martes, 18 de diciembre de 2018

NI UNA MUJER MAS ASESINADA, NI UN DÍA MENOS DE CONDENA

Hoy es un triste día para la sociedad española. Uno más de los ya incontables días de tristeza, ira, indignación y desesperanza, ante un nuevo asesinato de una mujer a manos de un hombre. El crimen contra la integridad y la libertad sexual de una mujer, precede  al crimen contra la vida. Nuestra muerta de hoy, se llama Laura. Digo nuestra, porque al menos por unas horas, unos días, hablaremos de ella como si la hubiéramos conocido, como si se tratara de nuestra amiga, de alguien muy cercano, quizá de nuestra familia, nuestra vecina, una antigua compañera de instituto, la chica con la que flirteamos entre risas en un día de fiesta. … Haremos de ella nuestro icono momentáneo intentando retener su recuerdo, y su nombre ocupara las primeras paginas de los digitales, decenas de miles de mensajes recorrerán las redes sociales recogiendo la indignación que late en los corazones de España por esta muerte cruel, incomprensible, inadmisible, injusta con la que hombres y mujeres de todas las edades, de todas los colores políticos, de todas las clases sociales, morimos un poco más, victimas también de un fracaso sordo y persistente, que se agota en si mismo, y que no nos deja ver la luz al final del túnel. La luz imprescindible de la libertad para ser persona que pasea, que ríe, que baila, que es dueña de su existencia, de su individualidad. Ser persona mujer en cualquier circunstancia, sin sufrir el terror a la violación y la muerte, ese es el grito que se ahoga en nuestra garganta.

Tocan, nuevamente las campanas a luto. Hoy, por Laura, y con ella, lloramos nuestro duelo por todas y cada una de las mujeres salvajemente asesinadas, convertidas en cifras que engrosan las estadísticas de una tragedia inmensa e insoportable.

Los medios de comunicación están que arden con la noticia del hallazgo sin vida del cuerpo de Laura, de las circunstancias de su asesinato. Ponen el foco informativo de máximo interés en su asesino, y siguen las investigaciones policiales al minuto, compitiendo ferozmente, por la primicia del más mínimo detalle.

Yo,  me niego adentrarme en el sórdido universo del asesino, que tiene nulo interés para mí, mas allá de conocer su autoría y sobre todo, fundamentalmente, su detención. Creo, sinceramente, que una actitud colectiva de acercamiento intelectual al asesino, es un paso simultáneo hacia el olvido de la victima. La fascinación perversa que ejerce la maldad en nosotros, es una barrera invisible pero muy eficaz, para que las victimas ocupen un postrero lugar en la focalización de nuestro interés. Es por eso que creo, el asesino de Laura, en mi opinión no debería tener ni un segundo de protagonismo en nuestra atención si no es para debatir que hacemos con el monstruo y como podemos defender a la sociedad de su constante amenaza. El monstruo, no es ya, ese ser despreciable, encarnación del mal al que el trabajo policial pondrá un nombre y una cara identificable.  El monstruo que nos mira a los ojos, es la violencia, la agresividad, la psicopatía que habita en individuos con los que convivimos día a día, con los que  nos cruzamos en la calle; que compran la barra de pan en la panadería de la esquina de nuestra calle… que comparte con nosotros el aire que respiramos, el edificio en el que vivimos o los parques por los que paseamos.

Hoy especialmente, como en otros momentos en los que la calle arde con la ira de un asesinato de mujer, percibo preocupada como parece existir una búsqueda de supuestas soluciones al drama, con la presunta culpabilización colectiva de los hombres en nuestra sociedad. Se habla abiertamente de “crímenes” machistas, derivando, en mi opinión en una injusta y errónea culpabilización de la masculinidad, presupuesto origen de un comportamiento que alcanza hasta la conducta delincuencial mas repugnante como la violación y el delito mas grave, como el asesinato.

Es muy difícil, y mas en un día como el de hoy, expresar el abismo que existe entre el “ser hombre” y el “ser asesino”. Ciertamente que son hombres los que mayoritariamente cometen actos de violencia sexual y contra la vida en grado extremo…son mas los hombres que matan y mas las mujeres que mueren, pero de ese hecho, en mi opinión, no se deriva ninguna calificación que alcance a los hombres en su conjunto o a la masculinidad, como parece ser una idea extendida y argumentada, en pro de combatir la lacra del asesinato calificado de “machista”,  desde ámbitos ideológicos soportados en la filosofía feminista y de la ideología de genero.

