Día 8 de Marzo, Dia Internacional de la Mujer trabajadora, y
convocatoria de huelga en todo el territorio nacional. Toca manifestación
mediática y vocinglera; protesta airada, eslóganes feministas, y las
archiconocidas mujeres del tambor, dale que te pego a paso de comparsa y de
gesto amenazante, como parte de la parafernalia reivindicativa.
Se llama a las mujeres (especialmente a las mujeres,
obviamente) a parar en sus actividades cotidianas a las que se ven sometidas,
en las viven en la humillación perpetua, donde son abusadas, acosadas y
menospreciadas por una sociedad masculinizada y perversa. Las soflamas son
contra el heteropatriarcado, es decir, contra la supremacía de la
heterosexualidad y el patriarcado aunados; contra el capitalismo, el machismo
generalizado, la discriminación salarial, la violencia sexual contra las
mujeres, etc,
Como era de esperar, el despliegue informativo al respecto
es mucho mas que considerable, y la atención de los medios está puesta en esta
semana en la cita del 8M, publicitando machaconamente los objetivos de la
huelga de mujeres (pero no solo mujeres) , y contribuyendo de manera
indiscutible a su difusión. Así las cosas, me he planteado que yo también,
tendría algo que decir al respecto y siguiendo con la costumbre que a mi misma
me he impuesto de tomar en consideración aquellas cosas que parecen interesar a
mis conciudadanos, aquí me encuentro, dándole
a la tecla, a ver si consigo transmitir algo de lo que me bulle en la cabeza a
48 horas escasas de que tenga lugar el movidón feminista. Mi trabajo me cuesta,
dar cumplimiento en esta ocasión a mi compromiso, porque la cosa del feminismo
que pudiera haber tenido interés para mi en otros momentos de mi vida y sobre
todo en un diferente momento histórico y social en España, se ha convertido desde
hace muchísimo para mi en una fuente inagotable de bostezos, que compite en
buena lid con la infusión mix de plantas sedantes que te llevan a la cama con
el cuerpo ligeramente puesto en modo of.
Los argumentos reivindicativos que se llevaran a las calles
este 8M me dejan sumida en la perplejidad. Mis neuronas se cortocicuitan, y
busca con tesón referentes en el entorno que sean reflejo de los infinitos
agravios descritos profusamente, que las mujeres sufrimos en España a fecha de siglo
XXI y año 2019. Llevada de mi obsesiva exigencia intelectual de remitirme a la
realidad impulsada por la razón busco
incansablemente las pruebas, las evidencias de nuestra exclusión, de nuestra
segregación, de nuestra colectiva indefensión por ser mujeres, en esta sociedad
que supuestamente nos convierte en mártires y en esclavas, en objetos sexuales
y en victimas de todo tipo de agravios y vejaciones y me doy de bruces una y
otra vez, con un país moderno y democrático, y una sociedad, que aun siendo
imperfecta, se encuentra muy alejada de ese mundo oscuro, tenebroso, y
amenazante para las mujeres que el feminismo radical y su voceros, pretenden
incrustrar a golpe de píldoras de ideología de género y de talonario en nuestro
imaginario colectivo.
La huelga feminista a la que estamos convocadas las mujeres
tiene la peculiar característica de que no solo es secundada desde el propio
gobierno socialista que como todos sabemos está sustentado por comunistas,
independentista y filoterroristas, sino
que además está impulsada por el mismo. Dicho en otras palabras se trata de una
protesta reivindicativa dirigida, amparada, financiada y promovida por el
mismisimo establishment , las fuerzas
vivas del momento se afanan en regar abundantemente, con copiosas sumas de dinero publico el entramado multisectorial
de feminismo, convertido desde hace muchísimo tiempo en un movimiento cuasi funcionarial con funciones y objetivos
de naturaleza política. Un feminismo de estética revolucionaria con la que
disimular una alma adocenada y obediente, vasallo del poder de la izquierda, en
la que las mujeres son elementos instrumentales y objetos de manipulación. Curiosamente
el 8M asistiremos a un paro de carácter institucional. Hasta tal punto se ha
perdido el pudor en el planteamiento de las reivindicaciones feministas, que sus
señorías miembros del Congreso se van a llevar la pasta del día de marras, de
igual modo, si trabajan o si devotamente siguen el llamado de la huelga, que me
puedo imaginar, será la mayoría. No deja de tener sus bemoles correspondientes
y su canchondeo, el privilegio de los
representantes de la patria, cuando al
resto de los trabajadores en cuerpo y alma, se les soplará la parte
correspondiente de su salario si se ausentan del tajo para asistir a la convocatoria
por igualdad. Pero esto es lo que tiene ser un señorito señoria parlamentario, que se pasa y
traga cualquier cosa sin pestañear, hasta el escupitajo en la mismísima jeta…que
se lo pregunten al socialista Borrell, pero eso si, que el parné se mantenga intacto, y ni un euro menos, por ninguna razón ni
circunstancia. El bueno y entrañable, Pedro,
venido a más en Sánchez, Presidente por imperativo de la moción de censura, se
ha pronunciado con su voz mas engolada y patatín patatán, cada veinte segundos,
coloca las palabra mujer e igualdad, en cada frase de su alocución a la prensa.
