lunes, 25 de junio de 2018

JUSTICIA Y MANADAS, PIARAS Y REBAÑOS


La manada está en la calle. Seis mil euros por cabeza tienen la culpa. Seis mil euros y una decisión judicial polémica. La calle está que arde no solo por el calor que ya aprieta en Junio, sino porque los ánimos soliviantados se trasladan a las aceras y la plazas, y ya se sabe lo que se caldea la muchedumbre especialmente en las manifas y en los estadios de fútbol.

No vale la pena volver sobre la descripción de los hechos por los que este grupo de cinco personajes indeseables ha sido llevado a los tribunales, al menos para  mi, que me he leído, pacientemente, las declaraciones en el juicio de cada uno de ellos y las de la joven mujer con la que mantuvieron relaciones sexuales no consentidas según se desprende de la inicial sentencia judicial, y por la que han sido condenados a nueve años de prisión. A los miembros de la manada les conocemos por arriba, por abajo y por medio… Sabemos como hablan, como es su mirada, sabemos que hacen con su vida y que no hacen, con quien viven, en donde. Sabemos de estos hombres en que trabajan o si estan en paro, como se buscan la vida. Sabemos que son andaluces y pobres. La manada al completo esta al descubierto. Desnuda, en pelota picada conocemos a este grupo de tiazos, acusados y condenados por un grave delito contra la libertad sexual.

Podría ponerle morbo al asunto, y reproducir meticulosamente los escabrosos detalles de los comportamientos sexuales, por llamarlos de alguna manera, que tuvieron lugar durante 10 o 15 minutos en el reducido cubículo de un portal, convertido en un paréntesis de la juerga macarra y alcohólica de los Sanfermines. No tengo el menor interés en la descripción de escenas pornoguarras, ni consentidas ni sin consentir. Si  me parece sin embargo de interés, una reflexión sobre lo que este juicio ha desencadenado.

Los hechos parecen resumirse en la acusación por parte de una mujer joven de haber sido victima de una gravísima agresión sexual, de una violación grupal por parte de los miembros de la manada, y las defensa de estas personas, que argumentan con todo lujo de detalles, que la relaciones fueron consentidas, que el sexo practicado con la mujer fue voluntario por su parte, y que en ningún momento tuvieron conciencia sus defendidos de que aquella persona participara de los actos sexuales contra su voluntad porque ésta en ningún momento así se lo hizo saber ni verbalmente, ni con gestos, ni de ningún otro modo a los agresores.

Como en todos los procedimientos judiciales la valoración de las pruebas se llevó acabo por un tribunal, y con todas las garantías para las partes en litigio. A día de hoy las personas ya juzgadas y condenadas, están a la espera de la sentencia firme, y valorados todos los extremos, los jueces ha decretado la libertad provisional de los ya condenados con la correspondiente fianza, y las condiciones de seguridad que se corresponden con las características y la naturaleza del delito.

Este es en  mi opinión un procedimiento absolutamente normal y los hechos que se juzgan deleznables, como es lo habitual que suceda cuando de lo que hablamos no es de otra cosa que de comportamientos delincuenciales. Lo novedoso en este caso es la enorme repercusión que este delito en particular, su enjuiciamiento y la sentencia ha tenido en la opinión pública.
Un sector de la población, muy amplio, mujeres y hombres jóvenes y no tan jóvenes gritan en la calle a pleno pulmón, “nosotros si te creemos” o “no es abuso, es violación”. Lo que vulgarmente se denomina como “la calle” esta que trina, y acusan a los jueces, y la Justicia de no apoyar a las mujeres en su lucha contra una sociedad machista, o incluso, de aplicar  la ley desde una, dicen, perspectiva masculina, y por tanto, deslegitimada si no es para dictar una sentencia de su gusto o desde sus convicciones mas o menos feministas.

Yo personalmente, después de haber leído como decía anteriormente, todo lo que me ha caído en las  manos sobre este tema, tengo mi propia opinión, como todo el mundo, pero que no viene al caso para lo que ahora me interesa exponer. Si quiero manifestar que esta opinión, la mía, no es la primera ni seguramente sera la última que ha valorado decisiones judiciales.

Lo que hoy me interesa subrayar no es la actitud proactiva, de denuncia, apasionada y vitalista de las manifestaciones callejeras de miles de mujeres y hombres, de jóvenes y adolescentes, de sindicatos, asociaciones feministas de toda categoría, medios de comunicación y la practica totalidad de los partidos políticos sino el clamoroso silencio, la calculada indiferencia, el ostentoso desprecio, la gélida insensibilidad de estas muchedumbres airadas en relación con otras sentencias judiciales, en mi opinión,  de enorme trascendencia.

