Hoy es un triste día para la sociedad española. Uno más de
los ya incontables días de tristeza, ira, indignación y desesperanza, ante un
nuevo asesinato de una mujer a manos de un hombre. El crimen contra la
integridad y la libertad sexual de una mujer, precede al crimen contra la vida. Nuestra muerta de
hoy, se llama Laura. Digo nuestra, porque al menos por unas horas, unos días,
hablaremos de ella como si la hubiéramos conocido, como si se tratara de
nuestra amiga, de alguien muy cercano, quizá de nuestra familia, nuestra
vecina, una antigua compañera de instituto, la chica con la que flirteamos
entre risas en un día de fiesta. … Haremos de ella nuestro icono momentáneo
intentando retener su recuerdo, y su nombre ocupara las primeras paginas de los
digitales, decenas de miles de mensajes recorrerán las redes sociales
recogiendo la indignación que late en los corazones de España por esta muerte
cruel, incomprensible, inadmisible, injusta con la que hombres y mujeres de
todas las edades, de todas los colores políticos, de todas las clases sociales,
morimos un poco más, victimas también de un fracaso sordo y persistente, que se
agota en si mismo, y que no nos deja ver la luz al final del túnel. La luz imprescindible
de la libertad para ser persona que pasea, que ríe, que baila, que es dueña de
su existencia, de su individualidad. Ser persona mujer en cualquier
circunstancia, sin sufrir el terror a la violación y la muerte, ese es el grito
que se ahoga en nuestra garganta.
Tocan, nuevamente las campanas a luto. Hoy, por Laura, y con
ella, lloramos nuestro duelo por todas y cada una de las mujeres salvajemente
asesinadas, convertidas en cifras que engrosan las estadísticas de una tragedia
inmensa e insoportable.
Los medios de comunicación están que arden con la noticia
del hallazgo sin vida del cuerpo de Laura, de las circunstancias de su
asesinato. Ponen el foco informativo de máximo interés en su asesino, y siguen
las investigaciones policiales al minuto, compitiendo ferozmente, por la
primicia del más mínimo detalle.
Yo, me niego
adentrarme en el sórdido universo del asesino, que tiene nulo interés para mí,
mas allá de conocer su autoría y sobre todo, fundamentalmente, su detención. Creo,
sinceramente, que una actitud colectiva de acercamiento intelectual al asesino,
es un paso simultáneo hacia el olvido de la victima. La fascinación perversa
que ejerce la maldad en nosotros, es una barrera invisible pero muy eficaz,
para que las victimas ocupen un postrero lugar en la focalización de nuestro interés.
Es por eso que creo, el asesino de Laura, en mi opinión no debería tener ni un
segundo de protagonismo en nuestra atención si no es para debatir que hacemos
con el monstruo y como podemos defender a la sociedad de su constante amenaza.
El monstruo, no es ya, ese ser despreciable, encarnación del mal al que el
trabajo policial pondrá un nombre y una cara identificable. El monstruo que nos mira a los ojos, es la
violencia, la agresividad, la psicopatía que habita en individuos con los que
convivimos día a día, con los que nos
cruzamos en la calle; que compran la barra de pan en la panadería de la esquina
de nuestra calle… que comparte con nosotros el aire que respiramos, el edificio
en el que vivimos o los parques por los que paseamos.
Hoy especialmente, como en otros momentos en los que la
calle arde con la ira de un asesinato de mujer, percibo preocupada como parece
existir una búsqueda de supuestas soluciones al drama, con la presunta
culpabilización colectiva de los hombres en nuestra sociedad. Se habla
abiertamente de “crímenes” machistas, derivando, en mi opinión en una injusta y
errónea culpabilización de la masculinidad, presupuesto origen de un
comportamiento que alcanza hasta la conducta delincuencial mas repugnante como
la violación y el delito mas grave, como el asesinato.
Es muy difícil, y mas en un día como el de hoy, expresar el
abismo que existe entre el “ser hombre” y el “ser asesino”. Ciertamente que son
hombres los que mayoritariamente cometen actos de violencia sexual y contra la
vida en grado extremo…son mas los hombres que matan y mas las mujeres que
mueren, pero de ese hecho, en mi opinión, no se deriva ninguna calificación que
alcance a los hombres en su conjunto o a la masculinidad, como parece ser una
idea extendida y argumentada, en pro de combatir la lacra del asesinato
calificado de “machista”, desde ámbitos ideológicos
soportados en la filosofía feminista y de la ideología de genero.
