sábado, 21 de marzo de 2015

DAME PAN Y LLAMAME TONTO

Mañana se celebran las elecciones autonómicas andaluzas. Menos mal, todo termina llegando y lo que es mejor, pasando. Los ciudadanos tienen la palabra, el voto, y su decisión de optar por una u otra opción política la ejercerán en absoluta libertad. Cabe deducir que de igual modo será su individual y colectiva responsabilidad, también absoluta. Dicho de otro modo, lo que decidan será para su bienestar o para su desgracia, en todo caso, y dicho vulgarmente, es su problema... que los demás tenemos los nuestros, entre otros, me temo, soltar la pasta gansa en aras a eso que llaman la solidaridad interautonómica.

El caso es que con motivo de las elecciones hemos tenido la oportunidad de ver en acción y reacción a los líderes políticos de las distintas formaciones que concurren a los comicios.  Nos han brindado estelares momentos para tomar nota, y con ella, que cada cual haga lo que le parezca conveniente. Como hoy estamos en jornada de reflexión, no quiero yo, apuntar en dirección alguna, por eso, y porque me ha llamado la atención, quiero comentar la marchita que discurre hoy por Madrid, llamada de la dignidad.

 La izquierda todita toda, se da cita a través de la asistencia de mas de 300 organizaciones que vienen a Madrid a poner toda la carne en el asador sacando músculo como antesala a una próxima huelga general que dicen será convocada para el mes de octubre. El lema de la marcha es un clásico, “Pan, trabajo y techo”. Entre los asistentes/convocantes Podemos,  IU, y Bildu. Francamente, me debato entre el bostezo y el vómito.  Los amigos de los terroristas de la ETA, y simpatizantes llegan a las calles de Madrid alzando la voz, y soltando mantras trasnochados y tóxicos. Las mismas calles que chorreaban sangre, no hace tanto, de las víctimas inocentes de las bombas asesinas que pusieron las alimañas  que estos forasteros llaman gudaris.

Estos eslóganes,  parecen sacados del baúl de los recuerdos, a modo de historieta del abuelito Cebolleta, huelen a moho y a tocino rancio, sin embargo, destilan violencia, un odio feroz, un rencor inasumible en una sociedad moderna y de progreso, en la que el pan, el trabajo, y el techo, por poner tres ejemplos que igualmente podrían aplicarse como necesidades básicas a mi perrita Tussi, (sin entendemos por trabajo su función inestimable de hacer mi vida mas feliz), son asunto de cada uno en particular, fruto y consecuencia de su libertad para decidir, de su responsabilidad individual y de su libertad personal; mas que nada, porque los seres humanos no somos perros, aunque algunos estén empeñados en hacernos creer lo contrario. Desgraciadamente la izquierda, la peor izquierda, la mas engañosa, la marxista de buena cepa, la oportunista, se da cita en Madrid, y entre los muy graves problemas que nos aquejan a los españoles, viene reclamando a grito pelado que les alimenten, les calienten y les de cobijo, como si fuéramos pobres bestias de carga, mendicantes de un pesebre y una cuadra.

A estos pastores de ovejas con el corazón emponzoñado, sin embargo, les mola toma el te con la pijeria mas televisiva, en pisos del Barrio Salamanca de Madrid y se pirran por posar en los medios a modo de baronesa subida  al tacón  y con maquillaje de nombre francés y duques de mirada profunda sin monóculo pero con muchísimo morro. Tienen a bien jugar a la juego del monopoly ocupando casitas y chaleses si se tercia, de aquella manera, y se las pintan solos en el birli-birloque del parné. Luego pasa  lo que pasa, y las malas lenguas van y les hacen preguntas en los medios y en los juzgados, indiscretas, indecorosas, impertinente, inapropiadas, inconvenientes, y muy, muy molestosas.

Lo cierto es que hemos recorrido un larguísimo camino para que la libertad real tomara forma en nuestras sociedades occidentales, en las que, cada uno de nosotros, fuéramos capaces de asumir las riendas de nuestra vida, en el seno de un Estado tutelado por la ciudadanía y no al revés. Un estado garante de la igualdad de oportunidades, que nada tiene que ver con la tabla rasa que comparten las ovejas de un rebaño; un Estado obligado cumplir la ley y a hacerla cumplir sin distinciones ni privilegios de clase o de estatus; un Estado que sea un instrumento y no un obstáculo para la innovación, la iniciativa individual, la superación personal, estimulador de la fraternidad y la solidaridad entre personas libres e iguales, donde la corrupción, el fraude,  sean castigados penalmente y donde la inoperancia y la incompetencia, la voluntad, la creatividad, la valía y la honradez coloque a cada uno en el lugar social que se merezca.

Llevamos decenios escuchando vanagloriarse a la Izquierda de su supuesta superioridad moral. Me he preguntado muchísimas veces donde se esconde su moral, para empezar, porque en aquellos lugares del Mundo en general, y en nuestro país en particular, donde los derechos humanos son masacrados de manera implacable solo se escucha su ominoso silencio, cuando no sus voces y sus deleznables actuaciones llamando y ejerciendo la violación de tales derechos.

La solución a los gravísimos problemas que nos aquejan no llegará de la mano de aquellos que han sido sus responsables directos. Aquellos que han generado la enfermedad no pueden ser el remedio. Pero, en ningún caso, pueden serlo aquellos que cuando se dirigen a nosotros nos faltan el respeto a nosotros y a nuestra libertad. Los ciudadanos libres no pedimos pan, ni techo. Exigimos al Estado que sea instrumental y este a nuestro servicio, y que en este contexto, y con este sentido, ponga los medios para que nosotros, y nadie más que nosotros, decidamos que queremos hacer con nuestra vida, en los buenos, en los malos, y en los peores momentos. No tengo la menor duda de que cada uno de nosotros, encontraremos nuestro camino, con nuestro esfuerzo, con nuestra responsabilidad, con nuestra voluntad.

A mi perrita Tussi, sin necesidad de atribuirme ninguna superioridad, ni siquiera moral, me ocupare de procurarle, su pienso y su techo, que es mi propia casa. No necesito que esta Izquierda tediosa y feroz  me baile el agua, ya lo hace Tussi, y me hace muy feliz.