El suyo se autodefine como un gobierno feminista, y su vicepresidenta la señora
Calvo, le hace la ola, y repiquetea la matraca feminoide de manera
inmisericorde. Por si no tuviéramos bastante, la señora de Sánchez, que no debe
caber en si misma desbordada por su ego convertido en enemigo feroz de una
identidad que debe estar a por uvas cuando se pone delante del espejo, no ha
querido perder la oportunidad de salir en las teles para solaz de los programas
del corazón rosa y nos alecciona con dos o tres palabritas, con voz propia y a
solas, sin la omnipotente figura marital de Sanchez, Pedro, a su lado. Lamento no
poder reproducir el escueto y estoy segura de que enjundioso mensaje que le ha
escrito algún cerebrito mediático del partido para la ocasión. No le puse atención y me da pereza buscar en
la red. Pero decir ha dicho algo y con cara de solemnidad. No se si se debe a la gravedad de la ocasión
huelguística, o es el tufo que le llega de la tostada a punto de torrarse, temiendose lo peor, para su matrimonio divino de la muerte y de posado a todas
horas, que quizá dentro de nada va a tener que
cambiarse de colchón otra vez, dando el gran paso hacia el anonimato del que la
pareja supeferolítica que hoy habita en la Moncloa, nunca ni en sus mejores sueños imaginó salir.
Antes de ponerme al teclado, he hecho el supremo esfuerzo de
darle un vistazo al argumentario de la huelga y me he ido a lo seguro, como
Carmena con lo que ya todos sabemos a la hora ponerle un poco de gracia y de
pimienta a la actividad erótico-festiva de los bajos. He comenzado por el
diario de referencia socialdemócrata, devocionario de la inolvidable y tóxica
Soraya Sáenz de Santamaría, y que no menciono para no darle más pábulo del que
ya tiene, que es mucho, acostumbrado como está a la genuflexión incondicional
de la clase política. Transcribo literal el párrafo central de su editorial: “ … su objetivo (el de la huelga), es trasladar
un mensaje rotundo: que es necesario poner fin a la discriminación, la
subordinación, el acoso, y la violencia que sufren todas las mujeres, solo por
el hecho de serlo, fin de la cita. El que algún día fue un medio merecedor
de cierto respeto, y devenido en esa cosita, poco más que un tebeo maledicente,
en esta ocasión ha estado bordado consiguiendo describir en tres renglones, el
espíritu y la intención que guía la convocatoria de la huelga del 8M. Pero no
me he quedado aquí, y he seguido insistiendo por la red. Leo declaraciones de
la señora Lastra y me lanzo rauda a su lectura. Buceo sin contemplaciones en las profundidades
del discurso nacido de su extraordinario intelecto. He aquí la muestra inocente
de su intención. Dice la señora numero 2
del PSOE y portavoz parlamentaria (gracias, Sanchez, Pedro, por los momentos
inolvidables de tu portavocía)…” hay que
reventar las calles el 8 de marzo, y el 28 de abril hay que reventar las urnas,
para frenar a la extrema derecha y defender una España verde y feminista,
progresista y socialista… nos jugamos un país que queremos dejar a nuestros
hijos, hijas y solo puede ser un país muy rojo”. Inconmensurable señora
Lastra, en la elocuencia, y como en ella es habitual, un pelín cortita en el razonamiento
político. Notable sin embargo, en la
claridad, y sobresaliente en lo amenazador del mensaje. Es de agradecer su
transparencia, que no deja dudas a cerca de lo interesante del momento para
hacer caja, en términos de votos el día
28 de abril, que, ese si, es el momento en el que se cortará el bacalao para
nuestro país en las urnas y es de verdad, el meollo de la cuestión que interesa
al gobierno de Sanchez, y al resto del socialismo español hoy en el poder, que
nadie se llame a engaño, sin excepción alguna.