En mi opinión el foco de atención, insisto, debe ponerse en dos cuestiones fundamentales: la violencia en nuestra sociedad y los recursos que esta sociedad despliega para combatirla. El abordaje del delito, desde la generalización del todo por la parte, es profundamente injusto, y radicalmente inoperante. Los asesinos de mujeres no lo son porque sean hombres, lo son porque son personas con determinadas características que les convierten en un peligro social y ante las que, en este caso, las mujeres son especialmente vulnerables porque constituyen el foco de atención del criminal. Podemos ver otro ejemplo en la violencia de otra índole, en este caso, contra los niños. Los menores más pequeños que son asesinados por un adulto, lo son a manos de sus madres. Entre 2013 y 2017 fueron asesinados en España 102 niños. De ellos 48, murieron asesinados por sus madres, 28 por sus dos progenitores (obviamente uno de ellos tambien mujer), 8 por una mujer cercana a ellos, 7 por un hombre cercano, y 11 por su propio padre. Imagino que podría decirse  que 102 niños muertos no es un cifra que se acerque a las 288  mujeres asesinadas por la llamada violencia de género en el mismo periodo. Es decir, los niños muertos por adultos, mayoritariamente por mujeres asesinas, son una tercera parte. Sin embargo, seria un despropósito y un absurdo, deducir de estos terribles datos estadísticos que las mujeres en general y las madres en particular, son en potencia, una amenaza para los niños, o que los crímenes tienen relevancia en función de su número, y no, atendiendo a cuestiones que atañen a la moral o si se prefiere, la ética mas profunda, como es la especial fragilidad o incapacidad para defenderse, y en este caso la vulnerabilidad y la indefensión de los niños es particularmente notoria.

No tengo interés, es entrar en cuestiones de tipo estadístico. Solo me interesa resaltar que los gravísimos delitos como el asesinato, la violación, la pederastia, incluso los actos terroristas deben ser considerados en mi opinión, como actos contra las personas cometidos por personas, independientemente de la condición sexual, de la religión, de ls clase social, o del móvil ideológico, del delincuente y de la victima. Para mí, la igualdad de todos los ciudadanos es la piedra angular de una sociedad libre y justa, lo que no es óbice para que la justicia considere la especial fragilidad de aquellas personas especialmente indefensas por ejemplo al considerar las agresiones contra los niños, las personas con discapacidad, o los ancianos, y para que, en otro orden de cosas, por supuesto,  esa igualdad quede reflejada de manera efectiva en las oportunidades y las garantías de respeto y protección de los ciudadanos independientemente de su sexo. Hombres y mujeres adultos deben ser objeto de igual consideración ante la ley. Creo, honestamente, que el delito no adquiere una mas leve o mas grave consideración atendiendo al sexo del delincuente o de la victima. Si delinquen mas hombres que mujeres responderán ante la ley éstos en mayor número, pero el valor sagrado de la vida y el derecho humano fundamental de la libertad no están sujetos a valoraciones que tengan que nada que ver con lo que la naturaleza nos ha colocado entre las piernas, sino con la responsabilidad que deberemos asumir por nuestra conducta, unos y otras.

La Ley de Violencia de género se ha manifestado como un absoluto fracaso. He escuchado en alguna ocasión que peor hubiera sido de no haber existido, o en una expresión del todo derrotista ….que algo habrá que hacer. Pues si, algo habrá que hacer pero no cualquier cosas, y no con cualquier ley. Esta ley progresista, dicen, ha sido un verdadero desastre a la hora de cumplir con sus objetivos. Y es que no se puede soplar y sorber al mismo tiempo.

Mientras se implementa una ley como la de violencia de genero, sexista, discriminatoria, y arbitraria, en la que los hombres parten de hecho de una presunción de culpabilidad y las mujeres de una presunción de inocencia, hasta el punto de que la vicepresidenta Calvo quiere imponer en el ámbito judicial el criterio de que a la persona mujer hay que darle credibilidad absoluta en un proceso por el simple hecho de serlo, en un disparatado y descarado gesto de totalitarismo feministoide, mientras tanto, digo, se presiona para la derogación de la prisión permanente revisable. Partido Socialista, Podemos y PNV con al abstención cómplice de Ciudadanos, votaron contra esta opción que permitiría el cumplimiento efectivo de las penas, para delitos de extrema gravedad, como los que nos ocupan, y que, a la vez, prevé la revisión reposada y no automática, de la conveniencia de su reconsideración, atendiendo a motivos jurídicos y de naturaleza psico-social valorados en profundidad.

