domingo, 6 de octubre de 2013

MACHISMO FEMINISTA CONTRA LA JUEZA ALAYA.

Leo con estupor la columna de opinión dedicada a la Jueza Alaya por una conocida periodista que se autoproclama de izquierdas y feminista . A través de las ondas de una también importante emisora de radio de ámbito nacional, que simpatiza abiertamente con la izquierda en general y el  Psoe en particular, la profesional carga contra la Jueza que está llevando a cabo la durísima y encomiable actuación judicial contra los entramados de la colosal corrupción que pringa de arriba abajo el poder político y sindical en Andalucía desde hace décadas.

Hace unos días, precisamente, recordaba como la Jueza abnegadamente, día a día, pese a los ataques sufridos por prácticamente todos los frentes de la izquierda de este país, seguía adelante con su trabajo recorriendo un camino plagado de dificultades en el que las alimañas no cejan en sus amenazas e incluso en sus ataques, y este artículo de opinión es un ejemplo de lo que digo. Bien es cierto, que en este caso, no es una fiera furiosa la que enseña sus garras, ni una sierpe sibilina la que se arrastra aterradora. No. En este caso no estamos en esa categoría de la intimidación. La feminista de andar por casa, podría asimilarse mas bien a un cardo borriquero, a una ortiga que crece entre la maleza de las aguas corrompidas y sucias.

En su artículo ataca a la jueza acusándola de su belleza; culpabilizándola por su elegancia; insultándola por la serenidad de la expresión de su cara y todo esto, por si fuera poco, por ser madre de familia, además. Le sirven estos argumentos a la periodista de preámbulo para criticar políticamente a la Jueza, pretendiendo destruir su imagen desde su imagen misma, para llegar, finalmente, con el personaje hecho jirones a hacer innecesaria, incluso, la argumentación de lo que se le pretende criticar. El método es una antigualla, el mas puro estilo panfletario de la izquierda mas casposa.

Dice el cardo que la jueza es abanderada de una feminidad empachosa …¿si?. Francamente, no me lo parece. Mas bien al contrario. Es una mujer esbelta, de formas corporales armoniosas, de rasgos faciales dulces, con un cabello largo y lacio, y una manera de caminar firme y distinguida. Es tan evidente el atractivo físico de la jueza Alaya que las descalificaciones de la ortiga quedan fuera de juego,  neutralizadas por la propia contundencia de la realidad.

La señora Alaya es, efectivamente, a todas luces, una mujer muy atractiva, pero no es precisamente esa característica personal, o la contraria, la que deberían inducir a la calificación de su trabajo, a la consideración de su actuación judicial. La periodista de marras, recurre al típico prejucio machista de juzgar a las mujeres por su aspecto físico, y al prejuicio feminista al que ya estamos acostumbrados  para abominar de la belleza femenina sobre todo cuando esta se ajusta a determinados cánones. Critica de la Jueza Alaya, su manera de maquillarse, su habilidad para combinar prendas y complementos, y que cuando dirige sus pasos al juzgado parece como si avanzara por una alfombra roja.. Pues si. Efectivamente, pareciera una musa blanca escapada de un cuento de hadas la funcionaria de la justicia. Me gustaría recordarle a la ortiga que ni el más exquisito de los cosméticos, ni el vestido de la firma de moda mas rimbombante, ni el gimnasio diario, ni las dietas proteicas, son capaces de hacer el milagro de que nazca la belleza de la fealdad, la elegancia de la ordinariez, el estilo de la vulgaridad, no tiene más que mirarse a si misma en el espejo, incluso, en su mejor hora del día, para comprobar que nada tan profundo puede ser modificado con tanta facilidad.

Con todo, la belleza o la fealdad, no son atributos concluyentes, ni muchísimo menos, del interés, del afecto, la admiración, el respeto. o del amor que las personas despertamos en los demás. Lo que en este caso no se le perdona a la jueza no es su belleza, sino, sobre todo, su inteligencia, su capacidad, su competencia, su entereza, su valentía, su dignidad, su empeño, su libertad para actuar en la búsqueda de la verdad. La periodista ataca con argumentos machistas y feministas la persona mujer para destruir a la persona profesional, a la juez, que está poniendo al descubierto las tramas de corrupción montadas por la izquierda en Andalucía y lo hace de un modo mezquino, aludiendo a cuestiones que conciernen a la imagen de la persona, con zafios y groseros razonamientos, por llamarlos de alguna manera, enmohecidos por el paso del tiempo, propios de feministas bigotudas y machistas piropeadores y cerveceros, que vienen a ser la misma cosa.

A estas alturas, quizá alguien se haya preguntado quien es la periodista y cual es el medio de comunicación que se hace eco de sus opiniones. En esta mi casa, me voy a permitir, ignorar sus nombres, para no contribuir a su gratuita aunque modestísima publicidad. De todas formas, es esta cuestión muy poco importante, como poca valor tiene la opinadora de marras, aunque pueda tener alguna fama. Allá cada cual con lo que lee y a lo que presta oídos. Por mi parte, en estos tiempos que vivimos, en el que el culto al cuerpo se convierte frecuentemente en un obsesión casi patológica, quiero finalizar diciendo que con todo, lo peor de las feministas machistas, no es que sean feas por fuera, que podrán serlo como en este caso, o no, sino lo feas que son por dentro. El contenido del artículo contra la bellísima Jueza Alaya no me merece otra cosa que el desprecio, identico desprecio que merece su autora.