No me voy a extender en las opiniones vertidas por los
distintos partidos al respecto de la celebración del Día Internacional de la
Mujer, y su participación activa, de uno u otro modo en la misma, con la
excepción hecha de VOX. Me interesa resaltar el consenso de fondo que se
detecta en el ámbito político y de poder respecto de las demandas del feminismo
radical, con alguna matización y de perfil, por parte del PP y de CS. El
partido de Santi Abascal, ha fijado su posición con toda claridad, en este caso de
discrepancia en el fondo y en las formas, en relación con esta huelga. Sus
hombres y sus mujeres, se han posicionado al margen de esta convocatoria, y han
manifestado públicamente a la ciudadanía, para que no quede ninguna duda, que ellos
no se sienten ni interpelados ni concernidos por los argumentos feministas del 8M.
Es, precisamente, a los argumentos a los que a mi me
interesa referirme, y por ello nada mejor que remitirme al texto de la Comisión
8 de Marzo convocante de la huelga. Dice
asi: “ por las vidas de las mujeres que
siguen marcadas por las desigualdades, por las violencias machistas (observese
el plural de los términos), por la
precariedad y la no corresponsabilidad ni de los hombres (mas plural) ni del Estado en los trabajos de cuidados,
entre otras discriminaciones (seguimos pluralizando)… Hacen referencia explícita a las posiciones conservadoras, que
tachan de “derecha y extrema derecha” y que sitúan, dicen, a las mujeres y
migrantes como objetivo de su ofensiva ultraliberal y patriarcal” (mas
madera¡¡). Lo dejo aquí, ..no puedo con el aburrimiento,
me perdonen no ser mas exhaustiva (encuentran en la red, en las teles, y las
emisoras de radio, profusa información al respecto).
Mi posición de partida es, negar la mayor. En mi opinión, la
celebración de un día Internacional de la Mujer es una ofensa, un agravio, como
persona humana. Me quiero detener un momento, en el anuario de celebraciones
“internacionales”, que me ayudan a contextualizar mi argumento. Haberlas las
hay de todo tipo, desde aquellas que reivindican derechos humanos, hasta
aquellas que ponen el acento en problemas específicos de determinadas
enfermedades, aquellas que aluden a la protección de la Naturaleza, de
determinadas especies de animales, y hasta aquellas otras que sugieren una
tomadura de pelo y la consideración de la comunidad internacional como un
inmensa aula de párvulos, compuesta de personas incapaces de un mínimo sentido
critico. He aquí algunos ejemplos de lo que digo: Dia Internacional de la
Educación
del Sindrome de Down, de la Cobertura
sanitaria, dia Mundial de la eficiencia energética, dia Mundial de los derechos del consumidor…En este asunto de
bautizar con un día mundial a las cosas, encontramos cuestiones muy
pintorescas, por ejemplo: dia del número Pi (a que es fantástico…¡¡), dia del
sueño, dia mundial de los bosques, dia mundial de la poesia (ahhhh, como me
gusta este día mundial), día mundial
de la marioneta (Siiiii, que es verdad¡¡ dia del orgullo Friki (no me digan que no es para nota…¡¡) dia mundial del Sushi (propongo día mundial
del cocido madrileño, a ver si acaso).
Podriamos seguir, deshojando el calendario: dia de la
música, dia de los asteroides, dia del arbol (hay un dia de los bosques y otro
día del arbol, si, juntos y en single),
dia del chocolate, dia de la salud prostática…
Las mentes preclaras de las inaccesibles esferas de las
burocracias mas influyentes, del universo mundo han decidido después de sesudas
reflexiones, asignar cada “día su propio Dia en el calendario, y entre la
amalgama de supuestas reivindicaciones de interés
mundial ha tocado el 8M como día internacional de la Mujer Trabajadora. El
día 1 de Mayo se celebra el día Internacional de los trabajadores, pero al
parecer, las mujeres feministas no se sienten suficientemente representadas
este día, o no están dispuestas a compartirlo con sus compañeros de tajo
masculinos, lo que me parece, por cierto, una absoluta falta de consideración y
una muy deleznable actitud insolidaria y sexista.