Me viene a la memoria, la sentencia que puso punto y final, al juicio de los atentados del 11 M. La naturaleza de los delitos no admiten comparación, ni por su gravedad ni por su trascendencia social e incluso histórica. Algunos de los famliares de sus 193 asesinados y sus centenares de heridos,  siguen todavía hoy preguntándose por que y quienes asesinaron a su hijos, sus novias, sus padres, sus amigos, o sus hermanos. Su pregunta no nace de una macabra fantasía conspiranoica. No. Emerge de las dudas que concita el procedimiento seguido, los métodos y tratamiento de los hechos en la investigación policial, en el procedimiento de instrucción y finalmente, en la propia sentencia, que pego cerrojazo a la sanguinaria masacre de ciudadanos inocentes acuñando un termino en mi opinión vergonzoso : “la verdad judicial”. Como si fuera posible, y sobre todo admisible, juzgar los hechos criminales renunciando a encontrar la verdad en sentido estricto y rebajando la actuación de la Justicia a los elementos que nos vienen según y como, más a mano,  priorizando el sentido (peligrosísimo) de la oportunidad en la aplicación de la Ley, dando lugar a una de las mas temibles enfermedades de la democracia, la inseguridad jurídica de los ciudadanos.

La sentencia de los atentados del 11 de marzo  se acogió con un silencio reverencial, por no ponerle otro adjetivo menos considerado. La supuesta verdad judicial entro en el proceso de digestión nacional, y la rueda de molino paso por el gaznate de los españoles sin el menor pestañeo.

A lo largo de estos útimos años hemos tenido sentencias judiciales que a mi me han generado verdadero desasosiego como el caso  atroz de pederastia que se conoció como Nanysex,  en el que las victimas de brutales agresiones sexuales eran niños muy pequeños e incluso bebes. El abusador y sus pervertidos colegas criminales, fueron juzgados y condenados por delitos de abuso sexual y no por violación, al no considerarse insuficiente la violencia infringida a los niños o como suficientemente probada. Los detalles que se filtraron a la prensa de este caso en 2009 son terroríficos.

La desprotección de los menores frente  los pederastas debería hacernos reflexionar profundamente. Los niños no pueden denunciar a sus agresores, tienen voz pero no saben hablar, sufren intensamente pero ni siquiera lo saben. La repercusión social, también en este caso, fue ninguna. Ni hombres ni mujeres, ni jóvenes ni viejos, salieron a la calle para pedir un cambio de calificación en el delito por parte los jueces. Eran  solo eran niños y su tragedia no formo parte de los asuntos de interés mediático.

En el año 2013 el Tibunal de Derechos Humanos de Estrasgurgo, derogo la llamada doctrina Parot, estimando el recurso de la terrorista etarra Ines del Rio. Esta asesina participó entre  otros crímenes atroces, en el atentado de la Republica Dominicana en la que murieron doce jóvenes guardia civiles. La interpretación jurídica del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, enmendó la plana a la Audiencia Nacional. España acepto y acato la reprimenda, sin rechistar ni decir esta boca es mía pese a que no era vinculante para nuestro pais, como no lo son sus sentencias para ningun otro pais de la UE. La consecuencia inmediata fue la aplicación de la sentencia de Tribunal de Estrasburgo. Junto con 60 criminales de ETA con docenas de asesinatos a sus espaldas que fueron liberados sin cumplir sus condenas salieron de las cárceles españolas depredadores sexuales, violadores condenados por gravísimos delitos incluso condenados ademas por asesinato de mujeres. Entre ellos fue liberado Ricart, condenado por los asesinatos de las niñas de Alcasser.

Tampoco en esta ocasión voy a valorar la decisión de acatamiento en este caso por el Gobierno de España.  Si quiero recordar que nadie, salvo muy escasos medios de comunicación, en el ámbito de la política, de las estructuras mediáticas, ninguno de aquellos que ahora claman por la sentencia de la manada, ninguno de ellos tuvo ni siquiera palabras de consuelo o empatíaa con los centenares de victimas sometidas a la humillación y al inconmensurable sufrimiento de ver a sus agresores en libertad sin cumplir las penas que les fueron impuestas. El silencio mediático y social fue la respuesta a esta toma de decisión de los jueces, en este caso europeos.

