Y en este punto y aparte, ponemos realmente el punto y final al relato de lo que aconteció en los últimos tiempos de la Historia de este Reino. No es fruto de mi deseo, ni caprichosamente es este el final que me hubiera gustado contar en estas páginas porque la parte romántica que vive en mi se duele con la tristeza de su pérdida, con el adiós que algunos, no demasiados, le dieron a la Nación de sus abuelos, a la Historia hermanada y reñida de de sus antepasados. No obstante, de nada serviría mi empecinamiento, y cualquier otro final hubiera sido sumar una traición más la verdad de lo que allí aconteció.
Pero he aprendido que la vida no se detiene, como tampoco la Historia se toma un respiro; incansable sigue el curso que trazan los seres humanos pero no únicamente ellos. El azar, la casualidad, el Destino, e incluso las fuerzas ocultas que se esconden en la psicología más profunda de las personas y de los pueblos, en demasiadas ocasiones han dado al traste con los pronósticos y predicciones más concienzudas sobre su futuro. Así las cosas, cabe plantearse que en las incógnitas que quedan sin despejar en el final de este cuento, se esparcen enigmáticos misterios que dibujan los puntos suspensivos de estas ultimas líneas, como jóvenes ríos de esperanza buscando serpenteantes y desorientados las azules aguas de los océanos interminables donde volver a encontrarse…