Que las mujeres occidentales del siglo XXI nos sigamos
sometiendo a un tratamiento proteccionista y diferenciador sería para mi
absolutamente inexplicable e incomprensible, si no fuera porque la manifiesta
evidencia (valga la redundancia) de la utilización de las mujeres para la
consecución de objetivos que nada tienen que ver con las mujeres ni con su progreso,
ni con su igualdad ni con su libertad. El tratamiento del que estamos siendo
objeto desde hace décadas, por parte de la izquierda cultural y política, nos
ha convertido en instrumentos al servicio de una revolución social cuyas raíces
se insertan en las premisas de la ideología de género, y en un intento de
implantación de un enfoque neomarxista/populista de la política, alejadao de
los valores de la libertad real, fructífera, constructiva y de progreso social,
para las sociedades en general y para las personas en particular. Es muy
preocupante, en mi opinión, cómo desde los mass media, desde sectores
económicos que constituyen auténticos emporios de poder, se ha ido implantando
en todos los ordenes de la vida social, cultural, de comunicación y hasta
religiosos, una imagen de la mujer que se corresponde con un ser especialmente débil, susceptible de ser
vejado impunemente, agredido institucionalmente. Las mujeres somos
visibilizadas como victimas, masacradas y abusadas, no por algunos hombres sino
por los hombres en su generalidad, demonizando la masculinidad, hasta límites
de afirmar, como recientemente decía la antigua comunista hoy alcaldesa de
Madrid, Carmena, “que la violencia esta
encardinada en el ADN de la masculinidad”.
Desde estas o similares posiciones, no digo ya ideológicas,
sino psicosociales, hoy instaladas en el poder fáctico y real, es fácil
comprender el enfoque de guerra abierta desencadenada entre sexos, en la que en
mi opinión, nos encontramos hoy, y que como no puede ser de otra manera, perdemos
todos, mujeres y hombres. Si, las mujeres también. Una vez descrito el
escenario, identificada a la victima, la maquinaria de se poner en marcha para
neutralizar, derrotar, y someter al victimario. Pero, no nos engañemos, esta
operación no es otra cosa que un
constructo artificial, de diseño, de ingeniería social ensayado, y llevado a la
práctica con un meticuloso y, por otro lado, muy exitoso, atrezzo.
Cuando escucho y leo las consignas feministas me pregunto a
qué mundo se están refiriendo pero sobre todo me asusta muchisimo la propuestas
de resolución del conflicto que nos hacen. No porque yo sea mujer, que me
parece del todo irrelevante para valorar o enjuiciar sus razonamientos, sino
porque cada uno de sus gestos, de sus soflamas, de sus “perfomances”, de sus
reivindicaciones destilan un odio profundo, sicológico, patológico y feroz
hacia la mitad de sus conciudadanos. Me pregunto de donde emana el resentimiento
vengativo hacia sus padres, hacia sus hermanos, hacia sus hijos, hacia sus
amigos, hacia sus esposos o compañeros, y me rebelo contra su intención
totalitaria porque me da miedo su determinación de imponernos a todas las
mujeres (y a todos los hombres ) un modelo de sociedad, una manera de entender
la masculinidad y la feminidad que podemos o no podemos compartir porque ese si
que es nuestro inalienable derecho que se manifiesta en nuestra libertad
intelectual, de opinión, y de expresión.
El feminismo radical contemporáneo con su discurso agresivo
y artificioso, pretende retrotraernos a las mujeres a ese otro tiempo en el que
nuestra existencia estaba alejada física y psíquicamente del hombre, en el que
las mujeres eras sujetos de protección,
cuyas vidas y pensamientos, conductas y actividades, eran supervisadas y conducidas
por otras mujeres (y otros hombres). Un vida de mujer acordonada, que se mantenía
en guardia permanente frente a los potenciales agresores de su sexualidad, de
su inviolabilidad personal de mujer, a traves de un meticuloso y limitado uso del
lenguaje. Retrato de un mundo pasado, caduco, casposo y horroroso. Un mundo que
fleja a la perfección la literatura europea de finales de S. XIX, de mujeres
inaccesibles, apolilladas entre ellas y
ellas, y para la que la masculinidad era en una trágica esquizofrenia que se
debatía entre el oscuro e inconfesable deseo y el prohibido acercamiento al
sexo masculino, amenazante y pecaminoso.