En marzo de este mismo año, conocimos la detención de diez hombres jóvenes argelinos acusados de agredir sexualmente a tres menores que se habían fugado de un centro de menores. Una de las niñas tiene 14 años y fue sometida a secuestro y abusos sexuales de manera continuada durante más de 24 horas según información de la policía. De esta banda organizada de delincuentes y depredadores sexuales no sabemos prácticamente nada. La identidad de estos extranjeros inmigrantes abusadores y violadores no ha sido del interés de los medios de comunicación. Las adolescentes abusadas, vejadas y humilladas son chicas asociales, marginales, pobres, habían  huido de un centro de menores. Eran carne de cañón, carne al peso, a granel, carne de cuarto y mitad. Su libertad sexual su dignidad pareciera darse por  amortizada. Ni una palabra sobre sus agresores ni una mención a las menores casi niñas victimas.

No sigo. Son incontables los casos de niños, adolescentes, mujeres, e incluso hombres, que son victimas del poder, la perversión, la agresividad y la violencia de otros seres humanos, pero solo algunos de ellos son del interés de los medios de comunicación, de los partidos políticos, de las asociaciones y organizaciones sociales. Solo algunas mujeres son importantes para los grupos feministas. Otras mujeres, como las 60 mujeres asesinadas por ETA, alguna de ellas con un bebe en su vientre, son ignoradas. Como la novia del Guardia civil de Alsasua agredida y aterrorizada, mientras machaban a su pareja en el suelo los gudaris guardianes de las esencias euskaldunas, que tampoco parece tener suficiente calidad de mujer a ojos de esas otras mujeres para las que es invisible, cuando no culpable de sentarse en un bar con su novio en territorio comanche. Como Sandrita Palo, violada, quemada viva, y atropellada, por cuatro jóvenes, el mayor de 18 años. La lucha de su madre por la modificación de la ley del menor para proteger, precisamente a los menores, se agotó en el tiempo, y hoy, duerme en el silencio del olvido. Sandra Palo, adolescente con una ligera discapacidad intelectual fue arrancada de la vida de una forma terrible. A las pruebas me remito para valorar la implicación de la ciudadanía en su defensa, y en defensa de los niños y niñas que desde entonces han sido victimas de abusos, ataques, violaciones y agresiones por parte de otros menores capaces de la quinta esencia de la crueldad propia de adultos.

Las manadas recorren la noche, las disco, empapadas en alcohol y disueltas en coca. Están ahí, buscando, husmeando en el aire la próxima oportunidad de sexo guarro de medio pelo. Porno ensayado detrás de los rincones meados por los perros. Borrachos de vanidad resultan patéticos arrastrando su primitivismo genital por las calles hasta encontrar un hueco, cualquier agujero en el que enterrar sus babeantes fauces. Manadas. Sin embargo, no se les juzga aquí, y ahora, por ser lo que son, para que poner adjetivos a aquello que por si solo se define. El tribunal no valora lo que son, sino lo que hacen, y lo que han hecho se castiga con una determinada condena: a nueve años de cárcel, en primera instancia, con la posibilidad de recurrir de todas las partes a una instancia superior si se discrepa de la sentencia impuesta.
 
La manada no puede pagar por los delitos que no les son propios, ni puede imputarse a estos hombres el machismo que tinta la historia de tragedias que se derraman con nombre de mujer. La ira contra la injusticia que se comete contra personas por ser mujeres no puede incrementar pena a la pena impuesta. Se supone que la manada son ellos … o no?

Amparadas en reivindicaciones feministas, he visto en los ultimo años, mujeres asaltando templos católicos, insultando a sus compañeros de universidad cuando estaban en momentos de oración, que han sido aupadas de la mano de la izquierda comunista a puestos de poder municipal, seguramente como premio a su comportamiento “machorro” y chulesco contra los sentimientos y creencias religiosas de sus compañeros y compañeras.  He visto, mujeres que supuestamente defendían derechos desnudándose y mostrando conductas agresivas, insultando y coaccionando en la calle a los ciudadanos y ciudadanas con el ánimo de vejarlos o amenazarlos si no compartían, por ejemplo, su opinión sobre el aborto de niños no nacidos.

Desde el primer día en que los hombres de la manada han sido juzgados y condenados por abuso sexual, son acosados, insultados, perseguidos por cámaras de tv, medios de comunicación,  que durante centenares de horas, miles de minutos todos los días a todas las horas exhiben los cuerpos, los rostros de los condenados. La manada pareciera rodeada de un venenoso e irracional avispero.

