lunes, 26 de marzo de 2018

GOLPES DE ESTADO … NI DEL UNIFORME, NI DE LAS CORBATAS, NI DEL CARMIN, NI DE LAS RASTAS..




Un juez ha hablado. La ley sigue su curso y los delincuentes recorren el único camino posible en un Estado de Derecho, el indicado por poder judicial, único legitimado para emitir sentencia.

Los políticos catalanes, con responsabilidad ejecutiva y legislativa, tienen tomada desde hace muchísimo tiempo la decisión de situarse no solo al margen de la ley sino en abierta confrontación con ella.  Hemos visto, como día a día, paso a paso, han ejercicio sus funciones con la determinación de amputar a Cataluña del resto de España. El golpe a la nación española, a la Constitución de todos, se puso en marcha hace muchos años, demasiados años.

El juez Llarena,  ha tenido el coraje de aplicar la ley y de llamar a las cosas por su nombre. La calificación que ha hecho después de valorar jurídicamente y en profundidad los hechos acaecidos en Cataluña, es gravísima: rebelión, malversación de caudales públicos… Los delincuentes, en este caso, lo son de cuello blanco, lo que no puede hacernos perder de vista que el inocente lo es no por aparentarlo, sino por serlo, y el delito responde no a la presunción sino a la prueba. Los políticos catalanes delincuentes, así calificados por la Justicia, simulan ser gente de bien. Hablan con engolamiento, y utilizan un lenguaje formalmente correcto. Todos ellos se desenvuelven con soltura ante los medios de comunicación y las  palabras Democracia, diálogo, derechos y libertades están presentes en todas y cada uno de sus intervenciones públicas. No dudo de que en su vida privada sean buenos padres, amigos, o amantes, sean de comunión diaria, o amantes de los perros, o se desvivan por la capa de ozono.  Pero esas virtudes loables sin duda en el ámbito de lo  personal, son del todo irrelevantes en el contexto en el que se ha desarrollado su actividad delictiva y por la que han sido llevados ante los Tribunales.

Asistimos desde hace años al permanente e insufrible victimismo de una clase política catalana, la nacionalista/independentista, acostumbrada a manejar el cotarro, no solo económico,  dentro de Cataluña y fuera de ella. El nacionalismo catalán ha utilizado como eje fundamental de su desempeño político, el control, la presión y el chantaje a todos y cada uno de los gobiernos centrales de desde que se aprobó la Constitución del 78. Vestidos de limpio, y desde sus gafas fashion, los independentistas catalanes han perpetrado desde el minuto cero, la mayor y más notoria estafa democrática que probablemente se haya vivido en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, en la medida que ha utilizado los resortes democráticos de nuestro sistema político, para atentar con él. Se ha servido de los instrumentos autogobierno emanados de la Constitución para destruir, precisamente el marco legal que les procura y garantiza su existencia.

Cada competencia transferida desde el Estado, el independentismo la ha transformado en un instrumento de agresión a la Nación española. Cada euro destinado a Cataluña, se ha traducido en una inversión que pudiera materializar la división entre los propios catalanes y de éstos con el resto de sus compatriotas españoles. Un ejemplo paradigmático de ello lo encontramos en el uso dictatorial que se ha hecho de la cooficialidad de la lengua catalana con el Español en esta comunidad autónoma. Especialmente lacerante ha sido la intervención del independentismo en la educación, en la escuela.  En la actualidad, se podría hablar con toda justeza de segregación de los niños castellano-parlantes en el sistema educativo catalán, obligados sin miramiento, implacablemente, a desarrollar su proceso de aprendizaje en una lengua ajena a la de su familia, convirtiéndoles, de hecho en “alumnos de segunda” y poniendo a sus padres en una situación límite de marginalidad. Ahí quedan, las denuncias caídas en saco roto, de las familias que han sido incapaces de encontrar un centro en el que sus niños puedan ser escolarizados en Castellano o en Castellano y Catalán, en ambas lenguas en igualdad de condiciones. La cultura, los medios de comunicación, el mundo empresarial, todo el entramado socio-económico ha ido siendo permeado de una catalanidad excluyente, xenofóbica y supremacista a lo largo de décadas.

Se ha utilizado en Cataluña, todos y cada uno de los resortes que el poder proporciona, para ejercer el autoritarismo, incrementando la presión y la coacción, al modo de mafias fascistas, y trasladando a la sociedad en su conjunto, que ser catalán es ser independentista, y que no ser independentista es, ser menos que nada; únicamente personas insignificantes, inferiores, con acentos “pintorescos”, son “españolistas”. Ser español en Cataluña es cada día más difícil, salvo que sea un español ciego, sordo y mudo en su ámbito social. Ser español en Cataluña, en definitiva,  significa estar condenado a no poder expresarse, vivir, y disfrutar de su libertad, en su propio país.