Hoy tras siglos de historia a nuestra espalda en el que
hombres y mujeres hemos recorrido juntos los caminos que confluyen y se fusionan
en el conocimiento mutuo, en la respeto de nuestra compartida naturaleza
humana, en la posibilidad real de tocarnos y mirarnos desde el respeto humano
interpersonal e indistinto de nuestro sexo, en un mundo en el que mujeres y
hombres elegimos ser amantes o amigos, o ambas cosas en libertad y en muto
consentimiento, vienen los y las feministas radicales a poner e imponer sus
particulares reglas, para supuestamente liberarnos a las mujeres, con un
proyecto que no es otra cosa que robarnos precisamente lo mas valioso que
tenemos conseguido con mucho teson y mucho esfuerzo, nuestra libertad, la de
los hombres, y con ello, la de las propias mujeres. Quieren que volvamos al
redil (al suyo), a usar un lenguaje artificioso y malevolente, a decirnos como
debemos sentirnos en nuestro cuerpo y como, cuando y con que procedimientos
debemos y tenemos que comunicarnos sexualmente con nuestras parejas. Nos
quieren imponer las horas y los minutos que dedicamos a nuestros, hijos,
maridos, amigos, a nuestro trabajo o a nuestro hogar, y debemos hacerlo con sus
criterios, no con los que nosotras y nosotros decidamos, sino con los suyos,
por imposición social y incluso legal.
Quieren imponernos su particular percepción de la
maternidad, o mejor dicho, de la no maternidad; nos atribuyen supuestos derechos sobre nuestro
cuerpo que prácticamente se circunscriben a la posibilidad de eliminar el
cuerpo y la existencia del aun no nacido, que temporalmente y únicamente porque
esta de paso obligado hasta abrir la puerta que le dará entrada en el mundo, se
aloja en nuestro propio cuerpo, con eslóganes que vinculan el aborto con la
salud integral de la mujer. Utilizan las palabras de manera torticera y se
refieren al aborto con el eufemismo “interrupcion voluntaria del embarazo” como
si una vez destruida la vida del no nacido, pudiera volver a reanudarse.
Nuestras feministas mas influyentes y con voz en los medios
califican de mitos perniciosos, la fidelidad, o la exclusividad de la pareja, y
definen el amor heterosexual como una construcción cultural. Lo masculino es
relegado en gran medida a lo banal, al rincón de lo que es muy poco importante,
e incluso de lo indeseable y nocivo para las mujeres. Un argumento reiterado
por el feminismo de nuestro tiempo, es la necesidad de erradicar de nuestras
relaciones entre hombres y mujeres el amor romántico, como origen y
consecuencia, de todos nuestros conflictos existentes entre los sexos. Hace
unos días leía a una feminista de
apellido Herrera, que el amor romántico
es político, y que se construye a través del capitalismo y del patriarcado…
Los hombres han sido situados por el feminismo radical, detrás de una línea
roja, que no deben traspasar y si lo intentan, ya nos encargaremos de que no lo
hagan y de castigarles por ello. Queda por exclusión, en las relaciones entre
los sexos, encarnada la culpabilidad y la amenaza de la masculinidad. Están
entre nosotras pero no somos suyas ni son nuestros, en el sentido compartido
del término que nada tiene que ver con el sentido de pertenencia esclavista.
Nos propone el feminismo radical un mundo de sexos ajenos, mutuamente alienados
y nuevamente antagónicos, entre los que prima la amenaza soterrada, la
desconfianza y yo creo, que finalmente, más sufrimiento. Los hombres han dejado
de ser nuestros potenciales amigos, amantes y esposos, para ser
fundamentalmente, nuestros potenciales enemigos.
Los seres humanos somos seres complejos, llenos de aristas,
poseedores de lo sublime y también de lo mas indeseable y terrible que podamos
imaginarnos. Somos así, hombres y mujeres. Y mujeres y hombres somos hacedores
de sociedad, de Humanidad. Evolucionamos y caemos y nos volvemos a levantar
renovados como recién estrenados con el ánimo intacto y la esperanza
alimentando nuestro presente, con la vista puesta en el futuro y en el
progreso. En este devenir de nuestra historia, natural, social y económica, las
mujeres somos indispensables. Eso no es nuevo. Siempre lo fuimos y siempre lo
seremos. Lo somos todo. En nuestra unidad de persona-mujer, en cada una de
nosotras se acumula toda la evolución humana, en todos sus ordenes, en todos
sus aspectos y en completa plenitud, al igual que sucede en cada hombre.