En mi opinión el foco de atención, insisto, debe ponerse en
dos cuestiones fundamentales: la violencia en nuestra sociedad y los recursos
que esta sociedad despliega para combatirla. El abordaje del delito, desde la
generalización del todo por la parte, es profundamente injusto, y radicalmente
inoperante. Los asesinos de mujeres no lo son porque sean hombres, lo son
porque son personas con determinadas características que les convierten en un
peligro social y ante las que, en este caso, las mujeres son especialmente
vulnerables porque constituyen el foco de atención del criminal. Podemos ver
otro ejemplo en la violencia de otra índole, en este caso, contra los niños. Los
menores más pequeños que son asesinados por un adulto, lo son a manos de sus
madres. Entre 2013 y 2017 fueron asesinados en España 102 niños. De ellos 48,
murieron asesinados por sus madres, 28 por sus dos progenitores (obviamente uno
de ellos tambien mujer), 8 por una mujer cercana a ellos, 7 por un hombre
cercano, y 11 por su propio padre. Imagino que podría decirse que 102 niños muertos no es un cifra que se
acerque a las 288 mujeres asesinadas por
la llamada violencia de género en el mismo periodo. Es decir, los niños muertos
por adultos, mayoritariamente por mujeres asesinas, son una tercera parte. Sin
embargo, seria un despropósito y un absurdo, deducir de estos terribles datos
estadísticos que las mujeres en general y las madres en particular, son en
potencia, una amenaza para los niños, o que los crímenes tienen relevancia en
función de su número, y no, atendiendo a cuestiones que atañen a la moral o si
se prefiere, la ética mas profunda, como es la especial fragilidad o
incapacidad para defenderse, y en este caso la vulnerabilidad y la indefensión
de los niños es particularmente notoria.
No tengo interés, es entrar en cuestiones de tipo estadístico.
Solo me interesa resaltar que los gravísimos delitos como el asesinato, la violación,
la pederastia, incluso los actos terroristas deben ser considerados en mi
opinión, como actos contra las personas
cometidos por personas, independientemente de la condición sexual, de la
religión, de ls clase social, o del móvil ideológico, del delincuente y de la
victima. Para mí, la igualdad de todos los ciudadanos es la piedra angular de
una sociedad libre y justa, lo que no es óbice para que la justicia considere
la especial fragilidad de aquellas personas especialmente indefensas por
ejemplo al considerar las agresiones contra los niños, las personas con
discapacidad, o los ancianos, y para que, en otro orden de cosas, por
supuesto, esa igualdad quede reflejada
de manera efectiva en las oportunidades y las garantías de respeto y protección
de los ciudadanos independientemente de su sexo. Hombres y mujeres adultos
deben ser objeto de igual consideración ante la ley. Creo, honestamente, que el
delito no adquiere una mas leve o mas grave consideración atendiendo al sexo
del delincuente o de la victima. Si delinquen mas hombres que mujeres responderán
ante la ley éstos en mayor número, pero el valor sagrado de la vida y el
derecho humano fundamental de la libertad no están sujetos a valoraciones que
tengan que nada que ver con lo que la naturaleza nos ha colocado entre las
piernas, sino con la responsabilidad que deberemos asumir por nuestra conducta,
unos y otras.
La Ley de Violencia de género se ha manifestado como un
absoluto fracaso. He escuchado en alguna ocasión que peor hubiera sido de no
haber existido, o en una expresión del todo derrotista ….que algo habrá que hacer. Pues si, algo habrá que hacer pero no
cualquier cosas, y no con cualquier ley. Esta ley progresista, dicen, ha sido
un verdadero desastre a la hora de cumplir con sus objetivos. Y es que no se
puede soplar y sorber al mismo tiempo.
Mientras se implementa una ley como la de violencia de
genero, sexista, discriminatoria, y arbitraria, en la que los hombres parten de
hecho de una presunción de culpabilidad y las mujeres de una presunción de
inocencia, hasta el punto de que la vicepresidenta Calvo quiere imponer en el ámbito
judicial el criterio de que a la persona mujer hay que darle credibilidad absoluta
en un proceso por el simple hecho de serlo, en un disparatado y descarado gesto
de totalitarismo feministoide, mientras tanto, digo, se presiona para la
derogación de la prisión permanente revisable. Partido Socialista, Podemos y PNV
con al abstención cómplice de Ciudadanos, votaron contra esta opción que
permitiría el cumplimiento efectivo de las penas, para delitos de extrema
gravedad, como los que nos ocupan, y que, a la vez, prevé la revisión reposada
y no automática, de la conveniencia de su reconsideración, atendiendo a motivos
jurídicos y de naturaleza psico-social valorados en profundidad.