Décadas de cuidada ingeniería social en esta Comunidad Autónoma han dado sus frutos. Dos o tres generaciones, al menos, han sido educados, formados y aleccionados debidamente en el desprecio a España,  en el odio a lo español. La última idea fuerza difundida por el independentismo ha sido el miserable slogan que no se les cae de la boca, de “España nos roba”, en una acusación que en absoluto responde a la realidad, pero que sin embargo, ha servido para seguir atizando el victimismo y el rechazo al resto de los españoles. Les han contado a los jóvenes catalanes, que ellos, los del terruño, son distintos a nosotros, porque en definitiva son mejores; que los necesitamos para que nos sigan soltando los mendrugos que sacian nuestra necesidad de muertos de hambre. El prejuicio contra España y lo español, impregna la catalanidad. La Constitución, el Jefe del Estado, el himno nacional, la bandera de nuestro país, todos nuestros símbolos hace años que son vejados, insultados y sometidos a todo tiempo de escarnios públicamente.  Ser catalán y español es, a día de hoy y desde hace años, una heroicidad.

Los últimos acontecimientos en Cataluña parece que han supuesto un punto de inflexión. Los políticos independentistas, con la antigua CIU la cabeza, pringados de corrupción hasta el tuétano, se lo han querido jugar todo a una carta, la del referendum y la subsecuente ruptura con España.  En mi opinión, han elegido el momento en el que la organización de asesinos terroristas vascos, ETA, parece aletargada no se si por un coma profundo, o porque se hace la dormida.  El independentismo catalán ha pensando que se acercaba su momento estelar. Un gobierno nacional dirigido por un presidente acosado por los casos de corrupción y con una clara precariedad parlamentaria, hacia que la ocasión la pintaran calva. El resultado es el de todos conocido. Un golpe de estado en toda regla, con la celebración de un referendum patéticamente fraudulento y antidemocrático, en el fondo y en las formas, y una declaración unilateral de independencia proclamada desde la propia institución del parlamento autonómico.

Su cálculo, en mi opinión, en principio no tenía porque se ser del todo malo. Yo creo que si finalmente ha descarrilado su propósito, ha sido, por factores que desde su estulticia no habían  tenido en consideración. En primer lugar por la actuación de D. Felipe VI, Jefe del Estado, que felizmente, parece tener más de su apellido Grecia que de Borbon. El discurso del Rey  a la Nación Española, y a los catalanes por ende, dejó muy claro, que en absoluto la Corona tenía intención alguna de hacer dejación de las funciones que la Constitución le reconoce y las obligaciones que de ello se derivan. La  primera y principal de ellas, actuar como símbolo de la unidad de España y su permanencia. La respuesta de la ciudadanía nacional, y de los catalanes fue inmediata. Centenares de miles de catalanes ocuparon las calles con la bandera nacional en una mano y la bandera autonómica en la otra, para reivindicar pleno pulmón su españolidad. En solidaridad con los compatriotas de Cataluña, las ciudades y pueblos de España, se llenaron de ventanas con la bandera de nuestro país, y aún, después de meses permanecen en muchas de ellas. Los ciudadanos y el Rey de España le han plantado cara al desafío totalitario soberanista forzando al Gobierno a activar el art. 155.

Sinceramente creo que el independentismo ensoberbecido y borracho de poder, no contaba con estos dos factores que en mi opinión han sido fundamentales y con un tercer actor entrando a escena, absolutamente imprevisto.  Un pequeño partido, VOX sin representación parlamentaria, y con grandísimas dosis de intrepidez y de arrojo, se ha personado como acusación particular en la causa jurídica seguida contra los golpistas y ha llevado adelante sin estructura, sin apoyos, y en el mas vergonzoso silencio mediático, una hazaña épica de carácter legal de la que estoy convencida se hablará y mucho, en los libros de Historia y en las Facultades de Derecho. En engranaje judicial se ha puesto en marcha y los jueces hacen su trabajo con el resultado de todos conocido. Los máximos representantes políticos del independentismo con responsabilidades parlamentarias y ejecutivas, duermen hoy en prisión, acusados de los mas importantes delitos que un político puede cometer en una país democrático: atentar contra la Nación, en su pervivencia, y en su integridad, socavar el orden constitucional y democrático, patrimonio de todos los españoles, subvertir el estatuto de autonomía catalán ignorando a la mayoría de los ciudadanos catalanes convertidos en disidentes,  y destinar los caudales públicos de sus ciudadanos, para un uso, no solo ilegitimo, sino delictivo.

Como hace un maravilloso mal tiempo primaveral,  el aperitivo nos lo hemos tomado en casa a cubierto, lo que me ha permitido darle un vistazo a la Tv, que he sintonizado en la cadena propiedad de un multimillonario empresario que para no variar, se autoproclama de izquierdas, y que para no perder la costumbre es ampliamente beneficiado por los gobiernos pusilánimes de centro-derecha. Las escenas parecían desarrollarse en el programa de “supervivientes”. Los políticos independentistas, se derretían en lágrimas, abrazos, emoción contenida, victimismo a raudales, en alusión y recuerdo de  los delicuentes golpistas en prisión.

