de una España que silenciosamente parece impulsar el cambio en el rumbo de la política de los últimos años. Andalucía le ha plantado cara a un social-comunismo corrupto e ineficaz a la hora de ejercer el gobierno, y al que  no le ha perdonado sus veleidades cuando no su complicidad de facto, si no por acción, si por omisión,  con aquellos que pretenden destruir nuestra nación y nuestra convivencia democrática. Los electores, en  un alarde de inteligencia y de lealtad a la nación, han icho con claridad meridiana, que lo que no es bueno para España no es bueno para Andalucía.

Ciudadanos debería, de una vez por todas, bajar a la arena y hacer política-realidad. No puede mantenerse eternamente en la adolescencia política sin pagar un altísimo precio por ello. Su decisión de elegir a un socialista para la alcaldía de Barcelona coloca a su formación como un interrogante para los socialistas españoles, y como un oscuro borrón que puede ahuyentar definitivamente al votante de centro derecha y, por supuesto, de la derecha más conservadora en España. Que razón podría tener el electorado de derechas a día de hoy para votar a Ciudadanos, si puede votar un Partido Popular rejuvenecido y renovado, y a una formación, como VOX de derechas mas conservadora, que da respuesta firme y clara a sus demandas, impecablemente democráticas?

En mi opinión Ciudadanos tendrá que andarse con pies de plomo y no equivocarse de “oponente” o para ser mas precisos de enemigo, porque no son los militantes, votantes o dirigentes de VOX los que les apedrean en Alsasua, los que escupen a Inés Arrimadas, los que asaltan sus sedes, los que les insultan y acosan, los que les desprecian, los que les agreden en las calles, los que les silencian en los platos, los que les amenazan a ellos y a sus familias; no son de VOX esas manadas salvajes que toman las calles para acosarles, las escuadras de estilo nazi que escrachan sus mítines.

VOX es por el contrario el partido, que está a su lado, defendiendo la democracia en nuestro país, la unidad de nuestra nación, la memoria de las victimas del terrorismo, nuestra Constitución, nuestra Monarquía, la libertad e igualdad de todos los españoles, amparados por el Estado de Derecho.

VOX lo hace desde posiciones conservadoras, legitimas y plenamente democráticas, y a día de hoy 400.000 ciudadanos españoles de Andalucía, han refrendado su proyecto con absoluta claridad. Si el partido de Albert Rivera comete el error de ignorar o despreciar esta realidad, corre el riesgo de que los españoles le recuerden en las urnas que ha dejado de ser imprescindible y que quizá, nunca mereció serlo. Desde el centro, pasando por la derecha, ya no son dos las alternativas políticas, son tres, número impar. Convendría no olvidarlo, sobre todo a Albert Rivera. Sería una triste paradoja pasar a la Historia, sin haber llegado a ella.