Las sociedades que no comprenden la esencia de nuestra
igualdad en relación con los hombres son sociedades ciegas, sordas, mudas y
tristes. Incapaces de dar pasos al frente hacia la libertad y el progreso
humano. Son sociedades, anquilosadas, fosilizadas dormidas en el sueño melancólico
de la esclavitud de las personas y de la desesperanza, que se materializa en
toda la pesadumbre, la pérdida de identidad, la desolación y las lágrimas de
sus mujeres privadas de la carta de naturaleza de persona humana. Las
sociedades que bajo pretextos culturales o razones de índole religiosas ignoran
a las mujeres, las esclavizan, las someten, las humillan, pagan un altísimo
precio por ello. Son mundos de tiranía, de despotismo donde el abuso y la
vejación son también sufridos por los niños, por hombres en situación de
indefensión, victimas del poder. Son sociedades donde la tortura es adopta la
forma legal y la pena de muerte se aplica de manera inmisericorde. Donde las mujeres no son reconcidas como seres
humanos en igualdad de derechos con los hombres, la violencia y la agresividad
son pautas habituales de comportamiento social, donde impera la ignorancia, la
incultura, la insalubridad y la muerte. Las sociedades no igualitarias son y están
abocadas en su conjunto al sufrimiento, a la pobreza, y a la violencia.
Las mujeres no somos menos, nunca lo fuimos, aunque nos
sometieran, aunque nos ignoraran. Nunca dejamos de ser la mitad de la Humanidad,
una Humanidad que avanza a paso único, acompasado y unánime, y co-responsable
de todas las personas, hombres y
mujeres, que la componemos. Las mujeres no somos menos. Tampoco somos mas. Nuestra
igualdad con los hombres es radical, esencial, incuestionable, imparable. Las
mujeres los supimos en otros tiempos y lo sabemos ahora. No porque nos lo digan
en un manifiesto feminista, no porque nos hayan dedicado un día en el anuario
internacional como si fuéramos una especie animal o vegetal en peligro de
extinción y necesitad de protección ecologísta. Lo sabemos porque nos
reconocemos como personas y el sexo no determina nuestra diferente cualidad
humana. Somos iguales, y nos somos idénticos.
El día 8 de Marzo, personalmente me importa menos que nada.
Mi reivindicación va por otro lado. Yo reivindico mi no identidad sexual con
los hombres, mi igualdad de derechos con hombres y mujeres, y la libertad para
mi, y para todos. Y lo reivindico frente a todas esas mujeres y hombres que
quieren imponerme su particular modo de entender el mundo, la historia y el
progreso. Reivindico mi derecho a no ser feminista a su estilo, mi derecho a
defenderme del hembrismo y del machismo, que acosa, insulta y
amenaza a las mujeres y hombres que nos atrevemos a discrepar de sus
autoritarios postulados. Exijo como ciudadana, una ley justa, igualitaria y
firme, que defienda y proteja la libertad, la vida, y la seguridad de todos los
miembros de nuestra sociedad, hombres y mujeres, sin distinción, sin privilegios,
sin discriminación, por razón de sexo, ni por ninguna otra razón que catalogue
a las personas en diferente categoría humana.
Defiendo, el dia 8M y todos los demás días, la libertad para
decidir nuestra intimidad, para que nadie nos diga como, cuando, y de qué
manera debemos organizar nuestra vida, nuestra familia, nuestras relaciones de
pareja, nuestra vida sexual. Es tan elemental que resulta paradójico que en
pleno siglo XXI haya que poner el énfasis en la defensa de los derechos más
inalienables de la persona humana y tener que hacerlo en una sociedad supuestamente
avanzada y democrática como la nuestra.
Quiero finalizar recordando a un gran mujer, un bellísima
mujer, poseedora de una inteligencia extraordinaria, y de un alma, aun mas
hermosa que su rostro. Primera mujer en obtener el Premio Nobel de Química en
1911en solitario. Se llamaba Marie Curie, esposa del también científico Pierre
Curie, con quien trabajo toda su vida codo a codo y con quien compartió el
Premio Nobel de Física, en 1903. Fueron compañeros de trabajo, pareja, esposos,
amantes, y padres, tuvieron dos hijas. Sus palabras resumen a la perfección
como he entendido desde que era una adolescente lo que significa ser una mujer
libre. El eco de sus palabras se alza hoy mas que nunca sobre el ruido de lo
superfluo, de lo prescindible de lo inservible…sobre los eslóganes de un
feminismo radical, agresivo, triste, previsible y vacío como el cascaron hueco
de lo que hace tiempo dejo de ser un
proyecto vivo de apertura a la sociedad y a la Historia.
“ Nunca he creido que por ser mujer,
deba tener tratos especiales, de creerlo estaría reconociendo que soy inferior
a los hombres, y no soy inferior a ninguno de ellos”
Marie Curie. (1867-1934)