Hasta este momento, asistimos a un enfoque penal que
permite, por distintos motivos en los que no me voy a extender, de tipo técnico-jurídico,
que el cumplimiento de las condenas impuestas por un Tribunal se vean limitadas
de facto, por un lado por el limite máximo contemplado del tiempo de prisión, y por otro, por las distintas formulas de
aplicación de grados que de hecho suponen acceso a días de libertad real,
incluso, a poder “vivir” fuera de la prisión con una unica obligación de acudir
a dormir a la misma. En la práctica, el entramado de medidas jurídicas de
aplicación en la privación de libertad, supone, asumir riesgos fehacientes de
reincidencia. La reincidencia, es más que una palabra. Supone, la comisión de
un delito, de un atentado contra las personas o los bienes, (que por otro lado,
son también contra las personas, en la medida que son propiedad de las mismas).
Esta es la cuestión a valorar y sobre la que merece hacer una reflexión
actuando en consecuencia.
El padre de Diana Quer, lideró la petición que reunió dos
millones y medio de firmas efectivas para que no se llevara a cabo la
derogación de la ley permanente de prisión permanente revisable. Los mismos
partidos que hoy se rasgan las vestiduras por el asesinato de Laura, los
partidos de la izquierda del Parlamento, PSOE, Podemos, y PNV (imagino que por
lo que le toca en la función blanqueadora del terrorismo vasco de ETA), se
posicionaron a favor de su derogación en medio de histriónicas manifestaciones
de progresismo y grandilocuentes alardes de buenísimo, colgándose la medallita
de exquisitez democrática, comprada en algún chiringuito de todo a cien. Lo
hicieron en el Hemiciclo donde los padres y madres de niñas y jóvenes
asesinadas y violadas, habían presentado dos millones y medio de firmas de
españoles, a favor de la prisión permanente revisable; súplica de padres
sufrientes, y firmas de españoles de bien, que sus señorías progres, con la
connivencia hipócrita y abstencionista de Ciudadanos, se pasaron por la
entrepierna. Conviene, hoy más que nunca, recordarlo.
La sociedad tiene que ser implacable en la defensa de sus
ciudadanos, y para ello, es muy importante mandar un mensaje diáfano, claro
como el agua cristalina, de que el delito contra la vida y contra la libertad
sexual de las personas, no es que no vaya
a salir gratis, es que va a salir muy, muy caro. De tal manera, que el deseo de
los delincuentes extranjeros de querer cumplir a toda costa la condena de sus
delitos en España porque es poco menos que un chollo, que ilustra desgraciadamente
bien nuestro sistema legal y penal, debería desaparecer si o si. La persona que
abusa sexualmente, que asesina, a otra persona adulta … la persona que abusa
sexualmente de los niños… los depredadores sexuales en general, aquellos que
practican extrema violencia, los que nos atemorizan, los que coartan nuestra
libertad, deben saber que el precio a pagar es el de su propia libertad, y que
con toda seguridad, ese será el ultimo de sus delitos, porque no tendrá
posibilidad alguna de reincidencia, por ningún motivo, y por ninguna razón.
El día de hoy acaba para nosotros despidiéndonos de Laura. Con
Laura asesinada, como sucede con todas aquellas personas muertas en las manos
de sus asesinos, se pierde su presente, pero sobre todo, se pierde su futuro. Nos
arrebatan el espacio vital que ella ocupaba en el Universo, y perdemos para
siempre, lo que ella pudo ser, lo que nos pudo dejar, lo que de ella pudimos
aprender…Su asesino le robó su existencia y a nosotros nos arrebató lo
irrepetible del ser humano irreemplazable. … El aleteo sutil de una mariposa,
dicen, puede desencadenar un tsunami poderosísimo al otro lado del Mundo. Su
asesino nos ha privado por toda la eternidad del pestañeo vital de Laura … es
imperdonable y no lo olvidaremos. Muchos de nosotros, seguiremos reclamando,
Memoria, Dignidad y ….Justicia, …Justicia, …incansablemente JUSTICIA, para las
victimas.
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