La noticia está fresca y la red está más que calentita, está que arde. Garzón ha sido condenado por el Supremo y la izquierda no puede soportarlo, brama y protesta, se solivianta, se altera, se pone de los nervios, bufa y haces fusss, ¿Que tal una tilita en vena para pasar la noche?. Y es que está muy mal acostumbrada. Llevamos decenas de años, casi todo el periodo democrático, en los que la izquierda ha hecho y deshecho lo que le ha venido en gana en prácticamente todos los órdenes de la vida social, política, mediática, judicial y hasta económico-financiera, con total impunidad.
He leído lo que se ha publicado de la sentencia del T.S, y ha habido unanimidad por parte del Tribunal Supremo en la calificación del delito como prevaricación, lo que conlleva una pena contundente, proporcional a la actuación delictiva de un funcionario. Garzón, al parecer, se ha pasado tres pueblos en su actuación profesional como juez y ha actuado a sabiendas, (porque es imposible presumirle ignorancia) de que lo estaba haciendo era injusto. Violar los derechos de los ciudadanos en prisión, bajo tutela del Estado, espiando las conversaciones de éstos con sus abogados es, a todas luces, una golfada que no tiene nombre, bueno si lo tiene: prevaricación.
En todo este tinglado resulta que los imputados son, o están, vinculados al partido popular y a la llamada trama Gurtel, que como todo el mundo sabe apesta a corrupción de tipo económico y político. Pero eso, en mi opinión, no es suficiente para pasarse por la entrepierna, por muy judicial que ésta sea y mucha toga que la tape, lo que la ley dicta en esta materia: "... que únicamente en casos de terrorismo (excepcionalísimos) y de que los abogados defensores puedan estar incursos en tales delitos, se pueden producir estas escuchas". No era este el caso. No lo era. Hasta tal punto no podía serlo, que se grabaron las conversaciones de estos letrados en los locutorios con sus defendidos, sin ni siquiera conocer sus nombres o identidades. Es para nota. Pero claro, el juez iba toito sobrao, él sabrá por qué, y otros, muchos otros que no lo sabemos, nos lo barruntamos.
El señor Juez es hombre que gusta de la fama, y no tiene inconveniente, muy al contrario, de estar un día si y otro también chupando cámara, en los medios. En la memoria tenemos la famosa cacería en la que "coincidieron" Garzón, el ministro (Sr. Bermejo) y el poli ( Comisario General de la Policía Judicial), en plena operación del caso Gurtel, apenas unas horas después de ordenar la detención de diversos empresarios vinculados con el Partido Popular. Ni siquiera se tomaron la molestia de guardar las formas. Hasta tal punto llega la prepotencia de la izquierda en España. Se reunieron entre las matas a campo abierto y a tiro limpio, derribando animales, y luego, a ponerse cieguitos en la cena, ahora si, compañados el Señor Comisario para completar el trío y la mofa. Esa cacería apestaba no solo por la sangre de los animales abatidos, si no porque una mínima higiene democrática hubiera exigido que los representantes de los tres poderes del estado, hubieran mantenido las debidas distancias en aras de la imparcialidad y el juego limpio. Pues no. Todo lo contrario. El juez, el político y el poli, se van de cacería a una finca privada como los señoritos de toda la vida, que no se diga. Se cachondean de todos y se van de jolgorio, supongo que a celebrar que tenían en la trena a gente vinculada a la oposición... Recuerdo con bastante claridad la noticia, porque la fotografía con los cadáveres de los animales abatidos y la presencia del juez sorteando las cornamentas de los venados muertos me produjeron una profunda repugnancia.
De todos modos, no se le juzga a Garzón por sus formas que son en mi opinión de una desvergüenza mayúscula. Se le juzga por el fondo, por la sustancia de una actuación gravísima en un funcionario público, la prevaricación, y por ello, se le condena. El juez ha contado con todas la garantías procesales; ha tenido a su favor al Fiscal del Estado, (que ya es decir); sus simpatizantes le aclaman y se movilizan en la calle con proclamas y fervorines intentando presionar en lo posible al Tribunal; ha contado con los medios de "progresistas" que son prácticamente todos, que nos han machacado hasta el hartazgo en los telediarios, informativos y tertulias. Y, después de todo esto... ha sido condenado. Ha tenido muchísimas más garantías que cualquier otro ciudadano, y desde luego, muchísimas más de las que él respetó a la hora de juzgar a los implicados o imputados en el caso Gurtel.
Veo en la red que se multiplican las declaraciones airadas de personajes públicos de la Izquierda, y su hija se dirige por carta a quienes bridan con champán por la resolución condenatoria de su padre... Está bien, cada uno resuelve su necesidad de pataleo como considera oportuno y cada uno se toma el champán o el vino tinto, cuando estima por conveniente, bailando un tango o de cacería, como por ejemplo, su padre.
Lo cierto es que la Ley está para cumplirse, y los Tribunales para aplicarla. Los jueces tienen como misión administrar la Justicia, en el caso Gurtel y en el caso de la actuaciones judiciales del juez Garzón.
Por cierto, hablando de jueces, de prevaricación, de traiciones, de linchamientos mediáticos, de sectarismo, de venganzas ideológicas, de vergonzosos silencios...llevo toda la tarde acordándome de un modélico juez, de un hombre de honradez exquisita: el juez Gómez de Liaño ¿Por qué será?. Es este, sin duda, un momento estupendo para mirar atrás, y contemplar con serenidad, como el paso del tiempo, a veces, no siempre, pero si a veces, pone las cosas en su sitio, y a los hombres, en el lugar que se merecen. También a Baltasar Garzón.