Las formaciones políticas a unísono se muestran escandalizadas por la sentencia y, ahora, por la libertad provisional hasta el inmediato juicio de recurso de los condenados. Con una cara dura propia del personaje, el señor Iglesias que fantaseaba con azotar hasta que sangrase a una conocida periodista, esta muy, muy, pero que muy enojado con lo que los jueces han venido opinando hasta la fecha en este asunto. Se le une en esta critica a la judicatura, “El Gordo” así llamado en el argot de la ETA, al rebautizado por el ex presidente socialista Rodriguez Z, como el hombre de paz, Otegui. Hace falta un estomago de hierro fundido para no vomitar … Este personaje siniestro colaborador una autentica manada de centenares de criminales,  babeante de sangre de hombres, de mujeres y niños durante décadas tiene la osada desvenguenza de opinar de una sentencia y un procedimiento judicial impecablemente legítimos y legales. El Gordo, acostumbrado a dirimir las discrepancias con sus semejantes golpeando con el terror, en connivencia con verdaderas fieras asesinas, tocadas con chapela.

En este tiempo miles de personas se han lanzado a la calle. Mujeres en su mayoría protestan airadamente por una sentencia que consideran injusta. Es perfectamente comprensible y forma parte de las reglas de juego democrático en libertad, manifestar nuestras diferencias de parecer con el ejercicio del poder o con  una sentencia judicial. A mi, no me preocupan las protestas, al contrario, me parece que pueden ser la muestra del empuje social de una  ciudadanía sana en una democracia viva. Sin embargo no es eso lo que yo veo.

Los jueces que han dictado sentencia han sido objeto de amenazas por las masas, se han publicado sus nombres y sus imágenes. Son insultados y vilipendiados todos los días, y se ha tenido que recurrir a la protección de escoltas para garantizar su seguridad.
En la calle se profieren por la muchedumbre gritos de linchamiento, que recuerdan la persecución de los reos de la inquisición con el sanbenito a la espalda camino de  la hoguera.

Los condenados están siendo objeto de amedrentamiento en sus casas, en la calle. Sus familias son perseguidas por los medios de comunicación, sus amigos, sus vecinos son acribillados a preguntas en cualquier lugar de sus barrios; son  personas humildes, que ven invadida su intimidad de manera inmisericorde.

Me preocupa que nuestra sociedad tan  indiferente, tan cruelmente impasible con delitos terribles, infinidad de ellos mas terribles que los que ahora se enjuician, tenga tan diferente vara de medir. Porque si, los abusos sexuales sobre una mujer es un crimen  horrendo, pero incluso en el mundo de los horrores hay una gradación, y en este recorrido de la violencia y la crueldad humana, nos encontramos con agresiones contra los niños indefensos,  pederastas abusadores de menores, incluso bebes; asesinato de mujeres a manos de sus parejas, violaciones de hombres homosexuales o mujeres violadas antes de ser masacradas, esclavismo y violación en la prostitución, asesinos terroristas que dejan en la calle cuerpos destrozados, miembros amputados, niños huérfanos para siempre, dolor, sufrimiento y mas dolor…

El abanico de monstruosidades es amplio, diverso y espeluznante. Pero nuestra sociedad pareciera ajena a su existencia siempre que estas conductas bestiales no se conviertan en noticia, en carne cruda que triturar por políticos y medios de comunicación. 

Me preocupan las manadas de personas que humillan y violentan los cuerpos y las almas de mujeres, de hombres, y sobre todo los niños. Me preocupan los enjambres de multitudes acríticas, irreflexivas, agresivas e inclementes, guiadas por el impulso iracundo del linchamiento. Me preocupan las piaras de la política y la comunicación, actores de la manipulación cuyas acciones, omisiones y opiniones tienen por objeto el control y la ingeniería social. Me preocupan sobremanera los rebaños, degradación de una ciudadanía vareada, arreada, y alimentada con píldoras ideológicas a golpe de twiter. Me preocupa el ciudadano devenido en populacho sin pulso reflexivo y libre, destinado la docilidad lanar en la vacuidad del grito sin mensaje, del mensaje sin contenido capaz de ser el motor de una auténtica transformación social y democrática.

Me preocupa la cólera dirigida y amaestrada, revoloteando como una mariposa ciega para morir finalmente abrasada.