Desde hace unos años,
no demasiados, quizás algo mas de una década, la fiesta de Halloween se ha ido
introduciendo en nuestro entorno hasta convertirse en una celebración muy
popular. Sin prestarle ninguna atención, no he podido por menos de percatarme recientemente
de como Halloween había llegado para quedarse, pasando en muy poco tiempo, de
ser un festejo desconocido y completamente ajeno a nuestra cultura, a formar parte de nuestras
recién estrenadas costumbres. De la mano de los medios de comunicación y de
intereses económicos, siempre atentos a las evoluciones sociales susceptibles
de ser explorados con animo de ganancia, cuando no convertidos ellos mismos en
creadores/productores directos de pautas
de comportamiento social, los jóvenes y
los niños, se aventuran divertidos hacia los tenebrosos continentes del ocultismo, de
lo desconocido, del misterio, en un juego inocente en el que el mal es de
mentirijillas, las heridas sangrantes no son otra cosa que expresiones del
maquillaje, los asesinos no dan miedo, y la muerte pareciera ser una mujer oculta bajo una capucha negra y sin rostro, que armada de una guadaña de plástico, seguramente fabricada en la China capuchina, da sustos
de chirigota a incautos sumidos en la carcajada.
En estos días, se han vendido ingentes cantidades de
disfraces terroríficos. La chavaleria se ha convertido en brujas, magos, zombis, muertos vivientes, esqueletos, … sofisticados cosméticos para niños, les transforman en
ojerosos cadáveres, animas y fantasmas. Se muestran con simuladas heridas lacerantes, bocas putrefactas, como calaveras humanas de
sonrisa aterradora y amenazante. Una calabaza agujereada con ojos y boca retorcida para dotarla de
expresión humanoide y horrible,
preside el festejo.
Antes decía que esta es una tradición completamente ajena a
nuestra cultura. No es mi interés referirme a sus oigenes. Hay abundantisima
información en Internet y todo el mundo sabe que Google esta dispuesto a
encontrar en escasos segundos todo aquello que pueda interesarnos sobre
Halloween.
Baste ahora decir que la noche de Halloween significa "All hallow's eve", palabra que
proviene del inglés antiguo, y que significa "víspera de todos los
santos", ya que se refiere a la noche del 31 de octubre, víspera de la Fiesta de Todos los Santos.
Sin embargo, ha ido asentándose y desplazando su naturaleza, el sentido pagano
que esta en el origen de esta celebración que se encuentra en el Samhain o Samagín. Se trata de una conmemoración celta milenaria
en la que los druidas de la antigua Britania pedían por las almas de los fallecidos al dios de la
muerte; se encendían gigantescas fogatas para ahuyentar a los espíritus
malvados y, además, se llevaban a cabo sacrificios humanos para
ver el futuro. La barbaridad a la que llegó fue tal que, cuando los romanos
arribaron a las islas, prohibieron parte de
las actividades.
Por otro lado, la leyenda cuenta que las brujas se reunían
el 31 de octubre a la llamada de Satán que realizaba su convocatoria, y ellas acudían,
para compartir hechizos y sabiduría negra, en aquellas fiestas macabras
llamadas akelarres. Hoy en dia la noche de Halloween es reconocida por todos
los satanistas, ocultistas, y doradores del diablo como víspera del año nuevo
de la brujería. Para muchos es la noche en que los poderes satánicos y de
brujería están en su nivel de desarrollo mas alto. La noche de Hallowen es conocida como la
noche de las brujas.
Los elementos conceptuales que componen la fiesta son
herederos de una tradición pagana, pre-cristiana, y muy lejos de nuestra propia
tradición.