Hasta este momento, asistimos a un enfoque penal que permite, por distintos motivos en los que no me voy a extender, de tipo técnico-jurídico, que el cumplimiento de las condenas impuestas por un Tribunal se vean limitadas de facto, por un lado por el limite máximo contemplado del tiempo de prisión,  y por otro, por las distintas formulas de aplicación de grados que de hecho suponen acceso a días de libertad real, incluso, a poder “vivir” fuera de la prisión con una unica obligación de acudir a dormir a la misma. En la práctica, el entramado de medidas jurídicas de aplicación en la privación de libertad, supone, asumir riesgos fehacientes de reincidencia. La reincidencia, es más que una palabra. Supone, la comisión de un delito, de un atentado contra las personas o los bienes, (que por otro lado, son también contra las personas, en la medida que son propiedad de las mismas). Esta es la cuestión a valorar y sobre la que merece hacer una reflexión actuando en consecuencia.

El padre de Diana Quer, lideró la petición que reunió dos millones y medio de firmas efectivas para que no se llevara a cabo la derogación de la ley permanente de prisión permanente revisable. Los mismos partidos que hoy se rasgan las vestiduras por el asesinato de Laura, los partidos de la izquierda del Parlamento, PSOE, Podemos, y PNV (imagino que por lo que le toca en la función blanqueadora del terrorismo vasco de ETA), se posicionaron a favor de su derogación en medio de histriónicas manifestaciones de progresismo y grandilocuentes alardes de buenísimo, colgándose la medallita de exquisitez democrática, comprada en algún chiringuito de todo a cien. Lo hicieron en el Hemiciclo donde los padres y madres de niñas y jóvenes asesinadas y violadas, habían presentado dos millones y medio de firmas de españoles, a favor de la prisión permanente revisable; súplica de padres sufrientes, y firmas de españoles de bien, que sus señorías progres, con la connivencia hipócrita y abstencionista de Ciudadanos, se pasaron por la entrepierna. Conviene, hoy más que nunca, recordarlo.

La sociedad tiene que ser implacable en la defensa de sus ciudadanos, y para ello, es muy importante mandar un mensaje diáfano, claro como el agua cristalina, de que el delito contra la vida y contra la libertad sexual de las personas, no es que  no vaya a salir gratis, es que va a salir muy, muy caro. De tal manera, que el deseo de los delincuentes extranjeros de querer cumplir a toda costa la condena de sus delitos en España porque es poco menos que un chollo, que ilustra desgraciadamente bien nuestro sistema legal y penal, debería desaparecer si o si. La persona que abusa sexualmente, que asesina, a otra persona adulta … la persona que abusa sexualmente de los niños… los depredadores sexuales en general, aquellos que practican extrema violencia, los que nos atemorizan, los que coartan nuestra libertad, deben saber que el precio a pagar es el de su propia libertad, y que con toda seguridad, ese será el ultimo de sus delitos, porque no tendrá posibilidad alguna de reincidencia, por ningún motivo, y por ninguna razón.

El día de hoy acaba para nosotros despidiéndonos de Laura. Con Laura asesinada, como sucede con todas aquellas personas muertas en las manos de sus asesinos, se pierde su presente, pero sobre todo, se pierde su futuro. Nos arrebatan el espacio vital que ella ocupaba en el Universo, y perdemos para siempre, lo que ella pudo ser, lo que nos pudo dejar, lo que de ella pudimos aprender…Su asesino le robó su existencia y a nosotros nos arrebató lo irrepetible del ser humano irreemplazable. … El aleteo sutil de una mariposa, dicen, puede desencadenar un tsunami poderosísimo al otro lado del Mundo. Su asesino nos ha privado por toda la eternidad del pestañeo vital de Laura … es imperdonable y no lo olvidaremos. Muchos de nosotros, seguiremos reclamando, Memoria, Dignidad y ….Justicia, …Justicia, …incansablemente JUSTICIA, para las victimas.

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