Solo faltaría que  debamos atenernos al relato de los hechos que al independentismo le interesa difundir. No. Las cosas ni son, ni han sucedido como pretenden hacernos creer, por más lágrimas de cocodrilo que corran por sus mejillas. Es fundamental no jugar con las cartas marcadas que nos proponen, ni al juego que políticamente les interesa que no es otro, que presentar a los responsables del golpe de estado como seres arcangélicos de impoluta virtud. Ese por ello que me parecería interesante, si tenemos algún interés en este asunto,  acudir a la fuente y darle una lectura rápida al auto condenatorio del Juez Llarena, así podremos entender con bastante facilidad, (solo hace falta un cuarto de hora y saber leer) que ellos y ellas, además de ser lo que en su vida privada sean, cosa que considero importa cero salvo a sus amigos y familiares, lo que verdaderamente constituyen son elementos indispensables de un perfecto engranaje criminal, cuyos comportamientos, actuaciones, y objetivos,  en el ejercicio de sus responsabilidades políticas (que son las únicas que aqui se juzgan y que aquí interesan) son en si mismos delictivos y estaban, además encaminados a las consecución de fines ilegítimos e ilegales.

No se les juzga por ser independentistas, sino por ser golpistas. No se le les juzga por hacer una consulta a la ciudadanía, sino por realizar un referendum ilegal. Se les juzga, no porque en España no exista libertad, o porque no se respeten sus derechos politicos o ciudadanos, sino porque ellos, y ellas, constituyen un entramado de poder contra la libertad, y la democracia en nuestro país. Es fundamental que entendamos que mas allá de las personas, de sus creencias, su ideología o de su estilo de vida, su apariencia o cualquier otra consideración, en España rigen los principios de un Estado de Derecho, lo que supone que nuestra vida individual y colectiva, nuestros derechos personales y políticos, están amparados, protegidos y garantizados,  por nuestra Constitución intachablemente democrática, y por el marco legal de nuestro país,  y que nadie, en ningún caso y por ninguna circunstancia de oportunidad esta al margen del cumplimiento de ordenamiento jurídico.

España debería, de una vez por otras, emprender el camino de la mayoría de edad. Hace 70 años que murió el General Franco, y todavía seguimos con las mandangas infantiloides y ridículas, de ver quien gana a ser “menos” franquista. A veces parecemos actorcillos histriónicos de  una especie de comedia bufa con la que únicamente dan ganas de llorar. A ver si nos quitamos el pelo de la dehesa, de una maldita vez, y nos decidimos a ser lo que somos. Hace 70 años que en España da vergüenza ajena decir que eres español y a fuerza de humillar la cabeza cobardeando los gobiernos nacionales y de poner el cazo os gobiernos autonómicos, hemos abonado el terreno para que la Nación se vea sometida a tensiones y conflictos de muy difícil solución a dia hoy.

Los prohombres de nuestra reciente historia, Felipe Gonzalez, Jose María Aznar, Jose Luis Rodriguez Z., y el aun presidente Mariano Rajoy, tienen una inmensa responsabilidad en lo que hoy sucede en Cataluña. Sus figuras políticas, con el paso del tiempo, se vuelven raquíticas, insignificantes, y apestan a deslealtad. Ninguno de ellos quiso o supo, que no se que es peor, poner en valor, por encima de sus intereses de poder, la Unidad de nuestra nación desde la defensa de sus enriquecedoras peculiaridades. El servilismo pusilánime que han manifestado alimentando las fuerzas independentistas nos ha traído hasta aquí, que no es otro lugar que la zona de conflicto, de confrontación, generadora de sufrimiento, de inestabilidad económica, de agravios y de rencores, de fragmentación de la sociedad.

La España transversal, silenciosa, el Rey, la Justicia y un pequeño partido como VOX han dignificado este tristísimo y lamentable momento de nuestra historia, con independencia de lo que el futuro nos depare. De fondo escuchamos el siseo de la serpiente en la voz del terrorista vasco Otegui, en primera línea de la politica vasca, llamando a la acción al PNV, que no es harina de otro costal, sino que comparten el mismo saco. Los independentistas vascos, ahora, parecieran estar todavía en la fase previa de la maximización del beneficio. El Estado esta débil y el momento le es propicio para seguir exprimiendo al gobierno de Rajoy. Veremos si el PNV es capaz de capear la urgencia y los apremios de los sectores independentistas  más cómodos con la extorsión y acostumbrados al tiro en la nuca. En mi opinión,  aun les quedan nueces que recoger antes de mover ficha,  si no que le pregunten a los dirigentes peneuvistas. Ellos de fijo que han hecho el calculo.

Por ahora, todo parece indicar que el órdago a España lanzado por el independentismo no va a salir gratis. Millones de David, pequeños y silenciosos, mantienen la esperanza  y el coraje, dispuestos a enfrentarse al todo poderoso Goliat.