No tengo un especial interés en juzgar los modos que la
gente elige para divertirse, siempre que esta forma no se convierta en un
atentado contra la libertad y la seguridad de las personas. Tampoco me incumbe
cual es el criterio con el que los padres educan a sus hijos, ni los valores que
les inculquen desde su infancia. Allá cada cual con su responsabilidad,
personal y familiar. Si quiero decir, sin embargo, haciendo uso de la libertad que
reconozco para los otros, que me llama extraordinariamente la atención que en
un tiempo como en el que vivimos, de increencia, de ateismo en su máximo
esplendor, de anticristianismo rampante, en el que todos los días la fe de los
cristianos, católicos o no, se ve ridiculizada, menospreciada y atacada de uno
u otro modo, expresamente marginada, que en esta sociedad laica, que se debate
fundamentalmente entre el ateismo o en el agnosticismo de facto, se viva con
intensidad, aunque sea bajo las formas y maneras de la broma y el divertimento,
una fiesta que tanto tiene que ver con el mundo del mas allá, de lo oculto, de
lo misterioso, pero sobre todo con la exaltación del mal, de la muerte. Un festejo popular que refleja una
eternidad sufriente, eternamente doliente para las almas, convertidas en
fantasmas angustiados y perdidos. Se dan
cita, en mi opinión en Halloween, lo feo y lo triste, una cultura de violencia
y de miedo, para finalizar en un desfile autocomplaciente e infantiloide, en el
que los participantes juegan a dar miedo con gestos absurdos, sin darse cuenta de
que, el mas allá para las almas errantes, solas y tristes, vagando por una
eternidad mecida por las fuerzas del mal, únicamente podrían dar pena.
La tradición cristiana, cada vez menos la nuestra, y de la que
yo si me reconozco formar parte, ofrece en mi opinión una alternativa mucho mas
hermosa, esperanzadora y limpia. El cristianismo ofrece otras opciones de
celebración para el dia de los difuntos y de todos los Santos. Una celebración
en la que esta presente recuerdo de los seres queridos que descansan en una paz
celestial como destino del final de su vida; en la invocaciòn de las personas
buenas y santas, que pasaron por nuestro mundo, y que ahora protegen nuestra
existencia, por cuya intercesión podemos alcanzar la comunicación con un Dios,
padre/madre bueno, origen y destino de toda la verdad, la belleza y la bondad.
El cristianismo concibe una eternidad de luz, que no de tinieblas, una vida
sobrenatural para nosotros, compartida con angeles que no con demonios, una
humanidad de vida llamada a la santidad no a la brujería.
Si, hay otra alternativa a Halloween, pero no es políticamente correcta, ni se compra o vende en grandes centros comerciales o en las tiendas de chinos. Es una alternativa que consuela y calma el dolor de la
herida abierta por la ausencia de aquellos que amamos y nos dejaron, cumplida su mision
en este mundo, para cruzar el umbral de
la otra vida; heridas que no son cosmeticas, ni impostadas y que no mueven a la
risa, a la burla o al ridiculo. La tradición cristiana, nos recuerda los
nombres de hombres, mujeres y de niños, tambien de niños, cuyas vidas santas
iluminan nuestro camino, y nos protegen de los hombres malos de la guadaña, de
los duendes maleficos, de los asesinos encapuchados que Halloween saca a pasear
todos los dia 31 de octubre, en un desfile patético y grotesco donde el mal se
ve reflejado en sus mas horrendos rostros.
Estoy completamente segura, llegado este punto y aparte, que
alguien podra tachar quizá de radical o una exageración mi parecer aquí expuesto.
Sin duda alguna que tendrá sus razones, y una de ellas, pudiera basarse en la
banalizacion de las intenciones y la inocencia manifestada en esta
fiesta, argumentando que Hallowen es tan solo, una manera, una mas, de exteriorizar
con un talante libre y de moderna actualidad, las ganas de divertirse perfectamente licitas
y saludables. Alguien podría añadir que mi argumentación, se basa también, en creencias,
tan inofensivas, y por otra parte tan irreales como las celebradas en la noche
de las brujas, porque al fin y al cabo, desde la increencia no existen los
demonios ni los Ángeles, ni las brujas ni los santos, ni Satán ni Dios.
Sin embargo, inevitablemente, cuando nos referimos al mas allá, nos adentramos en el ámbito de las creencias, y de eso,
precisamente de eso va Hallowen, de la vida después de la muerte. Puestos a
elegir, algunas personas, yo entre ellas, eligen la luz y no la oscuridad,
la libertad del alma y no su esclavitud; eligen la alegría y no el dolor, la paz y no el sufrimiento; eligen el renacer celestial y no una eternidad sumida en el vacío
de no ser nunca jamás.
Halloween, se quiera o no, se adentra de lleno, en la dimensión
espiritual humana, la del mal… Existe otra opción detrás de esa puerta, la
espiritualidad del bien y de la esperanza.
Porque soy cristiana, yo no celebro Halloweeen.